Que el tema de la diversidad sexual se encuentra una zona erógena de nuestra cultura queda fuera de toda discusión. Ahora que medio mundo avanza al reconocimiento de los derechos humanos y civiles de este grupo, es lógico que los LGBT (gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros) venezolanos sientan el desfase y se activen para ponerse al día con las reivindicaciones pendientes.
También es claro que Venezuela, «revolución» mediante, hace gala de una resistencia al cambio y de una mojigatería rampante. Así que a medida que el tema se pone sobre el tapete, aumentan las reacciones de las almas «nobles» de corazón inmundo. A la cabeza tenemos a Mario Silva quien, desde su telepúlpito de La Hojilla pretende enseñarnos moral y buenas costumbres; a todos en general, y a los LGBT en partícular. ¡Vaya revolucionario que nos salió el gordito! Ahora resulta que los valores burgueses están en el centro de la «revolución» de Hugo Chávez y que los gays deben casarse para quedarse en casa y hacer cosas «normales» (sic). Por supuesto, a partir del silencio del máximo líder, se intuye que él es tan conservador como el resto de sus seguidores (lo que hace que, en consecuencia, los gays «revolucionarios» que defienden «el proyecto» se vean completamente desfasados y desubicados; como cucarachas en baile de gallinas, pues).
Además de los famosos, también hay «revolucionarios» de a pie que se sienten en la necesidad de salir a la palestra pública y aportar su mota de polvo a la discusión. En este caso está una tal Andrea Coa, quien nos afirma: Tengo derecho a decir que la heterosexualidad es la mejor opción de vida, porque va en armonía con las fuerzas de la naturaleza. ¿Cómo no decirle a esta camarada que no es revolucionaria si sigue el mismo patrón altanero con disfraz ilustrado de intenciones medievales que tienen Mario Silva y Hugo Chávez?
Puedes leer una crítica más detallada a Mario Silva y Andrea Coa haciendo click sobre esta oración. Yo continuo al punto central de este post, que se ubica en las declaraciones de Héctor Seijas, jefe de redacción de la revista “A plena voz”.
La historia comienza, para sorpresa de la comunidad LGBT, con un primer artículo llamado «Yo si soy homofóbico«, allí el letrado nos habla de homosexuales buenos (sus amigos) y una «crápula colectiva», una mayoría de «gente malvada con extremas patologías». No quiero perder el tiempo analizando el pasticho mental, la confusión de niveles entre psicología o política; entre lo social y lo individual; entre la mera opinión y el conocimiento sistemático acerca de la diversidad sexual expuesta en el artículo. Lo siento, el texto es tan malo (como texto) que me resisto a prestarle atención.
El asunto es que, obviamente, la comunidad LGBT tenía que responder. En las redes se ha armado la de San Quintín, precisamente por la colección de estupideces, enlazadas oración tras oración, presentadas en texto público de la mano de alguien que resulta un «letrado» afín a la ideología del gobierno («revolucionario», es decir, para las mayorías, para la reivindicación de los derechos civiles de los sistemáticamente oprimidos, y demás paja que sabemos que no se cumple en la Venezuela de hoy).
Algo de esta turbulencia tuvo que haber llegado al personaje pues, para enmendarse, hizo entrega de su segunda joya «Con Todo Respeto a la Comunidad Gay Universal«. A la vergüenza que genera la primera nota se le suma la risa propia de esta segunda (v.g. ¿»Comunidad Gay Universal»?). En un intento por aclararnos sus intenciones, Héctor Seijas se lanza en una cadena de justificaciones donde nos enteramos del meollo del asunto (además de detalles, tales como ir a los saunas de Sabana Grande, algo que muchos gays no hemos hecho nunca). El tipo tuvo un problema con unos camaradas. Estos camaradas resultan ser homosexuales y, como buen venezolano, se lanza a justificar su furia, decepción o la emoción que sea, no aludiendo al problema que tuvo, sino a la orientación sexual de sus adversarios. Traicionado por el discurso, Héctor Seijas nos deja bien en claro que sí es homofobico, pues para él el problema es que la mayoría de los gays son enfermos (si tuvo el problema con unos camaradas -¿cuántos serían 4, 5, 20?- lo tuvo porque ellos son homosexuales). Sólo unos cuántos, sus amigos, se salvan de su propia enfermedad, quizás por juntarse con heteros en vez de cultivar una identidad sexual.
En fin, arma semejante escándalo, marcando la diferencia entre heterosexuales y homosexuales y diciendo lo que Chávez insinua y Mario Silva denuncia (a la Coa ni la mencionamos porque al fin y al cabo no hace sino repetir como loro lo que otros actores con mas impacto social dicen), a saber, que no se puede ser gay y, a la vez, revolucionario; que él no quiere estar cerca de esa gente. Todo porque tuvo una pelea con unos camaradas gays. ¿Habría hecho lo mismo si los camaradas hubiesen sido zurdos o todos blanquitos? (v.g.»A la Comunidad Zurda Universal»). Me parece que el escándalo no hubiese sido tan grande si los camaradas que lo adversaban hubiesen sido de un nivel socioeconómico más alto. Así de insólita es esta «revolución».
A todas estas, es obvio por qué no le dedico tiempo a analizar ninguno de los dos textos. Si el autor no es capaz de transmitir sus ideas, y y resulta que tiene que continuar para aclarar lo escrito; más aún, si con la aclaración lo que hace es oscurecer más, la cosa es obvia: ese autor no sabe escribir. Lo que es terrible, si pensamos que este autor en cuestión es ¡el redactor de una revista!
Por otro lado, el mensaje (aunque no sea comprensible a primera vista) es claro y directo: no se puede ser gay y revolucionario; ésta es una revolución conservadora que defiende a la familia tradicional y los raritos no están invitados a pertenecer. Creo que el destinatario es el Bloque Socialista Revolucionario o, lo que es lo mismo, Heisler Vaamonde (¿quién no ha tenido altercados con esta persona, de todos modos?). También le cae a todos aquellos que se autodefinen como «gays revolucionarios». Otro motivo más para que mis amigos de la Alianza Sexo-Género Diversa Revolucionaria se cuestionen su posible filiación con el gobierno, pues este grupo si que es coherente en sus planteamientos, demasiado para el pasticho presente en el Bloque, en Héctor Seijas y, por supuesto, en todos los seguidores de Chávez (con el primero de todos los seguidores, el mismísimo Hugo Chávez).
Esta novela criolla continua, y hoy se espera que los líderes de la comunidad LGBT lleven un comunicado a la revista A Plena Voz, donde trabaja el personaje en cuestión. Yo, mientras, me limito a dejar testimonio a través de esta especie de crónica, anticipando los comentarios desubicados de los aludidos. ¡Somos una cultura predecible, qué se le va a hacer!