Love and Other Drugs:El Amor en Tiempos de Prozac y Viagra

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Ayer vimos «De Amor y Otras Adicciones»,una de las mejores comedias del año,salvo por su desenlace previsible y edulcorado de cazador cazado,de Señor Scrooge de corazón de piedra y egocentrismo del creador de Facebook,sensibilizado por el contacto azaroso con la miseria ajena.
Imagínese una secuela del biopic de Marck Zuckerberg,donde abandona la red social para irse a resguardar a la chica de sus desvelos,porque le diagnosticaron Parkison.
Ergo,los machos también lloran y las feministas pegan el grito al cielo.
Sea como sea,»De Amor y Otras Adicciones» podría ser un drama,con enferma incluida,disfrazado de comedia romántica o al revés.En cualquiera de los dos casos,una película interesante.No es la típica exponente del género ceñida a un esquema de chistes gruesos y evasiones múltiples.
Asume un tono ligero al principio,pero después va agarrando fuerza hasta coger desprevenido al espectador para confrontarlo.Le propina no pocas cachetadas a realidades contemporáneas como la industria de los medicamentos y el sistema de salud.Coje dato,Michael Moore.
A propósito,el guión se basa en el libro de no ficción,»Hard Sell: The Evolution of a Viagra».En consecuencia,la trama toma lugar en el entorno materialista e individualista de finales del siglo XX,al estilo de las tragedias de la época,alrededor del vacío existencial de la generación X.
Jake Gyllenhaal encarnaría a un Charlie Sheen del postimperio,escalador y enfrentado a su propio Gordon Gecko de la competencia,para buscar la aprobación de su padre.Carace de escrúpulos,solo le preocupa vender y se mueve en un entorno de consumo de cachivaches degradados del mercado tecnológico,entre radios portatiles,cámaras caseras y ambientes de la pequeña burguesía.Parte del chiste reside en describir el ascenso y el declive de una era cercana a la nuestra,cuya falta de compromiso y evasión condujeron al desastre futuro del tercer milenio,donde se fueron a pique los sueños del vano ayer.
Anne Hathaway ocuparía el puesto de la risueña y bohemia Julia Roberts o Winona Ryder al servicio de Ben Stiller en «Reality Bites». Sufre de Parkinson en primera fase y su previsible cuadro de telenovela lastimera tiende a lucir como un remake de la «soap opera» de autoayuda de los ochenta y noventa,cual mezcla de «La Fuerza del Cariño»,»Driving Miss Daisy»,»Rainman»,»Betty Blue» y «Despertares».Confirmaciones de la voluntad narcisista de superación de la adversidad,en oposición a la creencia en los proyectos colectivos.Clásica privatización de las aflicciones de la vida pública,en el espacio de las pasiones familiares desatadas.Último reducto y bastión para conquistar la felicidad del hombre,según el idealismo fashion del Hollywood concienciado.Después arribarían bodrios como «Invasiones Bárbaras»,»Mar Adentro» y «Cisne Negro» para asentar dicha visión en la cultura universal.
Uno se enferma dentro de la casa y debe salvarse o no,gracias al empeño personal y el apoyo de los seres queridos.
El arquetipo de Hank Azaria fungiría de modelo binario de la decadencia yuppie,en la tradición de los retratos maniqueos de Oliver Stone.Por fortuna,la versatilidad del actor lo redime y lo rescata de quedar reducido al escombro de una caricatura «comunistoide» de un capitalista pragmático y desencantado.
Oliver Platt incorpora al alter ego del realizador,desde un plano sarcástico e irónico no muy lejano del George Clonney consejero de «Up In The Air».Ambos asisten al derrumbe de la modernidad y siempre aprovechan para pescar en río revuelto.De broma en broma,aspiran al retiro dorado,naturalizando sus practicas cuestionables y corruptas de tiburones del cobro de comisión y el tráfico de influencias.
Son estereotipos de pintura negra,de brocha gorda,de paleta expresionista goyesca.Te provocan nauseas,aunque te carcajeas de sus locuras.
Al respecto,como diría La Mala,todos consumen algún tipo de droga.Son adictos a las pastillas,fuman porros,se meten a la boca cualquier caramelo por prescripción,pero no parecen encontrar en ellos una solución a sus males interiores y exteriores.Los tiros de la moraleja van por allí.
Por último,Josh Gad aporta el señuelo de barraca de feria,de monstruo,de freak del circo arcaico de Fatty Arbuckle,John Belushi,Seth Rogen y Jonah Hill.Es el gordito de diseño,con facciones judías,de la factoría Saturday Night Live.Le roba a placer a Jack Black,el repertorio de muecas y numeritos de parodia caliente.
Es el gancho de la audiencia «American Pie» y «Superbad».Es un disco rayado,un periódico de ayer.Igual es efectivo para levantar el nivel de la carcajada enlatada,amén de la ejecución de un estudiado recital de gags físicos.
Para concluir con la reseña de la ficha técnica,la hizo y la filmó el director de «Diamantes de Sangre».
Aquella fue una denuncia contra las mafias de la minería ilegal.
«De amor y otras adicciones» es su deconstrucción del mundo narcodependiente de la era del Prozac y el Viagra.Su «fuck» Pfizer.
Hay una secuencia durísima,casi documental,con un grupo de enfermos de parkinson.Parece un cortometraje de Errol Morris.Momento Demoledor.
Todo un síntoma del desmantelamiento y la debacle del sistema de salud,a merced de los vendedores de pastillas.
Su humor se ennegrece progresivamente y en la mitad del metraje adopta el color oscuro de una sátira anticorporativa.
Por desgracia,al final vuelve a complacer y tranquilizar al público,al despedirlo con un despliegue de mensajes sonrosados.
Típico desenlace de imágenes bucólicas y esperanzadoras.Un mero compromiso con los inversionistas de la cinta.Pero la verdadera película se desarrolla en el segundo acto.Allí explota la firma del autor.El primero y el tercero son propiedad intelectual del productor.Es decir,su principal garantía para asegurar la rentabilidad de su empresa.
Es la constante de los tiempos de crisis.Es un epílogo impuesto por el récipe morado de los estudios controlados por la bolsa de valores.En cierta forma,la película puede funcionar como un sedante hacia su cierre de amor caritativo.Ahí radica su principal afección kistch.
Otro hueso duro de roer:la interpretación de ella cuando se agudiza su padecimiento.La de él pasa sin complicaciones.
Gran problema de «De Amor y Otras Adicciones»:es reflejo de las dolencias y complejos de culpa de la actual sociedad del bienestar.
Vaya a verla si usted necesita píldoras para dormir,adelgazar o controlar los nervios.Igual si usted es fanático de las pastillas azules.
En resumen,desde aquí recomendamos «De Amor y Otras Adicciones»,a pesar de sus fallas y sus condiciones terminales.
PD:po su cantidad de situaciones de sexo abierto y explícito,rompe con el molde de autocensura para el género,decretado a partir de la caída de las dos torres.Los desnudos de la Anne Hathaway son de infarto y valen el precio de la entrada,si me permiten el comentario de viejo verde o de treintón baboso.Por ello y mucho más,no es una comedia romántica del montón.
De diez puntos,yo le daría siete y medio.
Me puso a pensar,me hizo reír,me sorprendió su empaque visual y me gustó su forma de tomar un riesgo moderado,al subvertir cánones y paradigmas inamovibles dentro del filón.Lamentablemente,la corrección política y la condescendencia con el retroprogresismo,la convierten en una papilla indigesta para cocinarla al fuego lento de los cantos a la vida al uso.
Ojalá tuviera más Viagra y menos Prozac de la factoría Coixet,Iñárritu,Haggis,García,Campanella y Arriaga.
Insisto:ellos no son la cura sino la enfermedad del cine contemporáneo.

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