Las luces revolotearon por toda la parte superior de la carpa, buscando al héroe que jamas llegó. El redoble de tambor se convirtió en la banda sonora de una película. Tan corta que ni siquiera empezó. Salieron los payasos por todas partes, con esa tristeza habitual que les caracteriza desde que tengo uso de razón. Sin sarcasmo, para mi… Ellos son seres decaídos y melancólicos que delante del expectante público, solo van y pintan su mejor sonrisa más allá de los límites de sus propias bocas, noche tras noche… Y es que «Hay tantos payasos en el mundo sin saberlo»
Los niños mas pequeños miraban embelesados y hacían sus muecas de asombro ante semejante derroche de sinestesia, los mas grandes… Ignoraban su alrededor, tenían sus ojos centrados en el GameBoy con un juego llamado Pokémon.
Y tú, tú ahí arriba, empeñado en hacerlo todo bien, con tus pies concienzados del gran reto que enfrentaban, soportaban el peso de una historia conmovedora, ese era tu momento (El momento perfecto) Y yo, allí… Tan solo miraba como una chiquilla más el espectáculo que se expresaba bajo tu propia sombra, estabas tan seguro de ti mismo en las alturas que yo tejía un manojo de nervios mientras contaba tus pecas, por si me olvidaba alguna. Debo admitirlo, compré la mejor entrada para verte… ¿Por que, negar algo? Era las que estaban centrada, en el graderío superior al lado de tus mejores amigos «Ambición y soledad» Tu actuación me prometía a mi misma suspiros a grandes escalas, pero el raro acontecer de los hechos, te proclamó como uno de los mejores funambulistas del circo.
Al día siguiente llego a mis oídos la noticia… Te despidieron.
Cuéntame… ¿Tú, que eres? ¿Payaso o funambulista?