la parca era del infortunio
se desliga ropajes
a arrojarlos sobre las espaldas desentendidas.
No, mi nuca no está distraída,
pero mejor pudiera
en vez de oír tantos salmos
desoírme un poco del caracol interno
trasplantar margaritas
jugar a la carpa bajo las sábanas.
Me dirijo a la muela cariada
de tu león,
a la metáfora de la oreja enrarecida
de tu ratón,
al almidón que te sobra,
a tus azufres
a tus propios labios
inyectados de pudor y desencuentro.
Siempre temblás antes
de tocar las puertas
o marcar los números de teléfono.