Una paciente de la Misión Milagro de nombre Anselma Santana, criticó (sic) este jueves que «no están dando los lentes», al ser entrevistada en el canal del Estado, lo que generó una respuesta del presidente Hugo Chávez vía Twitter. «Tienen razón: tenemos que seguir entregando los lentes! Vivan Las Misiones!», dijo.
Los hechos
El primero de abril de 2010 Hugo Chavez abre su cuenta en Twitter: @chavezcandanga (Primer tweet 27 días después). El 11 de mayo de 2010, Sergio M. escribe un artículo publicado en panfletonegro llamado Chavez Candanga en 140 caracteres y más. Se trata de un artículo crítico que ironiza sobre la iniciativa de Hugo Chávez de abrir una cuenta en Twitter. Todo siguió el curso normal de los artículos publicados en panfletonegro, hasta que el decimo comentario llamó la atención porque pedía una beca para una adolecente de 16 años quien estudia bachillerato. Desde ese momento empezó a crecer una cadena de respuestas que le hablaban directamente al presidente, pidiendo ayudas, denunciando irregularidades y casos de corrupción, que al momento que escribo este artículo llega a 471 comentarios.
Entender por qué un artículo de panfletonegro llegó a albergar más de 400 peticiones a Hugo Chavez tiene una simple razón: Al escribir la frase Chávezcandanga o Chávez Candanga, el artículo de panfletonegro, que comienza con dicha frase, para el mes de diciembre, salía de quinto en la búsqueda. Actualmente, si se busca ya se ve en la segunda página. Probablemente el equipo designado por el gobierno para monitorear la web se dio cuenta de que muchos mensajes se estaban desviando hacía rincones inapropiados de la red. De hecho, actualmente existen blogs y artículos que te explican cómo escribirle a Chávez Candanga.
Con el propósito de escribir este artículo, leí las 460 respuestas que hasta el momento se habían escrito en el post de Sergio M., los cuales podemos clasificar de la siguiente manera:
241 personas escribieron para pedir ayudas: 48 personas piden trabajo, 42 piden una vivienda, 27 buscan solución a un problema laboral, 25 personas solicitan ayudas varias (desde sistemas de riego hasta una computadora), 21 piden créditos, en su mayoría para la construcción de viviendas, 20 piden que se les asigne una pensión, 15 necesitan ayudas medicas, otras 15 solicitan respuestas a problemas burocráticos, 8 personas piden una beca, 7 piden prestamos y 4 venezolanos piden una audiencia con Hugo Chávez Fría.
78 personas publicaron denuncias: 39 casos de corrupción, 22 se quejan por deterioro en infraestructuras varias, 6 personas denuncian estafas, otras 6 despidos injustificados, dos personas reclaman por los apagones, dos se quejan de la mala distribución de gas, dos protestan por la delincuencia y una persona se muestra descontenta con el gobernador del estado Sucre.
161 personas dejaron sus números telefónicos, 53 venezolanos dieron su número de cedula de identidad, 17 personas escribieron para felicitar y apoyar a Hugo Chávez y 11 personas piden que el jefe de estado los llame.
Lecturas
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Debemos empezar lamentando, no sólo el analfabetismo digital, sino también el analfabetismo funcional de una porción importante de la población venezolana. Los autores de los comentarios que leyeron el artículo de Sergio M., pues no lo entendieron. Las personas que escribieron en el artículo de panfletonegro tampoco saben cómo utilizar Twitter, pero esto es más comprensible.
El estudio Memoria Digital Latinoamérica 2010, publicado en la página web de comScore, concluye que “En cuanto al ritmo de crecimiento, Venezuela, que representa un mercado online relativamente pequeño, con 2,9 millones de usuarios, fue el país que logró el mayor crecimiento en el último año (2010) con un 27%, seguido por Colombia con un 24% y un total de 12,5 millones de usuarios, y Brasil y México, quienes crecieron un 20 y 21%, respectivamente.”
En cuanto a twitter la página Ecualink informa que en Venezuela hay 921.000 cuentas abiertas en la red social. Por su lado, Twitter-Venezuela.com muestra, que para marzo de 2010, habían 109.070 cuentas activas en el país. @chavezcandanga es una cuenta que tiene un poco más de un año abierta, cuenta con 1,485,683 seguidores, sigue a 18 personas y ha escrito 966 tweet (al momento que redactamos este artículo).
Más allá de los datos, vale la pena recordar el propósito de Hugo Chávez al involucrarse en la red social: “Esto me ha dado más trabajo del que tenía, pero me gusta, porque recibo información y puedo responder; me ayuda el equipo a dar soluciones, pero sobre todo puedo interactuar, es una revolución de verdad”.
Venezuela tiene 27 millones de habitantes, Los números no cuadran, los déficits de todo tipo siguen a pesar de Twitter y chavezcandanga. ¿Es ésta la manera de solucionar los problemas del país? ¿Dada la penetración de internet en la población venezolana, podemos decir que esta medida es, digamos, eficiente? Hugo Chávez, como persona (a pesar que sus decisiones afecten a un colectivo) tiene todo el derecho de abrir una cuenta en Twitter, lo inaceptable es la farsa.
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Hay que llamar poderosamente la atención sobre la relación disfuncional del venezolano con el estado. Por un lado, tenemos a las clases sociales media y alta, independientes económicamente, para quienes el estado es un sistema con el que deben lidiar cuando se tiene alguna necesidad legal o formal que cumplir. Más allá de esas incursiones esporádicas, el estado es un vecino incomodo al cual se le tolera echando mano a una profunda indiferencia. De resto, el bicho raro que es el estado venezolano, es condenado al ostracismo por esta gente, quienes esperan que algún día, mágicamente, éste empiece a funcionar eficientemente.
Para la clase pobre el estado es un genio caprichoso a quien hay que frotarle la lámpara 100 veces a ver si concede, aunque sea, un deseo chucuto. Como quien juega lotería diariamente, nunca se pierde la fe en él. El estado es una superstición, un golpe de suerte, un ente omnipresente alrededor del cual se tejen mitos y leyendas. El superestado algún día vendrá a rescatarte de tu miseria, pero tienes que ser paciente, devoto y constante.
Para los más conocedores, no importa clase social, el estado es un campo minado de contactos, palancas y trampolines.
Que un político es, o debería ser, un servidor público y que los impuestos que pagas deben verse reflejados obligatoriamente a tu alrededor, son nociones que los venezolanos no tenemos. El grado de civilidad en cada venezolano no tiene nada que ver con este asunto, simplemente no somos ciudadanos, primero porque no se nos respeta ni somos tratados como tal, segundo, porque no ejercemos nuestra ciudadanía por falta de conocimiento, educación u oportunidad. Mientras tanto, somos un grupo de gente que vive en un territorio y buena suerte con eso.
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A todo lo anterior contribuye, en gran medida, un estado fracasado. En 1987, José Ignacio Cabrujas lo vio con terrible lucidez: “El concepto de estado es simplemente un “truco legal” que justifica formalmente apetencias, arbitrariedades y demás formas del “me da la gana”. Estado es lo que yo, como caudillo o como simple hombre de poder, determino que sea estado, Ley es lo que yo determino que es Ley.”
El estado venezolano es un simulacro. Porque si una persona tiene que escribirle un tweet al Presidente de la República para pedirle trabajo, dinero para una operación o que por favor interceda para que finalmente le den las notas de la carrera que acaba de culminar, entonces aquí ni la economía, ni la red hospitalaria pública ni el ministerio de educación están funcionando.
Moisés Naím y Ramón Piñango en un libro/radiografía sobre el estado venezolano publicado en 1984, Venezuela: una ilusión de armonía, llamaban la atención sobre el nocivo voluntarismo que caracteriza a nuestra dirigencia política. Como hay dinero para todo, pues hagámoslo todo. Cuando había algún conflicto de intereses se creaban dos dependencias distintas y todo el mundo contento. Se llevan a cabo proyectos sin planificación y sin evaluar las ventajas o desventajas para el país. Hace 30 años se escandalizaban algunos por la creación de la figura del “ascensorista”, hoy financiamos la transición cubana, por citar dos ejemplos elocuentes.
A la sombra de este vicio de nuevo rico, creció una burocracia amorfa, desorientada y sin motivación al logro, apadrinada por una dirigencia política irresponsable, mediocre y egoísta, escogida por personas sin sentido común, ingenuos e indulgentes.
Y por supuesto, no voy a generalizar, y no lo haré por echar mano a uno de los clichés más cómodos del repertorio o para matizar mis afirmaciones, sino porque tengo la suerte de contar con dos familiares cercanos que fueron funcionarios públicos, ambos, ejemplos de excelencia, honestidad y ética profesional. Por supuesto que en nuestra historia existen sus cuantas honrosas excepciones, y uno que otro milagro, pero en general, es lo mismo ver los largos o anchos edificios que albergan a los poderes públicos o la nomina de los ministerios y no entender dónde empiezan y acaban nuestras ruinas.
Por supuesto, físicamente, habitamos un país que ha sido construido entre dictadores caprichosos, con delirios de grandeza, y presidentes extravagantes, pero citar un proyecto con continuidad saludable es sumamente difícil. En nuestra historia contemporánea, sólo los primeros 15 años de la era democrática reúnen éstas características, pero de allí en adelante, comenzó un proceso degenerativo que convirtió al estado venezolano en el vegetal que es hoy.
Así, con un estado inoperante y en medio de una crisis generalizada, los antivalores como el oportunismo, la deshonestidad, el egoísmo y el despotismo se fortalecen. En lugar de ser el ente regulador y administrador de la renta petrolera y los impuestos, el estado es la máquina más potente de corrupción que existe en Venezuela.
El país funciona, parcialmente, sostenido por el sector privado, iniciativas individuales y colectivas, un estado hipertrofiado que se mueve al ritmo de una pereza y una inercia francamente asombrosa.
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Con un estado vegetal, lo que nos queda entonces es un gran espectáculo. El gobierno venezolano es un parque temático al mejor estilo de los fríos y calculadores ejecutivos de Disney. Sirviéndose de la tecnología, variadas estrategias de publicidad y mercadeo, y de todo el material POP existente en el repertorio, quienes actualmente ocupan el poder en Venezuela venden una propuesta de vida.
Desde 1999 hasta 2010 van 1.300 horas de cadenas, existen cinco canales de televisión, varios periódicos y cientos de emisoras de radio oficiales. Vallas, propaganda institucional, películas, deportistas, franelas y envoltorios de arroz completan la comparsa. Cambiarle el nombre a obras e instituciones hechas y fundadas en gobiernos anteriores y las reuniones de ministros televisadas son, tal vez, los numeritos más patéticos.
Las promesas son la piedra angular del espectáculo. Mantenerlas o renovarlas y mostrarlas como novedosas es un ejercicio que se practica rigurosamente. Exacerbar el nacionalismo, profundizar el resentimiento y practicar el populismo más ramplón son las bombonas de oxigeno que mantienen el show en pie. Tan intensa es la propagando que ya el régimen cuenta con una estética y un vocabulario característico.
Montar al hombre en un tractor o en caballo, escoger a las personas que intervendrán en un Aló presidente, montar el set para que en el encuadre se vea el barrio o la obra en progreso, implica un trabajo de producción que apenas sospechamos. La vestimenta, el decorado, las trasmisiones simultaneas, las intervenciones telefónicas, los extras, los gráficas, las maquetas, todos, elementos para montar una escena.
Se viola la constitución para que una persona pueda ser reelegida como presidente indefinidamente por aquello de que el show debe continuar. Luces, cámara y acción. Al aire, sin interrupciones.
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Disminuir la pobreza es el gran reto de nuestra generación. El problema no es tanto que en 1998 la mayoría salió corriendo a votar por el más estúpido, incapaz y limitado candidato que alguna vez aspiró a la presidencia de la república, y que en periodos anteriores, hayamos hecho lo propio con otros candidatos, el problema es que una vez en el poder, esta élite cada vez más poderosa, utiliza la pobreza de la mayoría de los venezolanos para mantenerse en el poder. Haciendo que perdamos tiempo, recursos valiosos e irrecuperables y oportunidades irrepetibles.
Análisis superficiales nos impiden ver que la pobreza es la gran responsable de la inestabilidad política, económica y social del país. Y en última instancia, el origen de muchos problemas puntuales que afectan nuestra cotidianidad. Bien vista, la estrategia es macabra: una persona pobre emplea su tiempo tratando de sobrevivir, se contenta con poco y sus carencias son tan básicas, que conceptos abstractos como la libertad de expresión o la democracia le son ajenos, casi innecesarios.
Si no entendemos el fenómeno de la pobreza en profundidad y sus implicaciones en nuestra historia y en nuestro destino como nación, estaremos condenados a repetirnos irremediablemente.
“Fue la pobreza la que se llevó a la democracia y sus instituciones. Fue la pobreza la que puso al país “patas arriba”. Esas mayorías silenciosas, que fueron ignoradas por la frivolidad criolla petrolera, hace tiempo que irrumpieron en la realidad del país para dejar en claro que no es posible alcanzar el desarrollo y la aspiración que todos tenemos al logro material y la superación personal, familiar y colectiva, si a dicha realización no estamos todos invitados.” (Equipo Acuerdo Social: 2006, 17)
Bibliografía
José Ignacio Cabrujas, “El Estado del disimulo”, en El Nacional, Caracas, 03 de enero de 1988
Equipo Acuerdo Social (2006) Venezuela: Un acuerdo para el desarrollo. Caracas, publicaciones UCAB