Ayer nos dispusimos,con carácter de urgencia,a estudiar y analizar a fondo “El Proyecto de Reglamento de Cinematografía Nacional”, cuyo título farragoso anticipa lo peor,porque de entrada luce como una propuesta nada alentadora para leer.
En efecto, el ejercicio de revisarlo de principio a fin, constituye una prueba de resistencia y paciencia contra la tortura de soportar la mala prosa durante cerca de una hora. Algo similar al hecho de verse obligado a evaluar una pésima tesis de grado, constituida por medias verdades,argumentos falsos, ideas rebatibles,lugares comunes y capítulos carentes de rigor metodológico. Es un descenso a los infiernos de la desigual formación académica de nuestro país. Es una radiografía intelectual de la ignorancia funcional del tradicional parlamentario criollo(Adriana Pérez Bonilla dixit).
En general, las 56 páginas del mamotreto son un curioso compilado de teorías trasnochadas y desfasadas sobre el arte,la cultura y el comercio, a la gloria involuntaria de los caducos prejuicios de la escuela de Frankfurt. Me refiero a la anacrónica percepción de separar y establecer una frontera maniquea entre lo estético, lo experimental, el entretenimiento y lo mercantil.
Así,los redactores del adefesio revelan su total desconocimiento de autores claves de la posmodernidad como Canclini, Castells, Baricco, Eco y Lipovetsky, quienes barrieron el piso con la pandilla de Adorno y Horkheimer para demostrar el error categórico de su manera ilustrada de diferenciar a las bellas artes de la cultura de masas, a la creación singular de la producción en serie, al consumo humanista del hedonista. Criterios actualmente hermanados e imbricados por lazos de sangre históricos.
Se dicen de avanzada,revolucionarios y de izquierda.Piensan desde la ortodoxia conservadora.
Precisamente, el advenimiento y consolidación del régimen de las pantallas, le acabaría por dar la razón a los apóstoles de la fusión y la disolución de las barreras del siglo XIX, aunque a la postre se levantarán muros distintos y alternos a lo largo de las últimas décadas. Caso de la brecha de inforicos versus infopobres.
De cualquier modo, la sola existencia de una cinta como “Bastardos sin Gloria” desmonta la endeble estructura argumentativa de “El Proyecto de Reglamento de Cinematografía Nacional”. Verbigracia, la obra de Tarantino es un ejemplo de integración del apocalipsis con el status quo, de la expresión personal con los criterios impuestos por el mercado. No es el único de los defectos del texto en cuestión. Pero mejor vayamos partes y entremos en materia.
Los ochos folios iniciales nos hacen perder el tiempo en el examen de un glosario infantil y epidérmico sobre términos específicos, idéntico a un rosario de definiciones mochas,tristes y desangeladas de la Wikipedia, fáciles de deconstruir.
De ser miembro de su comisión evaluadora, yo tacharía las primeras ocho páginas, las sometería a discusión y las pondría en mi lista negra de “presuntos culpables” por plagio de internet. Suena duro pero es real.
Posteriormente, del manifiesto del analfabetismo funcional derivamos hacia el ingenuo encubrimiento de los poderosos conflictos de interés,al margen de las mentiras para quedar bien con dios y con el diablo.
En el capítulo 1 de los Órganos, se habla de la necesidad de reestrenar películas venezolanas de importancia artística, con más de diez años a cuestas, por mero alarde de buena conciencia. No se cumple ni nadie lo va a cumplir. No seamos hipócritas.
Luego, en el capitulo 2 del Consejo Administrativo, el Ministro del Gobierno se reserva el derecho de la escogencia y libre remoción de “los miembros principales” del CNAC. Una falta de respeto contra el gremio.
Aparte, el Presidente del CNAC designado a dedo, es una suerte de figura de desempate en todas las instancias de elección. Su voto puede valer por dos en momentos de disputa. Vaya forma de enterrar la democracia de facto. Igual con el comité Ejecutivo.
El Capítulo Cuatro es una belleza. En su artículo 18 define el cobro de la dieta de los Miembros del Consejo Nacional Administrativo, por su asistencia a las reuniones.El monto a cobrar se fijará de acuerdo y “en base a la unidad tributaria vigente”.
Van 12 páginas y todavía no hablamos de nada sustancial y relevante.Puras trivialidades y demandas económicas de la burocracia rojo rojita. Parece como el contrato absurdo para traer a una estrella de Rock al país.
También queremos flores blancas,bandejas de fiambres y cuarto con aire acondicionado. Se creen la tapa del frasco, los Ricky Martin del proceso. Póngase a trabajar,señores.
El Artículo 19 resulta adecuado en la superficie. Pero tampoco se cumple. Es una cura contra la enfermedad del nepotismo, el clientelismo y el tráfico de influencias. Los miembros del CNAC no pueden favorecer a sus familiares y socios en ninguna discusión. Punto. Esperemos terminar así con la rosca dulce de las mafias y dinastías enquistadas en el Centro, desde la era de los Novoa y compañía.
Por desgracia, el Proyecto le brinda la oportunidad a la macolla del CNAC de disponer discrecionalmente de un máximo de 10% de su presupuesto para gastos administrativos,según lo estipulado por el reglamento.
Ergo, se hincharán los sueldos y las dietas para llegar hasta el 10 por ciento. Es mucho dinero para una partida de reposeros, calienta sillas, comedores de empanadas y viajadores de primera clase. Yo se los rebajaría a cinco, para castigarlos y obligarlos a invertir sus recursos de manera eficiente.
En el 26 se desnuda el timo y la estafa de la constitución de las Juntas. Aquí de 8 miembros de la administración de Fonprocine, cuatro de ellos deben ser del sector público(léase gobierno).
Para colmo, el Presidente vuelve a desempatar con doble voto. Por consiguiente, será un espejo de la manipulación de la Asamblea Nacional,donde la oposición asiste como jarrón chino a las discusiones porque carece de mayoría real(aun cuando le ganó las elecciones al gobierno).
Los debates de las juntas evocarán un dialogo de sordos y castrados, condenados a servir de justificación y legitimación de un juego de suma cero, ganado con antelación por el rival de turno. Es un partido de trámite como ir a una eliminatoria del Mundial de Basket frente al Dream Team. Imposible salir airosos del cotejo. Allá al menos hay cinco contra cinco en la cancha. Acá son cuatro contra cinco.
Triunfa la voz del Jefe Supremo. Sufre la libertad de expresión. Vence la autocensura.
¿Sí se entiende la matemática injusta y maquiavélica del proceso?
El Capítulo VI contiene el cerrojo para concederle las llaves del Olimpo al Presidente del CNAC, a través de cinco artículos de celebración al culto de su personalidad caudillesca.
El Presidente es un todopoderoso, un apéndice y un reflejo minúsculo del Comediante en Jefe, capacitado para mediar en conflictos, sancionar con su martillo y reunirse de jala mecates. Tiene la facultad de escoger al Vice, y de no hacerlo, la decisión recaerá sobre el Ministro de Cultura. En consecuencia, se ofrecen las herramientas necesarias para fabricar muñecos de palo y marionetas a las órdenes del discurso del Rey.
Por lo demás, el capítulo VII dedicado a la figura del Vice, representa una hilarante cuota de humor negro,de tragicomedia de enredo.
Según la descarada retórica del proyecto, llena de eufemismos, el Vice es un vulgar secretario, escribano, mujiquita y lame botas del Presidente, encargado de llevar las actas, entregar las documentaciones, coordinar las acciones, suplir las ausencias del Presidente, certificar las copias y casi servir el café a los invitados.
Mientras tanto, el Presidente puede llegar tarde y borracho a las reuniones, mandar mensajitos de texto y amor por Blackberry,rascarse la barriga y perder su mirada en el horizonte, pensando en futuros viajes a Berlín,Cannes y Venecia en representación del cine nacional.
De repente, lo despertarán de su sueño y le dirán: “Presidente es hora de trabajar porque los escuálidos nos volvieron a trancar el serrucho y la cochina”. Y el Presidente levantará sus dos manos al aire, para sellar su victoria con broche de oro. De inmediato, regresará a su fantasía de Homero Simpson en la Springfield del CNAC.
Y esto es apenas la punta del iceberg de la película.
Continuará en la segunda entrega.
Mi viejo, esto se lee y no se cree.
Si fuese una pesimista floja, te recomendaría que no perdieras tu tiempo, que esa ley es palabra muerta, etc., etc.
Pero ahí está el error,a mi parecer, cuando uno desconoce no puede acertar el golpe.
Me impresiona como las leyes las hacen con el propósito de justificar un parasitismo gozón descarado.
¿Una ley para obligar a la gente a ver películas viejas? ¡Por favor! Qué fascismo tan impostado y pajuo, nadie con creatividad o verdadera maldad los asiste.
Esperando las próximas entregas, éstas discusiones es necesario darlas, y como le leí a Armando Evora, la mejor discusión sobre el cine nacional se está dando en las redes sociales.
Porque los que redactaron la ley, y quienes se van a beneficiar con ella, no quieren cine, quieren aguinaldos y viáticos.
No está fácil la faena, pero aguante Monsalve
Un abrazo
jajajaja…un abrazo Adriana…hablamos pronto!