Primero que todo aclaro lo siguiente: fumé durante varios años de mi vida, hoy día no fumo y me molesta el humo del cigarrillo.
Ahora bien, hay dos bastiones sobre los cuales se aferran tenazmente los defensores de las leyes antitabaco, vamos, a continuación, a intentar derrumbar ambos argumentos:
1.- Fumar molesta a los demás y nadie tiene derecho a obligarme a fumar si yo no quiero.
Separemos esa primera afirmación en dos partes, en primera instancia: a) «fumar molesta a los demás», se me ocurre lo siguiente: hablar de política (o religión) públicamente molesta a los demás, ergo, el Nanny State (Estado Niñera) debería protegernos y prohibir que se hable en lugares públicos (incluso siendo de propiedad privada) sobre estos temas que molestan a algunas personas. Imagínense esto: usted va a un concierto a escuchar a *inserte nombre de su cantante favorito* y todos los que están a su alrededor se ponen a cantar y no lo dejan escuchar a *repita nombre del cantante aquí* y eso le molesta: ¡Oh, Estado omnipotente, omnipresente y omnisciente protege a los que quieren escuchar a su cantante en concierto y prohíbeles al resto de los mortales, almas desafinadas, que canten porque eso a usted le perturba! Voy con un último ejemplo, usted va a una discoteca y el volumen está muy alto y le molesta, en vez de irse, usted invoca el ius imperium del Estado para que obligue al local a colocar su música a 80 decibeles porque por encima de eso a usted le molesta; b) «nadie tiene derecho a obligarme a fumar si yo no quiero»: esto es absolutamente cierto, nadie, ni siquiera el Estado, puede obligarlo a usted, coercitivamente, a hacer algo en contra de su voluntad, el grave error acá es que se presuma que fumar (meterse un cigarrillo en la boca e inhalarlo) sea lo mismo que respirar aire con cierto porcentaje X de humo de cigarrillo en un restaurant o discoteca a donde usted voluntariamente ha ido. En el mismo orden de ideas deberíamos prohibir todo el parque automotor a gasolina y las plantas termoeléctricas cuya combustión incompleta arroja al ambiente mucho, muchísimo más monóxido de carbono (entre otros gases tóxicos) que todos los fumadores juntos en Venezuela. La diferencia es que yo no voy a meter la nariz al tubo de escape de un autobús que está pasando aceite, yo tengo que tragarme estos gases tóxicos inclusive dentro de mi propia casa (apartamento sobre la Avenida Bolívar Norte de Valencia). Ahora, si yo fuera voluntariamente a la casa del autobusero a fumarme el humo de su chimenea ¿tendría lógica decir que alguien me está obligando a fumar? ¿A usted alguien lo obliga a ir a un restaurant o discoteca?
El Estado tiene la atribución, potestad y facultad de prohibir fumar en Registros, Notarías, Alcaldías, Ministerios y/o cualquier otra dependencia de su propiedad, lo que definitivamente es una aberración es que ese mismo Estado sea quien decida que a usted, dentro de su negocio, le está prohibido fumar. Esto es una intromisión aberrante e inaceptable del Estado en la esfera de la vida privada de los individuos: yo no puedo ir a su casa y decirle, dentro de su casa, que apague un cigarro porque a mi me molesta, no solamente no tengo derecho a hacerlo, sino que el solo plantearlo supone que usted es un esclavo del «bien común», ¿y si mañana el 50%+1 de los venezolanos deciden que freírse el cerebro esnifando cocaína es lo mejor entonces obligamos a los no consumidores a «jalar» cocaína en nombre del «bien común» (el 50%+1)? ¿Quién carajo define qué es el bien común? Porque si el bien común son los intereses de la mayoría es válido decir que el «bien común» en la Alemania Nazi era La Solución Final y entonces El Holocausto es algo que todos debemos celebrar. ¿Se comprende que hay derechos que están muy por encima de un nebuloso, etéreo y cambiante «bien común»? ¿Se entiende que el «bien común» puede ser construido o manipulado para satisfacer las apetencias de mayorías circunstanciales?
2.- El second-hand smoking (fumador pasivo) es un problema de salud pública porque produce cáncer, en tal sentido la regulación estatal, aun siendo violatoria de la propiedad privada, tiene sentido porque busca la protección de la salud.
Al respecto, un breve comentario, la OMS mintió de forma descarada sobre las estadísticas de los efectos del second-hand smoking, esto fue denunciado varios años atrás y se acalló el tema. Conozco personas que han fumado y fuman más de una cajetilla de cigarrillos al día y no sufren de cáncer, ¿por qué habría de pensar que si el 90% de la nicotina, el alquitrán y demás químicos tóxicos se quedan en los pulmones del fumador (el que se mete el cigarro en la boca y lo chupa) no les produce cáncer a ellos, el humo residual del cigarrillo produce cáncer a terceros? En todo caso dejo acá varios links sobre la gran mentira que se ha tejido sobre el second-hand smoking:
http://www.forces.org/evidence/evid/second.htm
http://www.smokersclubinc.com/modules.php?file=article&name=News&sid=518
http://www.smokingaloud.com/ets.html
En cualquier caso, supongamos que sea cierto que los fumadores pasivos, luego de largos períodos vean aumentado su riesgo de sufrir de cáncer de pulmón. Varias consideraciones: 1.- La que ya hice sobre el parque automotor a gasolina: deberíamos eliminar todos los vehículos que usen combustibles fósiles hasta la llegada de los vehículos eléctricos o de combustión a hidrógeno (cuyas emanaciones al ambiente son de vapor de agua); 2.- Está demostrado científicamente que someterse prolongadamente a ruidos (sonidos, voces, música, lo que sea) por encima de 85 decibeles causa en el 100% de los casos, léase bien, en el 100% de los casos, sordera parcial o total: el Estado debería regular el volumen de la música en todas las discotetas a un máximo de 80 decibeles, esto es asunto de salud pública, la gente que va frecuentemente a esas discotecas va a experimentar, con seguridad, una disminución o pérdida auditiva a mediano-largo plazo; 3.- El uso de teléfonos móviles (celulares) podría producir cáncer (http://noticias.aollatino.com/2011/05/27/oms-estudiara-si-telefonos-celulares-producen-cancer/), aunque recordemos que esta gente (la OMS) fue la misma que nos mintió respecto de las consecuencias del second-hand smoking, en todo caso, si resultare cierto que el uso de celulares produjera cáncer el Estado debería prohibir el uso de celulares de forma total y definitiva (siguiendo la lógica de quienes usan el argumento de la salud pública); 4.- Las comidas de McDonalds y Wendy’s (y KFC, Church Chicken, Friday’s… y quizás todas las demás franquicias salvo Subway) tienen elevados niveles de colesterol: forbid and ban all of them.
La estatolatría (idolatría al Estado) es un mal bastante más extendido de lo que algunos quisiéramos: a demasiada gente le encanta que el Estado le diga lo que puede o tiene que hacer, que les prohíban cosas. Si a usted le provoca construir, ya no diga un restaurnat o una discoteca sino una clínica privada donde esté permitido fumar, ¿quién carajo es el Estado para prohibirle a usted que lo haga? ¿Está usted causándole un daño a alguien con esa iniciativa? ¿Acaso usted obligará a alguien a que vaya a su clínica de fumadores a tratarse? ¿Hasta donde renunciamos a nuestras libertades en nombre del inmaculado y endiosado bien común? Ya basta de que el Estado nos trate como niños especiales, incapaces de decidir por nuestra propia voluntad como queremos vivir o acortarnos la vida.