¿Y quién hará callar a los hijos de ese terrible hombre?
Si ahora crecido
lo miras fijo a los ojos
es un bebedor tan feliz
que quien como su padre era un soñador,
parece derrumbarse sobre las vedettes
pero sus amigos lo sujetan de los hombros
para que pueda llegar a la barra y recomponerse,
parece querer entregarse
a su aparecida mujer fallecida
que pide el reencuentro de las luces de sus cuerpos,
pero al primer intento de irrumpir en el escenario
para buscar lo que los gritos de la noche
enseñaron que era suyo
recuerda el compromiso
propio de la inocencia interrumpida
por la consciencia de la muerte,
y su secreta pérdida
le da a sus manos el fuego necesario
para liberar el corazón dormido de la ciudad
en el pecho de la mujer…