La casa de las sombras
Con rostros que se difuminan
En la espesa oscuridad de sus rendijas
Gris, vetusta, aguarda silenciosa
La niña en las sombras
Descubre la aventura de la luz en sus ojos
Pálida y frágil se mueve en los arbustos
Con inocencia enfermiza, con purulentas costras
La mujer en las sombras
Mancillada, rota y temblorosa
Lleva rosas marchitas en sangre sobre su ropa
Su templo es este instante inocuo de soledad
El hombre en las sombras
Acude a la madrugada para deshacerse de su alma
Tiene hambre y sed, ansiedad y desespero
De pie en el umbral sonríe con desdén
Mientras acaricia a su familia en las sombras