panfletonegro

¡Esto no es una crónica desde Bergen!

Big Hansa
así deberían ser todos los vasos de cerveza en el Mundo

Son las 2:34 am. Las cervecerías del puerto cierran a las tres, como todo club acá en Noruega. Acabo de salir del hotel y aunque mi cerebro pide a gritos que recorra los estrechos callejones de Sandviken y me dirija hacia mi apartamento alquilado, una parte más visceral de mí quiere recordar aunque sea una pequeña parte de las noches en el Búnker del Este, noches en las que tomarse diez tercios de Polar negra era cosa común. Claro, voy a tener que echarle un camión de bolas para encontrar aquí una banda que toque temas de Soda o Enanitos Verdes mientras disfruto de mi recién servida Hansa. Una ventaja es que aquí el vaso más pequeño es de un tercio de litro. Pero yo voy tras el cáliz de seiscientos mililitros de placer líquido, de lágrimas no lloradas y palabras dichas dentro de mi cabeza. Está empezando a ventear y la chaqueta me ayuda, pero –helvete! (literalmente: Infierno!)- como el güevón que soy dejé el gorro de lana en la casa. Mejor arranco, cargo puesta la camisa del Real Madrid y unos cuantos «Brann Supporters» están lanzando miradas intimidadoras.  Tras recorrer unas ocho cuadras llego a la casa. Estamos a ocho grados, y ese contraste de temperaturas hace que mi piel agradezca que haya salido de la cocina. Mis pies, mojados como siempre -luego de un turno de 10 horas- exigen descanso. Sigo pensando en el proyecto de montar una arepera nórdica que sirva rellenos como ballena, reno, salmón, cangrejo, langosta, macarel y arenque. Y no puedo sacarme de la cabeza el hecho de mentir a quienes alimentas…

 

I.

Mis extranjeros queridos

Hoy (ayer) fueron cincuenta y cinco españoles. Ayer (anteayer) veintidós ingleses. Y mañana (hoy) serán treinta japoneses. Ayer fue pollo, hoy fue pollo y mañana seguirá siendo pollo. Solo que disfrazado, con distintas caras y acompañamientos. Los que ayer fueron «Muslos en Salsa dulce de tomate picante» hoy son «Piernas de pollo en Mostaza y Miel» y posiblemente mañana sean «Wok de Broccoli, Zanahoria, Patatas y Pollo». Una super salsa que acompaña a un exquisito venado, 100% hecha a base de maizena y crema de leche. Cocina hipócrita, cocina falsa, buffet de ahorro y retazos, de «leftovers» y ofertas. Postre: Pudín de chocolate y Crema de vainilla. Hecho por mí. Yo mismo corté la caja y lo serví con mis propias manos.

No me siento enfermo, solo un poco hipócrita: total, aquí no soy chef, «sólo» cocinero.

 

II

Lo que no soy

No pretendo excusar mi comportamiento a través de estas líneas, mas bien busco desahogarme.
¿Acaso no quisiera yo poder explayarme en listas de compras gigantes, para poder servir lo que lo quiero, y no lo que puedo debo? Pero no todos pertenecemos al universo de los restaurantes ***Michelin***, los cruceros o los hoteles cinco estrellas. Yo, por ahora, pertenezco a la base de la pirámide, y mientras me preparo para ser conocido como el próximo Adriá, debo aprender a rendir la comida. A reusar (¿rehúsar? ¡no, reusar!) mis recursos, pero por sobre todo, a dejar a mis queridos turistas con ganas de más (esto en realidad no es tan difícil, sencillamente no saco la segunda tanda de Salmón o los tres kilos de arroz que tengo en reserva, y listo, vaya a llorar a Bryggen).

 

III

Buenas noches, niño bueno

Aquí finaliza este periplo. Justamente siendo las 3:24 am. Miro por la ventana y noto que, en ningún momento, la oscuridad fue absoluta. Un sol que no se termina de ir y una luna que me saluda de a ratos. Y una pequeñaja de apenas seis semanas que ya aprendió a controlarme con una sonrisa y a mantenerme despierto cuando le provoca. Sigo sin sueño, pero quiero un pepito… ah, carajo ahí si perdí… la calle del hambre más cercana debe estar a unos doce mil kilómetros de distancia, por la medida chiquita.

Y como les digo a mis comensales al servirles la comida (adaptado a Panfletonegro, obviamente)
«Espero que disfruten el haber leído este post, tanto como yo disfruté preparándolo»

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