Turbio cielo de desesperanza,
no he visto tu luz en mucho tiempo.
Marcho cansado y aturdido
con el negro fondo que hoy me alcanza.
Mi ropa vieja llena de agujeros,
mis pies descalzos en el fuego
al chasquido de las rocas con mi piel.
Infiernos de luna y sol que aún persisten
ideales quirurgicamente sembrados que aún resisten.
Fusiles oxidados hundidos en los muñones,
un ideal destrozado es parte de mi destino incierto.
El final del camino olvida el hambre y la sed
mi rostro en tajos avanza frente al duro viento del desierto.
Caí sobre mi espalda en una cruz foránea
de miles de millones de cruces que sorteaba al andar.
una muerte atragantada en medio de la nada,
otro ‘acierto’ de dios.
Un hombre accidentado colisiona con un mundo accidentado
llueven gotas de paz y esperanza
sobre mi alma herida sin dios.