Arribamos temprano al auditorio de arquitectura de la UCV para ubicarnos en primera fila. Eran las once de la mañana y todavía no habían rastros de Lanata. En la entrada un pobre señor cargaba un pendón del CNP. Alrededor figuraba una comitiva de hombres de saco y corbata del Colegio y de la Universidad. Yo los grababa con la cámara y ellos me veían con desconfianza.
Poco a poco,la sala empezó a llenarse. Al final se ocuparía el 70 por ciento de su aforo. En el ínterin tuvimos ocasión de ver y saludar a nuevos y viejos talentos del gremio criollo:Rodolfo Izaguirre,Luis Carlos Díaz,Joaquín Ortega,Rodolfo Rico,Pablo Antillano,Laura Weffer y Ewald Scharfenberg. Todos risueños,amigables y distendidos.Cero pose.
Muy por el contrario, a Lanata lo descubrí medio tenso al arribar al lugar de encuentro. Iba con la misión de formularle una pregunta para mi documental sobre el bicentenario, así como con la idea de mandarle saludos de un estimado colega,quien me pidió el favor.
Así le respondí anoche a su inbox de Facebook. Por respeto a su identidad, ocultaré su nombre.
Le mandé tus saludos, cuando Jorge llegó al auditorio.Lo encaré y me le presenté.
Pero sentí a Lanata un poco frío.De repente no me entendió bien o yo fui muy directo y lo agarré fuera de base.De cualquier modo,se sonrió aunque lo sentí extraño.En general, corrígeme si exagero,me pareció una persona medio distante y calculadora a la hora de hacer contacto con seres extraños.
Prácticamente se comportaba como el diplomático y el político en misión,encargado de saludar y posar para las fotos con la gente de a pie,por mero compromiso.A lo mejor me equivoco.En su descargo,la charla fue impresionante.
No obstante,me decepcionó un poco como persona.
Te atendía lo mínimo y lo necesario,antes de huir o desviar la mirada.
A lo mejor es una reacción natural ante la cantidad de acosadores.
De repente soy muy ingenuo y así son todos los seres humanos cuando se hacen famosos.
Por un momento,parecía el Mickey Mouse de Magic Kingdom,quien cuenta por reloj cada abrazo para la foto.
Pero en fin,quería contártelo para saber tu opinión.
En efecto, el resto de la jornada con el invitado reconfirmaría mis sospechas. Nadie es perfecto. Menos el curioso desarrollo del evento. Justo antes de arrancar, los reporteros rodearon a Lanata en el escenario de la sala, entre sus micrófonos de baquilla, sus preguntas de manual de polarización y sus cámaras cándidas.
En consecuencia, retrasaron aun más el inicio de la charla, al improvisar una suerte de rueda de prensa con el principal ponente. Otro vicio del ejercicio de la profesión, resultaba avalado y legitimado por el contexto. Es sencillo criticarlo, pero es casi imposible desmontarlo como práctica. Le denominan “la declaracionitis”. Es la vieja técnica de engrosar el contenido de un noticiero o de un periódico a punta de testimonios y entrevistas mal concebidas. Ni siquiera Lanata podía evitarlo. Tampoco nosotros. De tal modo, naturalizamos el despropósito.
Culminada la farsa del careo en vivo, Jorge regresó a su puesto y los organizadores emprendieron la tarea de inaugurar la faena, bajo la sombra del segundo vicio del día. Me refiero al aburrido trámite de los discursos de presentación. En total fueron tres,a cual peor.
La palma se la ganaría Nicolás Bianco, Vicerrector Académico. Disculpó y justificó la ausencia de la rectora, Cecilia García Arocha, mientras derrochó el valioso tiempo recordando sus relaciones personales con el periodismo y prometiendo la salida del túnel a la actual situación de ingobernabilidad. Se le salió lo politiquero, lo superficial y lo demagógico. Verbigracia, abandonó el proscenio a los diez minutos.
Por fortuna, también faltaron las fuerzas de choque del chavismo alentadas por el Twitter de Pedro Carvajalino: Preséntate en el CNP a estropearle la actuación a Jorge Lanata, ese asquerosito de Clarín y Prisa, 100% anti-kirchner».
De repente de ahí le venía la paranoia y la antipatía al gordo. Sin embargo, cuando tomó la palabra se transformó en un genio carismático, en el monstruo de medios fundador de dos periódicos,realizador de innumerables documentales y redactor de increíbles columnas de prensa. En principio reflexionó en torno a las contradicciones del oficio, de manera descarnada.
Cuestionó el divismo, la banalidad de las redes sociales, las redacciones convertidas en centrales de atención telefónica, la militancia devenida en reflejo de la propaganda de estado, la arrogancia de las generaciones de relevo y la evidente derrota de la revolución del pensamiento ante la victoria de la revolución tecnológica. Una de sus propuestas para el milenio, es revertir la tendencia al ubicar al pensamiento por delante de la tecnología, para contener sus desmanes como la erosión del derecho a la privacidad.
En paralelo, pude detectar varias inconsistencias en su argumentación. Por un lado, dice aborrecer del periodismo militante en permanente respuesta a la propaganda oficial. Por el otro, le gusta encarnar el papel del denunciante partisano y vehemente en su programa de televisión, donde no deja títere con cabeza y jamás se reprime para emitir opiniones destempladas.
Irónicamente, el Jorge Lanta de ayer terminó siendo un caballero demasiado prudente y comedido en la comparación con su esquema habitual de incorrección política. No en balde, se rehusó a ofrecer una lectura sobre el país, el proceso de cambios y el presidente, al escudarse en la típica excusa del intelectual turista: apenas tengo 48 horas en Venezuela y sería una irresponsabilidad de mi parte hablarles de su país. ¿Por qué entonces sí lo hace de lejos?
De igual manera, las posturas de Lanata acerca de la internet, caen en el terreno común y no aportan mayor novedad. Ahí residen algunos de sus defectos y debilidades.
En adelante irrumpió la sesión de preguntas, y los del Colegio amenazaron con filtrarlas por medio de las clásica técnica de los papelitos, para ser leídos por ellos. Por suerte, Lanata los paró en seco y exigió conversar con la gente. Gran punto a su favor.
Los señores del Colegio se quedaron con los crespos hechos, y estuvieron con cara de circunstancia durante buena parte de la función. Es una verdadera lástima, pues no hubo una auténtica respuesta o réplica al monólogo triunfante de Jorge Lanata. No nos atrevimos a ofrecerle resistencia a sus conceptos discutibles y nos resignamos a escucharlo con educación. Sin duda, una muestra de civismo aunque estéril.
Extrañe la participación y las interrogantes de los viejos zorros de la escuela. La mayoría de las inquietudes amplificaron y reafirmaron el punto de vista del emisor. Un moderador como Boris Muñoz al lado de John Lee Anderson, era necesario. Boris le refutaba ideas al maestro y lo sacudía con intervenciones ágiles. Aquí lucía cuesta arriba enfrascarse en una discusión.
Yo pregunté por la opinión de Jorge en contra del bicentenario, y él no me respondió como el Lanata de DDT, donde se había descargado la celebración de la fecha. Acá se mostró considerado y juicioso con las palabras. En el fondo dijo lo mismo. Pero cambió la forma. Por lo visto, el orador adapta su estilo de acuerdo al contexto.
Con todo, hubo destellos del Jorge explosivo y misantrópico, al punto de derivar hacia lo irreflexivo. Por ejemplo, un señor le inquirió sobre el tema de la jubilación, y Jorge le salió con una chocancia: “si piensas en la jubilación, estás muerto”. Es posible, Lanata, pero la pregunta viene a lugar, porque en Venezuela, después de fajarte por 30 años de trabajo, algunos medios no te garantizan la jubilación. Por ende no es una cuestión descabellada. Además lo preguntó un señor en edad de pedir la jubilación, con canas y demás.
Por último, cortó la sesión porque “quería salir a fumar”. En realidad ya era suficiente. El ritmo se había aletargado y el público se disponía a emprender la retirada. Afuera nos esperaba un brindis.
Jorge se paró de su silla, el del CNP agarró por fin el micrófono para desahogarse en el vacío, y Lanata estrechó manos y se tomó fotos con medio mundo.Pero en dirección hacia la salida, hacia la evasión.
El espumante se quedaría frío a la espera del principal invitado.
No hubo choque de copas con Lanata.
Pero todos siguieron en lo suyo,fingiendo demencia.
Así como existe un Hollywood en fuga, de rápida importación y consumo de escape, también hay una intelectualidad en fuga, cual capital golondrina.
Es la ventaja de las estrellas del periodismo extranjero, consentidas por nuestro medio.
Por desgracia, acá no nos tratamos y nos apoyamos con igual esmero.
Somos los mejores anfitriones y jamás perdemos la ocasión de instrumentalizar el éxito ajeno, a nuestro favor.
Para ser estrictamente sinceros, lo de Jorge Lanata no le reportará mayor beneficio al gremio, salvo para quienes tuvimos la ocasión de escucharlo en vivo.Es decir,una minoría.
En resumen, es un pañito caliente y un evento efectista generado por el Colegio, para justificar su gestión y hacerse publicidad, en aras de consolidar poder.
Para la próxima, inscriban la invitación de la estrella en el marco de unas jornadas de discusión. Puede ser el evento de cierre o clausura. Pero no el único evento. Atención.
Ahora Jorge Lanata sigue volando.
Todo él, todo ego,todo BRIC.
Su show del diez en pleno ascenso.
A años luz de su humilde pasado.
Seamos honestos,Lanata le descubrió el negocio y la rentabilidad a su ejercicio del periodismo crítico.
Por eso, actualmente es el niño consentido de los medios antiK.
Los mismos medios le darán la espalda cuando vuelvan al poder.
Y de seguro, Jorge se reciclará y reinventará.
Es parte de su magia,de su discreto encanto.
Es un arquetipo de la profesión.
Nos resume para bien y para mal.
“la declaracionitis” ja ja ja. Tremenda Crónica Sergio. Gracias