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Llámame facho.

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Acabo de leer esta noticia en el diario y estoy que no aguanto el espanto y la indignación.

Una joven mujer de 24 años sale de su casa, en La Vega, para llevar a su hijo mayor (8 años) al colegio. A mitad de camino, advierte que su casa se está quemando. Regresa apresurada. Al llegar, se da cuenta de que hay varios vecinos tratando de apagar el fuego. Sus otros tres hijos (8 meses, 2 y 5 años) estaban en la casa. Ella guarda la esperanza de que alguien haya logrado sacarlos, pero pronto se da cuenta de que los tres han muerto en el incendio. Los más pequeños, quedaron en el cuarto donde dormían. El mayor muere acurrucado tratando de protegerse de las llamas.

Difícil imaginar la angustia de ese pobre niño. Difícil imaginarse el dolor de la madre. El hermano sobreviviente, por el trauma, de cuándo en cuándo toma un cuchillo y dice que quiere matar a los que quemaron a sus hermanitos.

¿Desafortunado accidente? No. El incendio fue provocado por una banda que tenía problemas con los dueños del rancho. Al parecer, los malandros acostumbraban a pasar frente a esa casa cuando huían de un sector del barrio a otro. Los dueños decidieron cercar la entrada, obstaculizando así el paso de los delincuentes. Así que estos jóvenes decidieron quemar la casa, sin importarles lo que pasara con tres niños inocentes.

La policía sabe quiénes fueron. No sé si habrán hecho algo. En todo caso, supongamos que los agarran y los llevan presos. ¿Cuál será el destino de «El Pedrito», «El Meiker» y «El Yurme» ? Ciertamente tendrán muchos más defensores de los que tuvieron esos tres inocentes que sufrieron una muerte tan atroz. Para empezar, un abogado los defenderá y hará todo lo posible por acortar su condena. Luego irán a parar a una cárcel venezolana e ipso facto pasarán de ser tres psicópatas a tres pobres angelitos del Señor a quienes hay que defender de esos perversos Guardias Nacionales, tan crueles ellos, que sistemáticamente irrespetan los derechos humanos de tan honorables ciudadanos.

Una sociedad que genera tres basuras como «El Pedrito», «El Meiker» y «El Yurme» , tiene necesariamente que estar podrida hasta la raíz. Es tiempo de que nos replanteemos un montón de conceptos que ya aparentemente no nos sirven. En primer lugar, debemos buscar la manera de eliminar de la sociedad el tumor que la corroe. Actuar de otra manera sería suicida. Estoy hablando de eliminar físicamente, borrarlos del mapa, impedir que sigan haciendo daño a gente inocente. No creo que los psicópatas que quemaron vivos a esos bebés sean capaces de regenerarse. No es posible. Ni aún cuando nuestro sistema penitenciario fuera ideal y estuviera regido por ángeles.

Por eso a la sociedad no le interesa lo que le pase a la gente del Rodeo. Tú no puedes vivir una vida completa azotando a la sociedad y cometiendo actos abominables y luego pedir que te traten con un mínimo de consideración. Apenas dañas una vida humana, estás renunciado a tus derechos humanos; apenas te pones en contra de la sociedad, deberías perder los privilegios que te proporciona el formar parte de ella.

El que no vibre de indignación ante la noticia que trajo hoy El Universal, debería tomarse el pulso, porque dudo mucho que esté vivo.

Llámenme fascista si quieren. Total, me han llamado cosas mucho peores. Uno termina acostumbrándose a ser juzgado por esas mentes incapaces de superar el proceso de domesticación al que han sido sometidas.

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