Después de veinte minutos exactos de publicidad, empieza la película. La sala nos secuestra por tanto tiempo,para proyectar puros comerciales y cuñas prescindibles,conductistas,horrendas.
Por poco perdemos la paciencia y emprendemos la retirada. Solo nos aguantamos con estoicismo por el deseo de ver el progreso o el retroceso de los creadores de “Rec”. Luego de contemplar la secuela, el esfuerzo mereció la pena, aunque no es una cinta perfecta. Incluso la siento por debajo del nivel de su antecesora.
Sin embargo, la redime el hecho de ser un largo cien por ciento fiel a la estética de su casa productora: Filmax Entertainment, conducida por Julio Fernández, quien se vuelve a reservar el papel de organizador y mecenas de la segunda parte de la serie, cuya tercera viene en camino.
Filmax es una compañía dedicada a la explotación del género fantástico. Antes tuvo en las figuras de Brian Yuzna y Stuart Gordon a sus principales fichas comerciales. Dos directores imprescindibles y responsables de la resurrección del fenómeno del pánico hispánico. Ahora sus herederos naturales son Jaume Balagueró y Paco Plaza, autores de “Rec 2”.
Grosso modo, el film supone un paso adelante en términos de evolución estética,pero a la vez constituye una regresión conceptual, desde la puesta en escena hasta el guión, donde se pierde la ambigüedad de la pieza original.
En efecto, la secuela busca dar demasiadas explicaciones al caso planteado e incurre en falencias propias del peor cine hispánico, como la inclusión de justificaciones a través de los diálogos y el desarrollo de personajes escuetos.
De tal manera, somos testigos de algunas interpretaciones fallidas, así como de varías líneas de locución para el olvido, cuando el protagonista asume la batuta de la puesta en escena para ofrecer sus innecesarios discursos.
Los realizadores apelan al recurso de la interpelación y el interrogatorio forzado, para llenar las lagunas y los vacíos de la historia. Por ende, asistimos a un proceso de imposición de sentido, de sobrecarga de contenido, de despeje de dudas, tendiente a desfavorecer el esfuerzo técnico.
El argumento entonces banaliza el conflicto de partida, al desviarlo por el camino de la posesión infernal y del encuentro de un antídoto para curar la epidemia de rabia. En adelante, los parlamentos intentarán responder a las preguntas de la audiencia, por medio de sentencias lapidarias, gritos exagerados de melodrama dogmático y aburridas aperturas de paréntesis, para recuperar los viejos tópicos del desgastado filón del exorcismo, ya desmontado y deconstruido por innumerable cantidad de títulos.
En consecuencia, la franquicia abandona el humor negro y la visión iconoclasta, cercana a la parodia, a objeto de entregarse a las manos de la solemnidad y el acto de conjura de las taras de la sociedad del bienestar, según la metodología progresista al uso en blanco y negro.
Los zombies son el resultado de las conspiraciones y experimentos de un grupo de adoradores de satán, enfrentados a la iglesia y al estado. Se les pinta con los colores gruesos de la secta, inspirada en las comunidades entrópicas de Polansky, Alex De la Iglesia y William Friedklin. Con todo, apreciamos y reivindicamos un subtexto de crítica a la descomposición colectiva de la generación Zapatero. Gran tema de fondo.
Nada sirve y no hay esperanza, futuro o escapatoria para la espiral del horror de la trama laberíntica, espejo de las patologías contemporáneas de la realidad española, amén de la corrupción de sus instituciones e individualidades,de los adultos a los jóvenes, de los policías a los padres de hábitos oscuros, de los extranjeros a los criollos, contaminados por el germen de la violencia, la locura, el ojo por ojo, la intolerancia y el ánimo de brutal supervivencia. Parece un revival del expresionismo alemán, exacerbado por la crisis de la España de la depresión, con sus fantasmas, monstruos y almas torturadas.
“Rec 2” sigue describiendo, con pelos y señales, la degradación pública y privada de un país, un mundo y un contexto devenido en pintura negra, en cuadro de Goya, en retrato del darwinismo social, en reflejo del colapso, en anticipo del movimiento de los indignados. Caldo de cultivo del estallido del 15 de mayo.
De allí su posible conexión con la obra geopolítica y contestataria de George Romero,salvando las distancias. No en balde, la denuncia de Jaume Balagueró y Paco Plaza es superficial, predecible y estereotipada, al lado de la contundencia de “Diario de los Muertos”, por ejemplo.
Sea como sea, la dimensión plástica del trabajo eleva el estándar de la saga, por encima de sus expectativas y logros del pasado. De hecho, “Rec 2” exhibe y ostenta un conjunto de planos para la historia,la memoria y el registro de lo mejor de la cartelera del 2011.
Aquí no solo hay la perspectiva del hombre de la cámara en primera persona, sino la óptica descentrada y posmoderna de no menos de cuatro sujetos diferentes, condenados a grabar su muerte, cual fotógrafos de Michael Powell en “Peeping Tom”.
Por tanto, el cine se proyecta como la prolongación de un arma de destrucción masiva y la extensión de una mirada histérica, colidante al sacrificio de la inmolación en directo.
Mutatis mutandis, se habla de la defunción de lo humano a las luz de sus prótesis digitales. Es la implosión de la imagen en movimiento. Verdadera enfermedad y síndrome irremediable para la película.
Mitad reality show de espanto y brinco, de ejercicio de revisitación de “Actividad Paranormal”, de hijo maldito de “Proyecto de la Bruja de Blair” y de descendiente de las guerras virtuales encarnadas por los video filtrados de Wikileaks, “Rec 2” continúa profundizando en las investigaciones de “Redacted” y compañía, para mostrar y evidenciar el apocalipsis de la utopía del Big Borther, del sistema de vigilancia y control, del vouyerismo total.
La película juega a una doble condición de disenso y complacencia. Por un lado, es condescendiente con la perspectiva del fanático del video game belicista, al replicar en carne y hueso sus fantasías reprimidas de asesinato en masa, a la gloria del gusto por la sangre del gore.
Por el otro, golpea y sacude la retina del espectador común y corriente, al confrontarlo con sus miedos y pasiones censuradas. De allí el desfile y la hemorragia de público durante las funciones en Caracas. Semejante hipocresía delata nuestra forma de querer ocultar y eludir el recuerdo perenne del holocausto silencioso de Venezuela. Un tabú, una impostura para intentar borrar la evocación de la masacre del Rodeo. Por ello, acá triunfan las comedias de evasión.
En suma, “Rec 2” engloba e incluye poderosas remembranzas del presente, dentro y fuera de la madre patria. Su metáfora también nos abarca en la víspera del bicentenario.
Atención. Las demenciales viñetas de “Rec 2”, son para celebrarlas de pie. Desnudan y revelan la vigencia del híbrido cultural entre la ficción y la no ficción. Es un falso documental ilustrado con encuadres y composiciones memorables. Mis favoritas: las texturas en “nightshot” y las virulentas persecuciones a golpe de planos secuencia. Los infectados nos atacan, nos hieren y nos contagian con su frenesí. El lente cae al piso, recibe porrazos y sabe imprimirle un sello interactivo a la narración.
Es un film 2.0 hasta decir basta.
Un diamante en bruto.
Desde “Inland Empire” no se veían imágenes tan embriagadoras,hipnóticas y desatadas en las salas de la capital.
Me encanta el desenlace pesimista.
La reportera es la próxima semilla del diablo.
Impagable reflexión mediática.
Espero con ansías por la tercera.
tenia un mes que no salia de la casa por culpa de la rodilla y ayer me dije que iba al cine, camine muy poco, pero llegue mal al cine. y me paso eso mismo 20 MINUTOS interminables de propaganda, de verdad si me hubiese sentido mejor mejor, me voy. de hecho trate de hacerlo, pero mary me lo impidio. Pense que iba a enloquecer.
cuando este mejor tratare de ver esta ppelicula, pero seguro voy a llegar tarde, no me lo vuelvo a calar