Insurección Libertaria: mamarrachada patriotera.

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Todas las dictaduras son cinéfilas, muchas han producido un cine grandioso. La razón es simple: el cine es un arte no necesariamente intelectual. Por eso, desde que los hermanitos Lumiere revolucionaron al mundo con su invento, los poderosos, en especial los más nacionalistas, han pretendido hacer un cine que adoctrine al pueblo. Así mismo: al pueblo. Recordemos que las dictaduras nunca hablan de ciudadanos o individuos. Quién sabe si por eso, en su última entrevista en Venezuela, Facundo Cabral dijo: un lobo es algo magnífico, muchos lobos son una jauría.

Desde la U.R.S.S., hasta la china comunista, desde la Cuba de Castro, hasta el fascismo de Hitler y Mussolini, la historia está llena de dictadores cinéfagos, deseosos de ver representados en la gran pantalla sus delirios nacionalistas. Venezuela, no es la excepción. Desde hace varios años, a través de la llamada plataforma del cine, el estado ha intentado, a base de subsidiar y cooptar a nuestro creadores, construir una cinematografía cursi y grandilocuente diseñada para recrear la mitología oficial. Hace meses, dediqué un post a analizar el tema. Igualmente, hace días, Edilio Peña, en Código Venezuela, hizo un agudo análisis sobre el tema.

Ayer, a las 09:00 pm, la Red Nacional de Televisoras Públicas se encadenó para proyectar la película Insurrección Libertaria (2011, Rubén Hernández, La Villa del Cine). Le acompañaron Venevisión y Televen, canales que, en un acto de servilismo, y también en aras de su propia sobrevivencia, se unieron en una transmisión que ya pudiera ser un hito en la historia comunicacional del país: una autocadena cinematográfica.

La cinta puede verse como un ejercicio de nostalgia. Frente a la pantalla, durante hora y media, desfilaron una larga lista de actores venidos a menos. En un tiempo fueron protagonistas de telenovelas, hicieron programas humorísticos y animaron bailantas en Venevisión. Hoy, la situación está dura, los puestos de trabajo escasean, y además el estado ha decidido capitalizar todas las fuentes de empleo en el sector. Suena duro, pero es verdad: o trabajas en los bodrios de La Villa del Cine, renunciando a cualquier dignidad personal, o te mueres de hambre haciendo monólogos en los teatros caraqueños y esperando una oportunidad en alguna de las ya escasas telenovelas locales. Es la dura vida de los actores venezolanos. Conozco de actrices que se están resolviendo la arepa vendiendo tortas y cosméticos porque desde hace rato ya no tienen donde trabajar. Los que no aceptan esto se han ido del país; de ahí que la televisión colombiana esté saturada de actores criollos.

Insurrección Libertaria debería ser el testimonio del hambre y la pobreza del gremio, y de ahí viene la primera contradicción de la película. En la historia los esclavos y negros se emocionan ante la abolición de la esclavitud, en la realidad, Insurrección Libertaria es una película hecha por esclavos del socialismo del siglo xxi.

No hay mucho que decir sobre el guión, tal como se estila, Henry Herrera firma un penoso libreto que satisface a los jerarcas, sublima los peores defectos del cine patriotero de la villa, y además tuerce los hechos históricos a conveniencia. Según la tesis reaccionaria del filme, Venezuela logró su independencia, pero en el proceso, los civiles era unos infiltrados de la oligarquía. Mientras los militares son incorruptibles, los civiles son representados por Alberto Alifa, en una despreciable actuación como un inhumano millonario, pendiente de usar el proceso independentista para sus oscuros intereses. Ya lo señaló ayer Tulio Hernández en su artículo sobre el bicentenario: la celebración de nuestros 200 años como república ha sido secuestrada por el discurso militar.

Henry Herrera es autor del guión de Punto y Raya (2004, Elia Schneider). Valga lo que valiere esa película, hay que reconocer que en ese trabajo la perspectiva de Herrera es decididamente cínica ante temas como el patriotismo y las instituciones militares. Aquí, el autor se traiciona a sí mismo para entregar un panfleto militarista y reaccionario del peor tipo.

Desde el punto de vista artístico, la película es una comedia involuntaria.

Valga decir que, mientras la prensa cultural hace silencio e insiste en su reivindicación oligofrénica del “talento nacional”, desde la red se hace resistencia. Imperdible fue seguir la película en Twitter, al calor de miles de usuario quienes no se bancan el patriotismo barato del cine oficial. Esa es la razón por la que todos los estrenos de la plataforma del cine se saldan con rotundos fracasos de taquilla.

Nadie quiere ir a ver ese cine chapucero y mediocre, con actores en uniforme de fieltro, actuaciones afectadas, diálogos solemnes sacados de los libros de Rubén Arias Amaro, y una actitud tan ranchúamente grandilocuente que mueve a la risa. Es como ver a la Tigresa de Oriente o a Wendy Zulca. De hecho, si Insurrección Libertaria se exhibe fuera de nuestras fronteras, seguro Caracas se nos llena de Hipsters barceloneses.

El tercermundismo marca la pauta, y desde la secuencia de créditos vemos como los realizadores están dispuestos a imitar desde el acomplejamiento al cine de época norteamericano. Cómo se nota que estos panas se vieron miles de repeticiones de El Patriota (2000, Roland Emmerich). Así como se han dado robos de cámaras y equipos costosos en nuestros rodajes, yo deseo que una banda se meta un día a la villa y se robe el fieltro y las máquinas de coser de esta gente. Que pena las pelucas y el vestuario, que risa me dan.

Vean este video, colgado por @edvill

Nuestra dictadura es decididamente rancho. Aquí hace falta un Zhang Yimou, una Leni Riefenstahl, un Tomás Gutiérrez Alea. Lamentablemente, nos tenemos que conformar con una Alejandra Szeplaki, un Carlos Azpúrua, un Román Chalbaud, o un Rubén Hernández, director de este despropósito.

“Vicente Salias y Juan José Landaeta eran el Chino y Nacho de mi época”, dice @elsimonbolivar, y todos nos cagamos de la risa.

“Eso sí, metieron una grúa en todas las escenas para que se vea fino como el desfile”, agrega @LuisSisino, y tiene razón. En efecto, parece que en la villa nadie sabe nada sobre lenguaje cinematográfico. Por eso las tomas no tienen nada que ver con las escenas. Se huele la improvisación, se ve la mamarrachada.

Ni hablar de la absurda pretensión de poner a los personajes de la historia a recorrer la Caracas actual. Se impone la censura y por eso no sale un rancho ni un pobre. La Caracas que recorren los próceres está limpiecita como un sol y usted puede pasar con confianza. Nada de vagos y maleantes, nada de pobres o damnificados acampando en las calles. Ni Rudolph Guilliani, en la Nueva York étnicamente limpiada de principios de esta década, llegó tan lejos.

La vaina da risa, los próceres caminan y al lado sale un carro último modelo, o un carajo con franela de mostro. Patético, sencillamente patético. Yo creo que el mal gusto debería considerarse una enfermedad mental.

“Los domingos siguen siendo de humor en la pantalla de nuestro canal”, apunta @VVperiodistas.

“Esto es como “Volver al Futuro”, quieren cambiar detalles del pasado para que Chiabe aparezca en la foto forever”, remata @LuisCarlos

“Venezolanos debemos exigir un cine de calidad, con buena fotografía, guión adaptado a la realidad histórica de la época, buen vestuario…”, reclama la aguda periodista @petittebalabu, y no le falta razón.

“Versión libre basada en hecho reales”, cierra la película, justo después de que Bolívar dijera “la lucha por la independencia continúa”, como reza la propaganda oficial. Esta versión tiene de todo menos de libre, es una versión empericada de la historia, torciendo los hechos a voluntad, y ocultando hechos como que a Mirada, ese gran venezolano, otros venezolanos lo mandaron a pudrirse en una inmunda prisión lejos de su tierra. De hecho, la cinta pone a Miranda y a Bolívar a ver la Caracas actual desde un mirador. Faltó la escena en la que los próceres hacen lo que suelen hacer las parejitas en los miradores.

Suponemos que pronto el canal de estado transmitirá el momento en que el comediante en jefe veía la película rodeado de sus servidores, tal como lo hicieron con el partidazo de La Vinotinto frente a Ecuador. Ese momento será perfecto para recordar al Goebbels de Bastardos sin Gloria, conmovido luego de que El Fuhrer le celebrara su película propagandista. Esperemos que aquí también aparezca un Eli Roth con metralleta al hombro dispuesto a destruirlo todo. El mito del cine en Venezuela hay que destruirlo como lo hizo Tarantino en su obra maestra, sólo así podremos reconstruirlo realmente.

18 Comentarios

  1. Por lo que vi en los clips y las fotos montados en la red, la vaina parece una version sweded de Dr Who.

  2. Si buscamos lecciones de ciudadanía en mantuanos y militares de hace dos siglos, sin duda nos quedamos con las manos vacías. Esa gente no sabía lo que es ser ciudadano. Tampoco sabían qué es la libertad y con qué se come. No sabían ni siquiera lo que es la democracia. Esa gente no toleraría cinco minutos de conversación sobre las libertades civiles.

    Ese cine nacionalista y patriotero, ese afán por fabricar y reproducir la épica según el partido de gobierno, es lo peor que heredamos de los gringos.

    Pero como buena colonia, seguimos retocando el mito fundacional, porque nuestros líderes son unos esclavos acomplejados que no pueden mirar hacia el futuro y, además, el celuloide aguanta todo.

  3. Alguien sabe si se puede descargar, soy así de masoquista. Leí en el twitter chavistas vociferando (porque hasta escribiendo gritan) que los escuálidos no entendieron que la película estaba narrada a dos tiempos, supongo que el término se los enseñó Farruco o Amorín y que nadie estaba entendiendo nada.

    Luego de eso me dio mucha curiosidad en verla, quiero ver a qué coño se refieren. Otra de las defensas era que también Titanic tenía muchos errores de producción y por supuesto eso justifica todo.

  4. Yo creo que hablar de cine de propaganda en Venezuela es una exageración, no niego el hecho de que lo sea, sino que propaganda implica tener un pensamiento, una idea, algún tipo de plan y la realidad es que eso no existe porque hasta para eso son mediocres.

    La verdadera motivación es la jaladera de bola para ganarse unos reales. Entiendo la necesidad que pueden tener la gente del medio por conseguir trabajo y terminan haciendo esos papelones (aunque muchos de esos actores siempre han hecho papelones) pero los directores, los productores son otro cuento.

    El rollo para mi es que ahora vemos este cine mediocre pero el que teníamos antes acaso era mejor. Chalbaud hizo muy buenas películas antes de convertirse en el pobre buhonero intelectual que es ahora pero en el pasado también vimos un cine con unas carencias brutales, yo creo que ahora estamos cosechando lo que hemos sembrado y pareciera como que sembramos puro monte.

    Hacía falta crítica, hacía falta menos defensa de lo nacional y más defensa de la calidad. Una de las críticas que yo siempre le he hecho al cine nacional es su pésima fotografía, mandaban un poco de gente a estudiar becada al extranjero para que aprendieran a hacer fotografía y luego se veían esas películas con unas fotografías horribles, subexpuestas, sin ningún sentido, lo mismo vemos ahora quizás con algunas mejoras mas que todo por la tecnología pero siguen haciendo las mismas chaborradas, salvo por contadas excepciones, solo que más caras y financiadas con nuestro dinero.

    Excelente artículo.

  5. Me cago en la madre que lo parió. No sé si alguien notó el carro pasando por detrás de Francisco de Miranda en el segundo 12 del vídeo.

  6. Ah, ya veo, era a propósito. Es que para hacer una apuesta tan arriesgada como esa hay que valer. Evidentemente era mucho camisón pa’l director del bodrio.

  7. Buen escrito. Todos sabemos que estos bodrios que aparecen en la tv nacional son el hazme-reír en las redes sociales, sin embargo -y aunque moría de risa con las sillas plásticas al final, los carros, el «cardenal»(caperucita roja vestida fieltro) y demás- me dan tristeza porque son pagados (y eso de «bajo presupuesto» no me suena acá).

    Sí, sí, yo sé que el director y el guionista deben tener en su cuarto pegada una calcomanía gigantesca que diga «tu envidia me fortalece» y bueno, sí, tengo algo de envidia sólo por el hecho que le están pagado por hacer esa chaborrada, si fuese gratis o ad honorem, pues es otra cosa.

    No entiendo por qué ni para adoctrinar se toman la cosa en serio. Esto parece una película grabada por universitarios borrachos, es como un video espontáneo para youtube. Dista mucho de una película épica.

    Y, entonces, yo sólo me pregunto ¿cuándo el cine venezolano nos callará la boca?, ¿cuándo será que veré algo producido por la villa y diga «ok, esto es serio»?, exijo que me callen la boca, que me sorprendan y que le den razones a J.M.Silva o a Monsalve para levantarse el sombrero.

    Nada, nos quedaremos esperando.

  8. John Manuel haces una disección casi perfecta del asunto. Tanto que dan unas ganas locas por ver este accidente (uno más) de los que se producen como chorizos en estos días bicentenarios. Lo único que me consuela es que gracias a producciones como estas, actores y actrices venidos a menos, consigan una forma de sustento. Es lo único.

  9. «¿Cuando el cine venezolano nos callará la boca?» Esa es la gran pregunta, como que todos queremos que en serio que nos caigan a correazos a punta de calidad indiscutible. Mucho pedir… por ahora!
    No entendí por ejemplo el personaje narrador de José Vieira, no la vi completa pero no sé quien era y por qué y a quien le contaba la historia y tampoco entendí su acento, si era inglés o francés, a mi me sonaba haitiano.
    Lo que dices de la ‘mezcla temporal’ ya había pasado y mucho peor en otra película que hicieron sobre el 19 de abril, en la escena cuando el padre Madariaga pregunta al pueblo si quieren mando, el pueblo está conformado por gente disfrazada de la época y gente normal que iba como saliendo del metro de Capitolio, todos muertos de la risa pero sintiéndose parte de aquel hecho histórico. En esta las escenas en Londres con los autobuses de dos pisos pasando al lado de Bolívar y Miranda, representan además un gasto injustificado, una cosa es hacerlo en Capitolio y otra en Londres. Y a mi me encantan las historias con esa clase de anacronismos y mezclas temporales pero cuando está bien hecho y justificado dentro de la historia, aqui parece pura flojera, se toman la molestia para que ciertas tomas cumplan con un mínimo de correspondencia con la época, pero para otras no, ¿cual es el sentido? Nisiquiera me parece que sea de la Villa del Cine, Miranda Regresa es una grandiosa película épica comparada con esto, al menos el pelo largo de Jorge Reyes era SU pelo y no una peluca! Pena ajena vale!

  10. Warholio: Dr. Who es una obra maestra al lado de esta vaina. Además las pelis sweede son una merma :) Yo soy fan.

    Brutal tu comentario Daniel.

  11. Luis1210 Dudo que en La Villa sepan que son las descargas.

    Aleister, ni que lo digas. Es obvio que nuestro cine siempre ha arrastrado defectos imperdonables. Pero ni en los peores momentos habíamos hecho vainas así.

  12. De hecho, hay que decir que siempre el cine nacional ha dependido del estado, pero sería injusto negar que en el pasado el CNAC (por citar un ejemplo) tuvo posiciones divergentes con el estado. La genuflexión nunca había sido tan absoluta y patética.

  13. Frank supuestamente la idea de que la peli se desarrolle en la época actual es por el mensaje: «la lucha por la independencia continúa». Cuas, cuas.

    Elena, ¿De La Villa? Nunca. ¿Del cine nacional? Tal vez surja un arrojo de dignidad en algún momento.

  14. Andreina, para cagarse de la risa.

    Yoli, Caque: cuando la repitan, yo les informo. Seguramente los canales oficiales la loopean, como hicieron con Zamora :-)

    Gracias a todos por sus comentarios.

  15. Supongo que el hecho de «encadenar» la transmisión de una obra de ficción es la asumpción implícita de que, por motu propio, nadie pero nadie la vería.
    Qué triste. Como bien señalas, al menos los cineastas «oficiales» de regímenes nacionalistas tenían muchísimo talento, es por eso que podemos ver «Soy Cuba» simplemente por los logros técnicos. De hecho, Scorcese afirmó que, de haber visto «Soy Cuba» cuando se produjo en los ’60 (porque después se engavetó), habría cambiado completamente su forma de hacer cine.
    En Venezuela, no podemos aspirar ni a eso. Encima de tener que calarte hora y media de un discurso reaccionario y militaroide, tienes que verlo filmado con los pies, sin gusto, y sin avance alguno en «el cine» como arte.

  16. Correcto, me di cuenta de eso al terminar de leer tu nota. No es evidente de ese corto segmento y a juzgar por los comentarios que he leído, tampoco es evidente a partir de la película entera, lo cual es un fallo enorme. No la vi, pero en principio, los trozos que he visto en youtube, más que hacerme pensar que «la lucha continúa» me hacen pensar en un montón de fantasmas decimonónicos dando vueltas por el centro de la Caracas actual. Triste ¿no?

  17. La sapiencia cinematografica es algo que escasea en todos lados. El que piense que vamos en linea ascendente creo que deberia pensarlo otra vez.

    Por no repetir lo que dicen los demas, solo dire que ni siquiera Tarantino va a mejor. Sobrevalorado hasta decir basta.

    Ah, y no existe eso de «china comunista».

    Saludos!

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