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Somewhere: Padre Rico, Padre Pobre


A “Somewhere” le dicen “Nowhere” por la red social, debido a la supuesta nadería de su argumento, cuyo guión da vueltas sobre su propio eje desde el principio hasta el final, cuando el hombre del Ferrari se baja de su auto para ir a la conquista de la libertad, en un “happy ending” forzado y condenado por su nula consistencia. Nadie se lo cree y parece una concesión demasiado grande con la platea.
Visto así, el desenlace transita entre lo peor de la autoayuda y el lugar común del triángulo demagógico de Hollywood-Sundace-Venecia. Por algo, Tarantino le regaló el León de Oro a la hija predilecta de “El Padrino”.
Irónicamente o no tanto, la Coppola anticipó su triunfo en Italia a través del trazo grueso de la secuencia de su película, donde el protagonista recibe el “Gato” dorado de manos de un Festival populista organizado a la manera de la dictadura audiovisual de Berlusconni.
“Somewhere” hace la caricatura moderada del modelo de prostitución televisiva encabezada por la RAI al servicio de Don Silivio,alias “Il Cavaliere”.
Somos testigos de una parodia “light” y medio mala de las coreografías de Raffaella Carrà. Por supuesto, la directora como humorista se muere de hambre. Le falta la vena iconoclasta y corrosiva de Sabina Guzzanti en su deconstrucción de la Gomorra electrónica, bajo el título de “Draquila”.
¿Cómo funcionó la comedia de “Lost In Traslation”? Muy sencillo. Era otra película para el lucimiento del genio de Bill Murray, quien se roba el show con poco esfuerzo.
Ni hablar de la corrección política de la niña consentida del clan de los viñedos y los largometrajes en masa, cocinados al fuego lento de la vieja receta de papá.
Sofia llega a las mismas conclusiones del Francis Ford de principios de los sesenta, pero cuarenta años después y según un criterio acomodaticio de posmodernidad descafeinada.
Para críticas a la mediática del país de “Il Caimano”, me quedo con la denuncia del documental,“Videocracy”. De igual modo, reivindico la resistencia de Nanni Moretti en sus diarios filmados.
De hecho, comparar a “Somewhere” con picos gemelos de la talla de “Sunset Boulevard” y “The Player”, es una locura. Ante ellas, el tímido trabajo de la chica pródiga, mentado desvelamiento del régimen de sombras del sistema de estrellas, se consume al gusto inverso de sus pretensiones autorales. Me explico.
De forma inconsciente, la pieza termina por glorificar a los dioses de la meca y acaba por redimirlos a la altura de un Olimpo machista de padres ejemplares, actores fracasados con derecho a una segunda oportunidad, personajes hundidos en busca de una nueva identidad, antihéroes de la crisis del capitalismo rehabilitados por el redescubrimiento de su sensibilidad humanista, socialista y pare usted de sufrir.
A semejante esquema de doble moral, nos habitúa el cine contemporáneo de los narcisos tristes, al estilo de los patriarcas conservadores del pasado y el presente.
Es el cuento reaccionario de “El Luchador”, regenerado en el contacto con su heredera abandonada. Es el relato etnocéntrico explotado por Wenders en “Paris-Texas”, al rescatar al hijo bastardo de la unión entre el hombre de regreso de la vieja Europa y la prostituta de Estados Unidos.
Por lo general, las madres son las culpables y responsables del pecado original, en el contexto de la depresión. Entonces, los caballeros deben recuperar sus funciones de protectores de la generación de relevo, de cara a la renuncia y la deserción de las féminas egocéntricas. El cuadro familiar predilecto por González Iñarritú, Memo Arriaga y compañía. Todo un síntoma de la época reaccionaria del siglo XXI.
Mutatis mutandis, así escribe Sofía el mensaje aleccionador de su tratado existencial, fácil de digerir, deglutir y olvidar, cual fábula de superación de la adversidad, con chica hermosa incluida en el paquete.
Imposible resistirse al encanto de la hermana de Dakota. La sonrisa de la Elle Fanning le sube el ánimo al menos optimista. Es de las clásicas estrategias publicitarias aprendidas por Sofia en el medio, a la usanza del Club Disney.
A la realizadora le fascina incorporarlas como ganchos de sus video clips, de sus propuestas “cool” de “Vírgenes Suicidas”. No en balde, la Coppola es la síntesis del paradigma “hipster”.
Sus imágenes roban a diestra y siniestra, para revestirse de una legitimidad pop de contracultura asimilada por el formato VH1. A Jim Jarmusch le plagió su estética minimalista y la convirtió en santo y seña de su obra. Ahora su narrativa de grado cero luce agotada y encerrada en el laberinto de sus planos circulares, influidos por Vincent Gallo y Van Sant.
Al comienzo su protagonista gira alrededor de un circuito cerrado. Ello nos recuerda al caballero extraviado con su moto de “Brown Bunny”. En el epílogo,Stephen Dorff desciende del automóvil y decide caminar por su propia cuenta, sin necesidad de las muletas y los mimos de la industria. Ojalá sea un anuncio del futuro de Sofia.
Por lo pronto, “Somewhere” la estanca y la echa para atrás, a kilómetros de distancia del riesgo experimental y de la melancolía pesimista de “Maria Antonieta”, de mayor poder semiótico y metafórico. Resultaba una interesante autobiografía del profundo hastío y aburrimiento de la descendiente de una monarquía. La reina de los Coppola se dibujaba así misma como una chica rica pero pobre de espíritu, destinada a contemplar el ocaso de su imperio. Ya no había espacio para los de su élite, su casta y su clase, en el entorno de las republicas, los estados y las democracias por venir. De repente, el desarrollo de “Somewhere” admite una lectura similar. Quizás es al revés. Es parte del problema de la ambigua complexión de su estructura.
En su descargo, le reconozco valores de puesta en escena, producción, fotografía y composición de ciertos segmentos afortunados: el baile de las morochas en el tubo, la patinada en hielo, los guiños Jackass con Chris Pontius, el fragmento del envejecimiento en la tradición mutante de Spike Jonze y las viñetas silentes en la piscina. Homenaje a la escuela de Chaplin y Búster Keaton.
Tampoco me molestó la duración o el ritmo, aunque lo sentí harto impostado. Prefiero el vacío naturalista de Lisandro Alonso, Kitano y Antonioni. Sofía quiere imitar su gracia y le sale una morisqueta.
En paralelo, “I’m Still Here” le propina una clínica de dureza conceptual. Las dos coinciden y comparten temas de interés y discusión. La de Joaquin Phoenix huele a mañana y a verdadera demolición del mito. La de Sofia hiede a versión censurada y corregida de “Hearts of Darkness”, el famoso making off del tormentoso rodaje de «Apocalipsis Now”. Se trata de la obra maestra de su madre, Eleanor Coppola. Allí asistimos al derrumbe de Francis Ford, a su desquiciamiento y desmontaje en el “Corazón de las Tinieblas”. Sofía robaba cámara y su padre apenas le prestaba atención. En el fondo, presenciábamos la radiografía descarnada de una familia al borde del colapso. Para nadie había escape.
Con “Somewhere” ocurre lo opuesto. Aquí los Coppola compran una indulgencia barata, al precio de venderle el alma al diablo de la fábrica de fantasías. Sueñan con limpiarse el nombre y el apellido, al costo de mentirnos con sus potes de humo. Proyectan una visión idílica y reconfortante de su infierno doméstico.
Sofía es la encargada de atemperar el tono expresionista de la pesadilla gótica. En efecto, su familia todavía se aloja en “suites” presidenciales cuando los invitan a los Festivales de la aldea global. Tranquilamente, el cuarto de Francis eclipsa,en dimensiones de lujo, a una habitación del Chateau Marmont.
A los potentados como Sofia, les gusta alardear de su humildad. En Venezuela le llaman hipocresía. Sinónimo de una misión de caridad.
Me rememora las incongruencias de la boliburguesía, identificada con la miseria, de la tapa de la barriga para afuera.
Adentro de sus propiedades, el asunto es distinto.
¿Ser rico es malo?
Díganselo a Fidel, Hugo, Francis y Sofía. Ellos son pobres y se entienden.
Más de los “caliches” del Festival de Cine Independiente.

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