Seguimos comentando sobre la Iglesia Católica, en el contexto de las Jornada Mundial de la Juventud, la JMJ. En la entrega anterior daba una definición de trabajo sobre la Iglesia Católica, diciendo que era simultáneamente jerarquía y gente. Que no se puede entender una cosa sin la otra, ni sin todo el entramado intermedio. Las cosas en la Iglesia son menos monolíticas de lo que parecen.
La JMJ es una actividad promovida desde Roma, con el objetivo de propiciar un encuentro entre y con los jóvenes. Las actividades principales son misas multitudinarias, vigilias, momentos de oración. A su vez hay muchísimas actividades paralelas preparadas por multitud de grupos. Desde las más espirituales a las más culturales.
Si fueran tres o cuatro personas, la Iglesia Católica podría no tener estructura. La obsesión de ésta es la unidad espiritual y estructural. Es probablemente la religión más obsesionada al respecto, y , por tanto, lo que mejor hace. Esa obsesión es vieja. Como toda religión, las divisiones comenzaron al día siguiente de desaparecidos los fundadores o primeros referentes.
En el caso del cristianismo, esas divisiones se vivieron con dolor porque al parecer a Jesús no le gustaban las divisiones y las denunció expresamente. En todo caso, a los primeros discípulos les preocupó mucho. El nuevo testamento, bien leído, muestra montones de conflictos de esa primera generación y cómo los fueron resolviendo. La forma actual de la Iglesia es, de hecho, reflejo de la resolución de aquellas primeras disputas.
Al no estar Jesús, los apóstoles rápidamente se hicieron con el poder/responsabilidad, dejando progresivamente a las mujeres por fuera. De allí vienen los obispos y toda la Iglesia jerárquica: Los curas, etc. ¿Qué hay de las monjas, Opus, Kikos, Carismáticos? Ya iré con ellos más adelante.
En tiempo de los doce apóstoles, un tipo surgió de la nada hasta rivalizar en liderazgo con éstos: Pablo de Tarso. En vez de ser anulado y excomulgado, Pablo terminó siendo casi el cofundador de la Iglesia. (No, no la fundó Jesús, y eso se dice en clase en los seminarios). De hecho hay una fiesta de la Iglesia que se llama ‘San Pedro y San Pablo, columnas de la Iglesia’.
Pablo se peleó feo con Pedro, sin nunca llegar a romper con él o a dudar de la necesidad de mantenerse unidos. Llegaron a acuerdos cruciales para la sobrevivencia de la Iglesia. El más importante fue que los nuevos cristianos no tendrían por qué circuncidarse.
De algún modo, la forma en que Pablo entró y modificó todo es continuación de rol de los profetas del judaísmo: Alguien puede tener una misión personal, siempre que esté en cierta continuidad con lo anterior. Se vale reformar.
Hoy en día la organización es como sigue
El Papa, los obispos y los curas son la Iglesia jerárquica, queriendo ser herederos de los doce apóstoles. (Por tanto el Papa sería vicario –representante– de Pedro, no de Cristo).
Paralelamente, existe el Monacato, que permitió a la gente vivir apartados un cristianismo más intenso. Desde esa división se montó toda la maraña de organizaciones y grupos que conocemos hoy día. Podríamos decir que toda la “organización no jerárquica” es heredera de Pablo de Tarso.
Monasterios. Órdenes en la calle, como los Franciscanos y Dominicos. Jesuitas. Salesianos. Tipos de monjas de la más diversa índole, cuyo número, de acuerdo a un chiste muy contado dentro de la Iglesia, ni el Espíritu Santo lo sabe. Todos esos forman lo que podemos llamar los ‘religiosos’.
Entonces, al preguntar a un cura: ‘¿eres religioso?’. Si este responde que no, significa que él tiene como único jefe a un obispo y tiene que buscarse la vida para mantenerse porque el obispo no lo mantiene económicamente. (¡Oh sorpresa!. En la próxima entrega comentaré sobre el dinero en la Iglesia).
En otro caso, si el cura responde que sí es religioso, entonces tiene dos jefes. Uno es el de su congregación, llamado ‘Superior’. El otro es el obispo local. Normalmente el apoyo de su organización es muy grande. Los religiosos se comportan como corporaciones globales. Los jesuitas son de los más famosos en las novelas históricas. Retomando el mismo chiste del número de congregaciones de monjas, se dice que no sabe ni siquiera el Espíritu Santo cuánto dinero tienen los Jesuitas, ni cuantas construcciones tienen los Salesianos.
Fuera del colectivo de “religiosos” están las jovencitas de la comparsa, con máximo un siglo de existencia: los llamados movimientos laicos. El Opus Dei es quien ocupa más centímetros cuadrados de prensa, acompañados de los más conservadores, como los Legionarios de Cristo, Comunión y Liberación, el movimiento Neocatecumental, apodados los Kikos. También son conocidos los Carismáticos, los Cursillos de Cristiandad, entre otros. Esos movimientos también se portan como corporaciones, pero la cantidad de poder y de organización interna varía mucho.
Todas las instituciones, sean religiosos o movimientos, tienen que responder ante los obispos locales, donde estén, y ante el Papa. Este puede disponer de ellas, intervenirlas, disolverlas. Pero aunque parezca mentira, el Papa no hace lo que quiere. Siempre teme un cisma de obispos, o que los curas no le hagan caso. Lo que debería temer es que la gente se harte y no aparezca más por misa, y al final, por razones prácticas es lo que teme de último. Los obispos igual. Deberían temer perder contacto con la gente, pero lo que más teme es que los curas se le vayan, o pelearse con los religiosos que le atienden zonas enteras, o tienen más poder que ellos mismos (léase Jesuitas, Opus, Salesianos, y otros grupos muy poderosos).
En las reuniones con los curas los obispos intentan poner carácter; pero con muchísima mano izquierda, dependiendo de con quién se meten. Al final, los curas pueden hacer mucho lo que les da la gana. Si hacen algo malo, el Obispo tiende a protegerlos, que es protegerse a sí mismos, y proteger a la Iglesia. Eso es la raíz del escándalo de proteger a los pedófilos. Pedófilos hay tristemente en todo el mundo, otra cosa es no ponerse del lado de las víctimas. No profundizo más en el tema.
A la hora de analizar por qué la jerarquía o ciertos grupos hacen cosas, hay que comprender el entramado de relaciones en que se encuentran. No todo responde a eso. No todos son juegos de poder. El poder está, como están el sexo, el placer y la vanidad. Pero hay también hay sueños de diverso tipo, ilusiones, utopías y riesgo.
En ese ambiente complejo se mueve el Pueblo de Dios —para usar la expresión puesta como normativa por la Iglesia en el Concilio de los años 60—. La mayoría de los que participan, lo hacen en algunas actividades en la iglesia más cercana. Allí se consiguen con el cura, sea religioso o no, o con alguna monja. Dependiendo de cuan involucrado estén, pueden juntarse con religiosos o con algún movimiento. Normalmente la relación es filial, pero los silencios de la gente gritan con fuerza. La intuición de la gente ha jugado un gran papel en la historia de la Iglesia, no siempre con acierto. Pero es la verdadera fuerza de fondo. Son los que se hacen fan de un santo u otro. Los que se terminan revelando contra ciertas formas de hacer. Esa también es la Iglesia. Vale recordarlo a la hora de lanzar condenas generalizadas.
¿Cómo se organiza la Jornada Mundial de la Juventud?
El ministerio vaticano apropiado recibe propuestas de las conferencias episcopales para organizarlas. Presentan presupuestos y propuestas logísticas. Los movimientos laicos, con sus grandes músculos financieros y capacidad de mover gente, son una gran influencia que puede garantizar el éxito del evento. Aprueban, y los equipos ejecutan.
La Iglesia ha dependido de donaciones desde siempre, y en algunos lugares siguen conservando de escandalosas ventajas fiscales. Tiene amigos poderosos y con dinero. Tiene intereses creados y grandes propiedades. Tienen fieles a quienes les caen bien un grupo de chicos creyentes que vienen desde otro lado del mundo. Se forman cuerpos ad hoc que actúan con autonomía, aunque Roma está siempre vigilante. Roma siempre vigila y se termina enterando cuando el lío es gordo.
Otros que deben organizarse son quienes participan en la JMJ. Se estima que será un millón de personas, pero algo más de la mitad serían españoles. Al ser una convocatoria romana, la invitación se termina haciendo a todo el mundo. En algunos países, como España, son importantes los colegios religiosos. En otros, sobre todo en Suramérica, los movimientos y los jóvenes que son acompañados por religiosos. Desde las parroquias sólo logran venir los que tienen más recursos.
¿Por qué vienen a Madrid? Los que vienen tienen alguna sensación de pertenencia con la Iglesia, que no se resume tan fácilmente en figuras como el Papa, ni siquiera en tiempos del carismático Juan Pablo II. Hay algo que compartir con los otros. Los baños de masas, además, gustan a mucha gente, por ejemplo en festivales musicales. Pero cada reunión tiene su personalidad, y el JMJ tiene el suyo: la gente, la fiesta.
Mucho de esa maraña no interesa mucho al resto de la sociedad, al menos a los que no son fanáticos de la historia ni de los documentales. En la próxima entrega entraré en el tema del dinero. A ver si tiene razón Jesús cuando dice que donde está tu tesoro, allí está tu corazón. La pregunta es ¿cuál es el tesoro de cada uno?
Apareció primero en el blog RayasyPalabras.net: La organización de la Iglesia Católica. Ubicarse para las JMJ 2011. (2/4).
Esto se está poniendo muy interesante Héctor. Muy bueno, esperando la próxima entrga, un gran saludo.