Senna: El Ciudadano Kane de la Fórmula 1

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Dedicado a Luis,Tulia,Santiago y Sergio

Y de “Like a Water”, protagonizado por Anderson Silva, pasamos a “Senna”, cuyo personaje principal no necesita mayor presentación. Es interesante porque ambos son documentales exitosos centrados en figuras y leyendas de la cultura de masas brasileña.
Debe ser una consecuencia y un efecto audiovisual del impacto del fenómeno “Bric” en la economía de mercado de la globalización. De hecho, el biopic de no ficción sobre el piloto fue patrocinado y distribuido por la “Universal Studios”, mientras “Río” hacía de las suyas en el campo animado para Hollywood.
Desde la segunda guerra mundial, la meca no mostraba semejante interés comercial por su socio estratégico del sur. Ahora descubrimos los mejores frutos de la relación en la pantalla chica y grande. Si así llueve, ojalá no escampe.
Curiosamente, según la cinta, Ayrton era un conductor ágil y temerario, crecido ante la adversidad de los cambios climáticos. Ello,por defecto,le costaría la vida en 1994, pero igual labró su fama como as del volante en pista mojada.
Nadie corría como él, cuando el asfalto se humedecía y adquiría la textura de una tersa capa de hielo. Solo hay equivalentes de su genio en la caricatura y en las películas. No en balde, su largometraje puede fungir de respuesta hiperrealista a la versión de “Meteoro”, acometida por los Hermanos Wachowski, quienes desnudaron la “Matrix” de la industria del deporte de la velocidad, al denunciar la condición mafiosa de su estructura.
De igual modo, el enorme acierto de “Senna” consiste en describir la pérdida de la inocencia de su héroe mesiánico, bajo la sombra corrupta de los amos y señores de la disciplina, alrededor del círculo vicioso de su “Gomorra”, presidida por el siniestro, Jean-Marie Balestre, acusado de colaborar con los nazis en el pasado y posteriormente erigido en “El Príncipe” maquiavélico o “El Leviathán” de la “Fórmula 1”, siempre a favor de su protegido y compatriota, el francés Alain Prost.
La joyita de Jean-Marie Balestre queda despojada de su aura de benefactor y mecenas paternalista, para terminar encarnando su peor papel, el del auténtico villano y obstáculo de la marcha triunfadora del Quijote de la partida.
Dato para refrescar la memoria, explícito en el film: Jean-Marie Balestre ocupó la silla presidencial de la FISA y de la FIA, durante casi el mismo período, de 1979 a 1991. Es decir, su dictadura,de puño de hierro, se prolongó por cerca de una oscura década, donde precisamente nacería y estallaría la burbuja de Ayrton Senna.
Jean-Marie Balestre le robó, de facto, un campeonato, pero el carioca cobró venganza y lo derrotó en la siguiente temporada, dándole una cucharada de su propia medicina, al sacar a su rival, Alain Prost, de la competencia.
Por ende, parte del mérito de la pieza radica allí, en mostrar la dureza y la progresiva deshumanización de un ídolo ascendente, llevado por las circunstancias a devolver el golpe y a actuar de manera hostil con sus colegas, en pos de la cúspide del podio. Síntesis de las paradojas del narcisismo mercantilista, de la alineación contemporánea y del individualismo posmoderno, dentro del contexto y la arena del darwinismo de la sociedad del bienestar. Idéntica a la tesis de fondo de “Like a Water”.
Por algo, las dos persiguen derroteros y trayectorias paralelas al punto de concluir como rudos testimonios de lo efímero, pasajero y endeble del imperio de la fama, condenado a extinguirse y evaporarse en la cima de su popularidad.
Ayrton y Anderson devienen en adictos a la adrenalina de la victoria, en “yonquis” de la gloria y se jugarán la vida por ella, al costo de pagar el máximo precio. Un pase de factura, terrible y doloroso, equidistante al declive de Muhammad Ali, tras lograr la proeza de vencer a sus fantasmas. Por vueltas de la existencia, hoy en día es un espectro, un residuo, un zombie de su estampa del pasado.
Mutatis mutandis, “Senna” es un documental de la muerte del hombre y sobre la muerte del cine, en busca de su renacimiento a través de la recuperación de la ingenuidad, de la pureza extraviada y lejana de la niñez, casi al estilo de “Ciudadano Kane”.
El “Rosebud” de Ayrton no es un trineo sino su principal recuerdo de joven, el del adolescente ajeno a la política y el sistema corporativo, únicamente preocupado por divertirse con sus amigos en el circuito de karting. Así empieza y culmina la función, con la esperanza de la futura redención del automovilismo.
En el medio, presenciamos la crónica de la muerte anunciada del “Dead man walking”, como un exorcismo, como una necesaria conjura de las pesadillas a superar por los complejos de culpa compartidos. La obra refresca nuestra mala memoria y nos invita a corregirla. De ahí el mensaje detrás de la clausura, del epílogo funerario. La muerte de Senna sirvió de ejemplo para prevenir accidentes mortales en la Fórmula Uno. Desde entonces, más nadie fue víctima del circuito. Incluso Alain Prost se redime y ennoblece, frente a nosotros, al cargar el féretro de su Némesis, después de enfrentarlo, chocarlo y ponerlo en peligro.
Y de lo particular derivamos a lo colectivo. “Senna” es un documental dedicado al resurgir de Brasil de sus cenizas de miseria, pobreza y abandonado institucional.
El espíritu de Ayrton supo anticipar y anunciar la remontada por venir de su nación en el tercer milenio. Por desgracia, no sobrevivió para verlo y disfrutarlo con sus ojos. Por fortuna, el privilegio es nuestro.
Para rematar, “Senna” constituye un tratado y una cátedra de cómo manejar el material encontrado o “found footage” para realizar un documental, a base de puro montaje, edición y voces en off de los allegados al piloto.
Las tomas viejas y las imágenes subjetivas,desgastadas por el polvo, logran imprimirle un sello “verité” al acabado, y consiguen el milagro de trasportarnos al interior de la cabina de mando de Ayrton, justo al instante de perecer. Sucumbimos con él y como él, presos de la impotencia,del pánico y de la melancolía.
Figúrense la idea de obtener la grabación desde adentro de un avión conducido por un soldado kamikaze.
Pareciera una tentación para el gusto del morbo y de la explotación del filón del “snuff movie”,de la porno tortura.
No obstante, el objetivo es diferente,distinto al de un simple video de “Faces of Death”.
Lo dicho: el pasado filmado y acumulado en archivo, tampoco muere. Resucita gracias al cine de los herederos de Vertov y Godard.
Fija en mi lista del 2011.

1 Comentario

  1. Bella te quedó esta reseña viejo.

    A mi no es que me gustan los deportes, lo que me fascina es el paralelismo que existe entre los deportes y la vida. Senna es demasido buen material y qué bueno que le hicieron justicia con el documental. Un must/pasillo de la central/anotado. Abrazo

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