El cabello rojizo, largo y suave es acariciado por el viento una y otra vez. Lo enreda y desenreda a placer. Siempre le ha encantado esa sensación a Isabel cuando va a alta velocidad en la autopista o cuando está en el parque un día de primavera. Sin embargo, hoy disfruta más esa sensación.
Hoy el viento entra y sale de ella, la ama y la posee. Se siente feliz porque al fin vuela como siempre lo deseó, se siente libre después de tanto por lo que ha pasado en esta vida que tan mal la trató. Se siente de nadie y etérea. Se deja caer, se deja atraer al centro del planeta. Ha tenido unos segundos para pensar lo suficiente desde que se lanzó del último piso del edificio y ha pensado que quizá fue un tanto extremista… pero ya no hay tiempo para regresar.