No hubo nada más cruel
en este inmundo rincón que un día respetamos
y fue nuestro,
que olvidar el honor de sus lápidas
y llamarlos, perros de pelea.
Los vi levantar sus banderas
en el frío de la madrugada
esperando a los ángeles,
los vi resistir en las noches
gritando angustiados por justicia…
No ha habido lugar más indigno y criminal
desde hace quinientos años
que el balcón más alto de la capital imperial
de este, nuestro profundo amor crucificado.
Los hambrientos han dejado el silencio
y nos han hablado
acerca de nuestro creador,
Ven a ver esta noche quién está llamando
desde fuera de los dominios,
no son tus peores miedos
en la voz del padre de los sueños,
es el ruido metálico de las aves nocturnas
haciendo la revolución…