La hora pautada para el comienzo de la reunión era las dos de la tarde. Ya a la 1:30 había un grupo de activistas congregad@s en la esquina de Las Monjas, al lado del cadáver del edificio La Francia. La mayoría de l@s activistas nos conocemos, nos saludamos, nos preguntamos quién falta y nos quejamos del calor que hacía en pleno centro de Caracas. Algun@s lo sabíamos, pero otr@s se enteraron allí que la reunión ya no era en el Palacio Federal Legislativo, sede de la Asamblea Nacional, sino que el sitio había sido cambiado un día antes para el edificio del Museo Boliviano, dos cuadras más abajo, en la esquina de Pajaritos. El comentario común, cargado de cierta desilusión : “ah… no es en la Asamblea”, fue un anticipo de lo que vendría.
Ya faltando minutos para las dos, decidimos bajar levantando nuestras pancartas, los transeúntes se detenían a leer y continuaban su paso con cara de que no entendían. Aunque nos preocupaba que a esa hora aún faltaran muchas personas que previamente habían confirmado su asistencia, seguimos adelante, y entramos al remozado edificio del Museo Boliviano, yo estaba gratamente sorprendido por el buen resultado de la remodelación. Subimos al Salón Batalla de Carabobo, un auditorio muy cómodo donde la persona que facilitó la reunión nos dijo que el Presidente Soto Rojas estaba reunido con el resto de la directiva resolviendo un problema que se le presentó con unos trabajadores del Ministerio de Educación, pero que se había pautado una reunión con 200 personas y allí habíamos 60 solamente. Si no habían al menos 100 Soto Rojas (quien una semana antes se había reunido en el Hotel Alba Caracas, a puerta cerrada, con un grupo de organizaciones dedicadas al tema LGBT identificadas con el gobierno) no bajaría. El anuncio provocó el reclamo de l@s presentes, especialmente l@s que habían viajado desde el interior del país, quienes argumentaron “Nosotros nos echamos varias horas de viaje para reunirnos con Soto Rojas y nos parece una falta de respeto que nos vengan a decir que como no hay 100 personas, él no va a atendernos. Representamos a un grupo de personas, no todas pueden viajar porque no tenemos los recursos, pero cada uno de los que están aquí representa a 100, 200 y 300 activistas”. El mensaje llegó, y después de una espera nada agradable de alrededor de tres horas que incluyó un video informativo sobre los trabajos de remodelación del edificio en el que estábamos, el presidente de la Asamblea Nacional entró al auditorio.
Por cuestiones de tiempo, los derechos de palabra que estaban estipulados a razón de tres minutos por persona se redujeron a dos, por lo que los discursos fueron muy concretos, más de lo que uno quisiera. Hubo alrededor de 19 derechos de palabra, entre los que resaltó el de Tamara Adrian, quien citó a Martin Luther King: “”Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos” y continuó “…hoy señor presidente, veremos de qué lado se encuentra usted”. Hubo varios discursos llenos de lucidez política, donde se le dijo al representante del Poder Legislativo que después de 12 años de mentiras, l@s LGBTI nos sentíamos engañados, que Venezuela no era de todos mientras estuviésemos viviendo discriminación diariamente. Y discursos cargados de emotividad, como el de la madre de una persona trans masculina que dijo: “Hoy vengo en nombre de todas las madres que sufren cuando se burlan de sus hijos por ser diferentes, vengo a pedir justicia” que arrancó una ovación. Se expusieron problemáticas concretas: el drama de las personas que viven con VIH, las trabas que enfrenta una pareja casada en otro país, la realidad de una pareja de madres lesbianas, el desamparo que quien fue despedida de su trabajo por su orientación sexual e incluso, el clamor de un militante del PSUV para recibir ayuda en su lucha contra la discriminación dentro de su propio partido.
Finalizados los derechos de palabra se colocó un video de sensibilización que presentó algunos problemas técnicos, seguidamente Soto tomó el micrófono. Comenzó recordando a un compañero de su lucha contra Pérez Jiménez: Leonardo Ruiz Pineda, cosa que el sectarismo chavista no le permite hacer ante los medios de comunicación al tratarse éste de un adeco, y citó: “las luchas sociales no se someten a relojes” refiriéndose a que si bien la constitución se fundamenta sobre los principios de igualdad y no discriminación, éstas no son precisamente absolutas en Venezuela. Habló del carácter programático y no normativo de la constitución, y dijo que después de oir los discursos se daba cuenta de que ninguno de nosotr@s era “parío por la manga’el saco”, refiriéndose a que habíamos reflexionado mucho sobre el tema. “En esta Asamblea están los opresores de ayer y hoy, por lo que es una Asamblea capitalista, eso debe cambiar, debe convertirse en una Asamblea Popular…” prosiguió, emprendiéndola contra Montesquieu “No es la idea que un cogollito venga a legislar y a imponérsele a los demás…” en ese momento Tamara Adrian desde su asiento lo interrumpió diciendo: “pero eso soluciona nuestros problemas, el 80% de las Américas tiene leyes protección a los LGBTI y aquí no hay” a lo que Soto Rojas visiblemente irritado amenazó con sentarse “si quieren me siento y duramos hasta las 4 de la mañana aquí escuchándolos a todos, para eso yo sí soy bien paciente”, pero ante la petición de l@s presentes, continuó.
Hizo un recuento histórico que en dos platos concluía que todos los males de este país habían llegado con el mercantilismo en 1498, y que continuaron después de la independencia, con Gómez, con Perez Jiménez, con “el puntofijismo” y aún hoy se mantenían, que los indígenas vivían tranquilos, “no habían problemas si un indio quería vivir con otro indio”. Dijo después que nuestras aspiraciones eran muy difíciles de alcanzar, que los problemas de índole laboral eran más fáciles de resolver porque se trataba de dinero la mayoría de las veces –añadió que le daba “asco” ver a trabajadores pidiendo su dinero-, nos recomendó leer unos pasajes de “El Manifiesto” y nos dijo que necesitábamos movilizarnos, alguien le respondió que entre junio y julio tuvimos más de 10 marchas del orgullo y respondió diciendo que necesitábamos muchas más, que es muy difícil cambiar el “modo de producción” (?) y que los logros más importantes de este país no se habían conseguido en una alcaldía o en un parlamento. Tomando como ejemplo la Batalla de Carabobo, el 23 de enero del 58 y el 11 de Abril, nos insinuó que para él las cosas se resuelven es a los coñazos, no civilizadamente. Advirtió que nuestro movimiento no parecía estar muy articulado y terminó diciendo que él trabajaba en tres niveles: primero como Presidente de la AN, luego como coordinador de movimientos sociales del PSUV y por último como promotor del Polo Patriótico, donde nos ofreció una “trinchera de lucha” y aclaró que no ofrecía cambures porque no era su costumbre, tanto que ninguno de sus hijos trabajaba en la administración pública. Eso, además de hacerme recordar inevitablemente a Cilia Flores, me hizo darme cuenta de que la intención real de la reunión no era otra que invitarnos a dicho “Polo”.
Fue imposible simplemente levantarnos e irnos, surgió una nueva ronda de derechos de palabra, no más de cinco, uno de ellos fue Gabriel Silva, miembro del Bloque Socialista Unido de Liberación Homosexual y del PSUV quien le aclaró a Soto que sí había una propuesta común, que era la agenda legislativa de la Red LGBTI de Venezuela, que sí nos habíamos movilizado, en abril y también en julio junto a 20 mil personas hasta las puertas de la AN. Complementaron Carlos Aray, Yonathan Mathews y Gabrielle Guerón expresando que no queríamos que nos siguieran dividiendo en dos grupos, los activistas de primera y los de segunda, porque esa división no existía. Que no habíamos ido allá a escuchar discursos ideológicos porque ya todos sabemos de que se trata “la revolución”, que lo que estábamos era exigiendo lo que nos corresponde y que eso no era nada que el Presidente de la Asamblea Nacional no pudiera hacer.
Soto Rojas respondió que su período se termina en febrero del 2013 (confesó que no estaba ganado a la idea de la reeleción) y que no creía que antes de esa fecha lo que nosotros pedíamos fuese ley, no cree que la oposición vote por algo así y “no daba garantías” que de su lado lo hicieran, dándonos así una revelación que ya todos sabíamos aunque algún@s guardaban la esperanza de equivocarse: éstos legisladores no están ahí para satisfacer las demandas de nadie, éste “socialismo” no está trabajando por la igualdad de nadie, a ellos sólo les ocupa conservar el poder. A esta altura son más un grupo conservador que otra cosa.
Concluyó Soto diciendo no estaba ahí como Presidente de la AN, sino como Fernando Soto Rojas, que no era más que “un viejo guerrillero” que estaba ahí aprendiendo porque en su época esa lucha no había “brotado”, y que aunque conocía a un personaje allá en Altagracia de Orituco, de eso no se hablaba. En ese punto, pasadas las siete de la noche, ya la decepción se había convertido en resignación, no había ni un poquito de fe en esa sala, nos levantamos y nos fuimos.
Quiero agregar que para mí la reunión fue paradójicamente inspiradora, me inspiró a seguir, con más fuerza, me inspiró a andar éste camino con mis propios medios, a no esperar ayuda de nadie. Espero que mis compañer@s que estaban ahí, hayan sentido lo mismo.