Hoy fue el día internacional de la mujer en Festival de San Sebastián y lo reseñamos por aquí con los pies hinchados, el estomago revuelto y ligeros síntomas de fotofobia. Tanta exposición a la gran pantalla amenaza con agotar nuestros ojos antes de tiempo.
Por lo pronto, cumplimos los principales objetivos trazados en el cronograma de la jornada. Solo dejamos para el repechaje de mañana, la proyección de la joyita de Venecia, “Shame”. Aquí son las ocho y la pasan a las diez y media. Si entramos,de seguro nos quedamos rendidos a los primeros cinco minutos. Por ello, vamos por la repesca del domingo.
En general,pudimos disfrutar de tres películas de interés,dentro y fuera de la competencia. De la selección oficial, agarramos la nueva de Kim Ki Duk, “Amen”, casi de milagro, después de una trifulca entre la prensa y la organización del certamen, por la venta de boletos para una función exclusiva de comunicadores y afines. De haberlo permitido, se convertiría en rutina y adiós Festival para nosotros. De repente se trató de un mal entendido. Algunos lo vieron como un experimento fallido. Por fortuna,el espíritu de los indignados renació en nosotros e impedimos el éxito de la operación. Alrededor de la sala, horas más tarde, acontecería una marcha de protesta por un asunto local.
En consecuencia, había un clima enrarecido y tenso. Kim Ki Duk pagó los platos rotos, la vajilla entera y acabo siendo el chivo expiatorio, el Lars Von Trier, la rara avis o el exótico amigo oriental de la velada. Todo junto. El mismo papel recayó el año pasado en la figura de otro realizador de Corea del Sur, Kim Ji-woon, por la sangrienta y ultragore, “I Saw the Devil”, acusada de fungir de infiltrada de la semana de terror en la impoluta selección oficial del Festival. Fruto de los gustos del presidente Rebordinos por el cine de género puro y duro. Ahí lo acompañamos hasta la muerte y somos incondicionales de su arriesgada curaduría.
Sin embargo, la mayoría piensa distinto y considera “I Saw The Devil” una aberración, así como condenan a “Amen” a la hoguera de las obras fallidas y menores de su autor, quien ciertamente las hizo mejores (“Hierro 3″ y “La Isla”, por ejemplo). Incluso, nos confesó una verdad en rueda de prensa: “Amén” iba a ser proyectada fuera de concurso y al arribar a Donostia, el director se enteró de su inclusión en la competencia. De manera ingenua, se tejió una soga para su cuello y los críticos ya empezaron a comérselo vivo. Pura corrección política de los colegas, porque Kim se portó a la altura en la rueda de prensa. Quizás su brutal honestidad cayó pesada a la concurrencia. Pero por nuestro lado, apreciamos su humor negro y su pacto con la inteligencia del mal. Al concluir, nos acercarnos, le estrechamos la mano, nos firmó el programa y nos despedimos con una reverencia al estilo “Karate Kid”. El devolvió el gesto con una grata sonrisa y devino en nuestro profesor Miyagi por unos cuantos segundos. Es un tipo entrañable.
Grosso modo, “Amén” es una película dogma grabada por el realizador con una actriz. Ambos se intercambian la cámara, permiten la entrada del sonido directo, y ruedan una especie de manifiesto de guerrilla 2.0, en contra del sistema audiovisual, bajo la impronta de una historia mínima, como de diario de Alain Cavalier, en un cruce de ficción y no ficción. Cine austero e interactivo del futuro, imposible de leer según las rancias teorías de actuación, puesta en escena y prolijidad formal de costumbre.
“Amén” es una cachetada a la selección oficial, una bofetada a la academia, y un testimonio de la constante evolución de un autor imprescindible, en permanente discusión de su proceso de creación. Olvídense de Beto Arvelo y sus átomos del Páramo.
La palabra de Kim Ki Duk es una bocanada de aliento fresco para las generaciones de relevo y una declaración de principios a favor de la juventud, del ensayo y error impulsado por la internet. El pana se cansó del cine, de los altos presupuestos y los negocios con los productores. Ahora quiere hacerlo él mismo, como un chico universitario, y colgar sus trabajos en red. No andamos equivocados con la brújula por la web. Amén.
Luego asistimos a un par de epifanías. Oficialmente, el sábado 17 de septiembre es nuestro día de suerte con el cine. Tres de tres. La pegamos. La segunda es la última de Nadine Labaki, la chica de “Caramel”. Se titula “Y Ahora a Dónde Vamos?”. La tercera lleva por nombre, “Martha Marcy May Marlene”, y supone la respuesta americana a “Canino” y “La Aldea”. Ganó dirección en Sundace y también recibió premio en Cannes. Es demasiado, un sueño hecho realidad, una fija en mi lista del tercer milenio. Narra la insólita pesadilla gótica de una chica fugada de una secta posmoderna, cool y semifascista, anclada en el bosque de la América profunda. Produce miedo, pánico y condensa ideas fascinantes y complejas para la discusión, como la deriva, el conformismo y la fácil manipulación de las mentes adolescentes en la actualidad, al ofrecerles un cómodo paquete de pare de sufrir con hedonismo incluido en la receta.
La protagonista sale del encierro, a merced de una suerte de tirano psicótico a la retaguardia de Charles Manson, y cae en la casa de una hermana mayor cuya estructura familiar es igual de coercitiva, represiva, rutinaria y alienante. El paralelismo se salda con una hipótesis escalofriante y de plena vigencia: el tejido social e institucional tiende hacia prácticas de tipo sectario. Verbigracia, un Festival de cine. Bienvenidos de regreso a “Séctor 9”.
Alguna relación debe haber con “Por el Medio de la Calle”, a efectuarse hoy en la capital de Venezuela.
Encima, hay calidad y densidad en la fotografía, en cada plano, en el montaje y en el subtexto del guión, interpretado por un reparto magnífico. Apenas le reprocharía la ambigüedad y la excesiva apertura del cierre,aunque era el único admisible y aceptable (en el limbo). La joven nunca conseguirá la redención y la salvación en el demoledor epílogo. Su desenlace sombrío resume el sentido de un film capaz de sentar en el banquillo de los acusados a las dos polaridades del mundo geopolítico: la izquierda alternativa y la derecha conservadora (versión tea party). Los hipsters y los yuppies prometían villas y castillos, pero se terminaron de cavar su propia fosa en un cementerio de rutinas vacías y mecánicas. Cine donde el poder se ejerce con violencia y violación de los derechos humanos. Ya lo dijimos:es el día de la prostitución y corrupción de las vírgenes (la muchacha de “Amen” sufre una violación parecida a la “Martha Marcy May Marlene”).
Si para el “Árbol de la Vida” había solución en el reencuentro de las almas en pena, para “Martha Marcy May Marlene” la vida en socialismo comparte problemas de fondo con los paraísos artificiales de la ética neoliberal del mercantilismo histérico. Ambas son caras de la misma moneda.
Mutatis mutandis, guarda relación con el inquietante mensaje de la estupenda comedia feminista , “¿Y Ahora a Dónde Vamos?”, consagrada a buscar la paz en un contexto de guerra y violencia doméstica, propulsada por odios ancestrales y religiosos en un pueblo del Líbano.
En el próximo capítulo, ahondaremos en la cura sugerida por Nadine Labaki para la enfermedad de la intolerancia. Mientras tanto, pendientes de las cintas mencionadas. Arriba las mujeres (y los hombres sensibles ante su bondad).
Deseo a viva voz y clamor popular: San Isidro Labrador, quita el agua y pon el sol. Nos merecemos un domingo de playa, surf y arena caliente.
PD: por último, accedimos a la rueda de prensa del ciclo de cine negro. Walter Hill (“The Warriors”) y la hija de Michael Mann presidían el estrado. Respondieron a nuestras preguntas con educación, sabiduría e inteligencia. Cerca andaba la tropa de élite de “Cahiers Du Cinema” y compañía. Donostia se pone intenso y bueno.