El teatro de la muerte.

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(Fragmento).

Todos se sorprendieron con la muerte de Antonio. Las personas no podían salir del asombro, un hombre joven moría repentinamente, era una emboscada del destino. Samuel miraba al cielo, mientras esperaba a las afueras del teatro Juares. Un hombre se acerco a el.

-Buenos días, ¿Cómo estas? Soy del teatro San Martin, ¿me recuerdas?-

Al escuchar aquella voz, a Samuel le pareció haber visto aquel hombre en algún sitio. Lo recordaba como un policía que fue asesinado luego de salir de un conocido restaurante de la ciudad… interceptado por unos sujetos. Los asaltantes dispararon contra la puerta del conductor y este, al ser impactado por las balas, perdió el control del vehículo. Chocó una Tahoe y un Corsa y luego estalló.

Recordó también un secuestro… policías involucrados…

Samuel pensó en olvidar todo aquel asunto. ¿Asesinatos, policías? Si se encontraba a las afueras de un teatro, no necesitaba más ficción que la realidad. El hombre notó el distanciamiento de Samuel y de inmediato se retiró perdiéndose entre la multitud. Las puertas del teatro continuaban cerradas, el clima cambió y el cielo quedó cubierto como un telón negro. Samuel sin motivo aparente dejó caer al piso unas hojas de papel, y se marchó recordando una frase: “Cuando estés en el camino equivocado te sucederán cosas absurdas.” Barquisimeto enfrentaba un paro de transporte público, y Samuel debió caminar. Entre el sol, la sed, y el día viernes, cervezas y música, “el apartamento de Sergio.” Pensó. En el apartamento estaba Bonni, nada mas con su presencia se podía adivinar que la nevera estaba llena de cervezas… ¿Y las mujeres? Karla se fue a España, y Verónica se fue a Italia. Debían pensar en otras chicas de confianza, mientras pensaban, otra preocupación llegó a las neuronas de Samuel, estaban full de cervezas, pero como siempre no había comida. Tenían que hacer algo, antes de que llegara Sergio. Sin perder mas tiempo, abordaron el Mazda 6, y salieron a navegar por la ciudad, dieron unas vueltas por Patarata, luego Bararida, y terminaron en el centro comercial Metrópolis. Frente al centro comercial estaban estacionada una camioneta Tahoe, y un Corsa. Adentro, cerca de las salas de cine, un joven bajó la mirada y extrajo de su bolsillo un celular. El celular de Bonni timbró, Bonni y Samuel llegaron a las mesas de espera ubicadas frente al cine…

En los años ochenta, en la primaria, Samuel y Alejandro, habían estudiado en la misma sección. En la actualidad Alejandro lucia obeso, tenía el cabello largo, al estilo de los rockeros heavy metal. En la cartelera de cine se mostraba el afiche de la película: “El ultimo secuestro.” Alejandro había estudiado teatro en Caracas, Samuel, estaba interesado en participar en una nueva obra de teatro. Alejandro terminó de beber la última cerveza y preguntó a Samuel.

-¿Qué sabes tu de la muerte de Antonio? Las últimas investigaciones dicen que fue envenenado.-

-¿Envenenado?- preguntó Samuel, y prosiguió: -Antonio murió de cáncer.-

-Eso fue lo que dijeron, pero hay unas investigaciones que evidencian el envenenamiento. El informe deja en sospecha a Víctor Fernández. Las medicinas que consumió Antonio, habían sido introducidas por Víctor, y estas estaban envenenadas.

Alejandro había nacido en Barquisimeto en el seno de una familia de clase media. Su padre fue un oficial del ejercito, y su madre una doctora. Los padres de Alejandro fallecieron en extrañas circunstancias, y el terminó de crecer con un tío. Por varias décadas interpretó papales de narcotraficante y mafioso, también interpretó a un policía, y a un enfermo de cáncer. Y hacia poco tiempo había interpretado a un policía de investigaciones a quien se le asignó un caso de envenenamiento. Su compañero, un detective, fue asesinado de varios disparos, su cadáver quedó recostado a la pared, a su lado se veía una pistola. El funcionario se había bajado de un automóvil que tripulaba, un Mazda 6. Y habría permanecido un rato en una residencia cercana. Cuando el policía regresaba a abordar su vehículo, fue el momento en que alguien se le acerco, lo habría llamado por su apellido, y cuando este volteó, prácticamente ese alguien le vació casi a quemarropa el cargador de un arma de fuego, probablemente una pistola 9 milímetros.
Aun Samuel no lograba entender el asunto del envenenamiento. Alejandro le mostraba un informe de unas medicinas alteradas. Después de terminar la conversación, Bonni y Samuel, salieron del centro comercial, y luego de pasar por el supermercado de Patarata, terminaron en el apartamento de Sergio. Al caer la noche, pasaron el tiempo con cervezas y música…

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