Reflexiones en torno al perfecto imbécil

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I
A mi jefe le pareció una estupenda idea que yo leyera La carta a García. Ésta es un folleto escrito en 1899 por un tal Elbert Hubbard. El nombre viene de un episodio ocurrido en la guerra de Independencia de Cuba sobre una carta entregada por un hombre llamado Rowan, por parte del presidente de los Estados Unidos, al revolucionario cubano Calixto García. Para el empresario Hubbard, el señor Rowan es como el empleado perfecto, porque no hizo preguntas estúpidas, logró su objetivo y salvó la guerra gracias a que sabía exactamente lo que tenía que hacer, etcétera.

La carta a García se erige como una declaración de principios de los patronos, la némesis de El manifiesto comunista. Ambos textos fueron escritos en el siglo IXX, y todavía sorprende que ambos, después de 100 años y un poco más, sean tomados literalmente, sin ninguna consideración del contexto histórico. Pero más sorprende la concepción, a priori, que tiene este señor de los empleados, y lo que es peor, quienes todavía se sienten identificados e interpretados con el tipo. Es decir, para la gente que tiene La carta para García como libro de cabecera, casi todos sus empleados serán, inútiles, incapaces, estúpidos, y después de despedir y despedir gente, conseguirán al empleado capaz de llevar la fulana carta.

Me cuesta mucho escoger las mejores citas (les recomiendo la lean completa, sólo tomará unos minutos, no tiene desperdicios), pero veamos:

“Y esta incapacidad para la acción independiente, esta estupidez moral, esta atrofia de la voluntad, esta mala gana para remover por sí mismo los obstáculos, es lo que retarda el bienestar colectivo de la sociedad. Y si los hombres no obran en su provecho personal, ¿qué harán cuando el beneficio de su esfuerzo sea para todos? Se palpa la necesidad de un capataz armado de garrote. El temor de ser despedidos el sábado por la tarde es lo único que retiene a muchos trabajadores en su puesto. Ponga un aviso solicitando un secretario, y de cada diez aspirantes, nueve no saben ni ortografía ni puntuación.
¿Podrían tales gentes llevar la carta a García?”

Y también somos unos alcohólicos incapaces de esperar el pito de la fábrica para caernos a tragos:

«Es un gran contabilista; pero si lo envío a la parte alta de la ciudad con cualquier objeto, puede que desempeñe la misión correctamente; pero puede ser también que en su viaje se detenga en cuatro cantinas y al llegar a la calle principal de la ciudad haya olvidado absolutamente a qué iba».

Y si te pones altanero, sindicalista peluche, también llevas:

“Conozco a un hombre de facultades verdaderamente brillantes, pero inhábil para manejar sus propios negocios y absolutamente inútil para gestionar los ajenos, porque lleva siempre consigo la insana sospecha de que sus superiores lo oprimen o tratan de oprimirlo. Ni sabe dar órdenes ni sabe recibirlas. Si se enviara con él la carta a García, contestaría muy probablemente: «llévela usted». Hoy este hombre vaga por las calles en busca de oficio, mientras el viento silba al pasar entre las hilachas de su vestido. Nadie que lo conozca se atreve a emplearlo por ser él un sembrador de discordias”

Mi párrafo preferido:

“Comprendo que un hombre (el empleado) tan deformado moralmente merece tanta compasión como si lo fuera físicamente; pero al compadecerlo recordemos también a aquellos que luchan por sacar triunfante una empresa, sin que sus horas de trabajo estén limitadas por el pito de la fábrica, y cuyo cabello se torna prematuramente blanco en la lucha tenaz por conservar sus puestos a individuos de indiferencia glacial, imbéciles e ingratos que le deben a él el pan que se comen y el hogar que los abriga”

Y por supuesto, no podía faltar:

“Mi corazón está con aquellos obreros que trabajan lo mismo cuando el capataz está presente que cuando está ausente. Y el hombre que se hace cargo de una carta para García y la lleva tranquilamente sin hacer preguntas idiotas, y sin la intención perversa de arrojarla en la primera alcantarilla que se encuentra al paso, y sin otro objetivo que llevarla a su destino; a este hombre jamás se le despedirá de su trabajo, ni tendrá jamás que entrar en huelga para obtener un aumento de salario. La civilización es una lucha prolongada en busca de tales individuos. Todo lo que un hombre de esta clase pida, lo tendrá; lo necesitan en todas partes; en las ciudades, en los pueblos, en las aldeas, en las oficinas; en las fábricas; en los almacenes. El mundo los pide a gritos, el mundo está esperando siempre ansioso el advenimiento de hombres capaces de llevar la carta a García”

(¡Sí! ¡Está bien!)

En el caso concreto que originó este artículo: ¿Quieres esclavos modernos, computarizados, infalibles, entusiastas, y los destrozas una vez te dan la espalda, no los vas a respetar como seres humanos ni considerarlos, vas a sub pagarlos y mirarlos con aires de superioridad sin ningún fundamento? No me hagas reír.

Creo, respeto y anhelo la eficiencia. Valoro inmensamente a la gente responsable y que hace su trabajo con gusto. Critico, tanto a los jefes despostas, como a los empleados que maltratan a los clientes. Pero entre esos dos extremos hay mucho de por medio que considerar. La justicia social y las reivindicaciones salariales, aunque muchos lo utilicen como lugar común, es una lucha de siglos muy compleja, un motor histórico, y un asunto por “resolverse”.

Pero para ser más concretos y venir al presente, habría que reflexionar sobre cómo el desprecio mutuo entre empledado/jefe, el resentimiento o la falta de entusiasmo o identificación con lo que se hace diariamente para ganarse el sustento, dependen del entorno, de las condiciones sociales y de la falta de humanidad en las personas.

Claro, tenemos factores personales de peso como la falta de motivación, cómo se concibe el trabajo, la ambición impaciente y diferentes y variadas actitudes ante la vida. Hay empresarios que hacen su trabajo, saben que no tienen como misión en la vida sacar de la pobreza a nadie o hacer rico a todos bajo su mando, pero tratan a sus empleados con dignidad. Pero hay también quienes todavía leen la carta a García, y que al igual que el autor del folletín, son apocalípticos que añoran los buenos y viejos tiempos de la esclavitud formal. Estos sujetos (y no sólo en el ámbito laboral) serán el objeto de nuestras reflexiones.

II

Tengo tiempo defendiendo la tesis de que el “comemierdismo” es una actitud universal, especialmente, cuando algunas personas tratan de achacarlo a una nacionalidad en particular. Por supuesto, existen mayor o menor grado de éste en diferentes lugares, pero el “comemierdismo” o perfecta imbecilidad es un producto exclusivo de la raza humana y por lo tanto tiene alcance planetario. Lo más probable es que en diferentes lugares geográficos se hayan producido mutaciones donde interviene la idiosincrasia propia de cada país, y a parte de perfecto imbéciles terrestres, hayan otras clasificaciones. En Venezuela tenemos, por ejemplo, una versión light llamada sifrinismo.

Y aquí me gustaría derribar ciertos mitos. No es necesario tener mucho dinero para ser sifrino, tampoco todo el que mandibulea lo es, y mucho menos las personas cultas o que nunca han estudiado. El sifrinismo es una actitud, y ha permeado todos los estratos sociales. Lo definiría así: Sentir asquito por quienes no son de la tribu y trasladar su valor como persona a los objetos o actitudes que, constantemente, se preocupan en mostrar. Por eso es que los sifrinos son tan aburridos: están demasiado pendientes en mostrar, matando así la espontaneidad.

Ahora bien, todos, en algún momento (o en muchos), nos comportamos como perfectos imbéciles, de eso, ni duda cabe. Pero existe el perfecto imbécil químicamente puro. Y aunque son variados y tienen muchas características, creo que hay un rasgo que los hermana: No saben escuchar. Y aquí, compañero, siempre, el lenguaje corporal traiciona. Simplemente, no tienes ni la humildad, ni la paciencia, ni la disposición para escuchar a otra persona, a menos, que lo que se dice, interese para el beneficio del perfecto imbécil. Entonces, cuando, por “cortesía”, toca “escuchar”, empieza la incomodidad, la cual cuando se prolonga, obliga al sujeto en cuestión a retorcerse, y después busca, siempre, la mejor forma de recobrar la “batuta” de la «conversación», es decir, que el perfecto imbécil siga escuchándose a sí mismo.

Y cuando no se sabe escuchar, es imposible conectarse con los demás seres que forman parte de tu entorno. El asunto de saber escuchar o no, nada tiene qué ver con si te interesa o aburre un tema, o si tienes sueño o estás cansado o molesto o distraído. Tiene que ver, más bien, que cuando se necesite, tú puedas conectarte con la realidad de otra persona, ponerse en su lugar, y en la medida de lo posible, entenderlo. Saber escuchar no te hace un samaritano, ni un dios, ni un superhombre, saber escuchar (y todo lo que eso significa) sencillamente, para quien esto escribe, te hace un no-perfecto imbécil.

Y todo esto me lleva, inevitablemente, a la empatía, la cual todos los seres humanos poseemos en mayor o menor grado (todavía no se sabe por qué). La empatía “es la capacidad que tiene el ser humano, llamada también inteligencia interpersonal en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, es la capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir. También es un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra”. (No, no le tengo alergia a Wikipedia)

El caso más extremo de falta de empatía la conseguimos en los sicópatas, seres capaces, no sólo de asesinar a su víctima, sino de infligirle dolores atroces, sin que un solo nervio se les mueva. Pero, como existen tantos grados de empatía en las personas, actualmente, se está hablando de “sicópatas integrados”, quienes no llegan a asesinar, pero su bajo grado de empatía los lleva a perjudicar (o ignorar) a otras personas, de muchas maneras, sin ningún tipo de miramientos. La escala es muy amplia, de Hitler, por todos conocidos, a Madoff, el más grande estafador hasta la fecha.

Por supuesto, no soy una especialista en el tema, no sé si la empatía se pueda, voluntaria o forzadamente, aumentar o disminuir, de hecho, es un término que recién se está empezando a utilizar a ver si es la pieza del rompecabezas que faltaba. Lo cierto es que el perfecto imbécil del que hablo, tampoco es que sea un psycho, simplemente, pienso que con ese concepto, y sus consecuencias (tomando la empatía en cuenta) entenderíamos mejor ciertas situaciones.

En fin, poniéndonos más mundanos y/o malandros, el punto es el siguiente: Si eres talentoso, inteligente, o supremamente encantador o sexy, y decidiste ser arrogante, perfecto, no hay problema, por lo menos, tienes algo con lo cual respaldar tu actitud. Pero, si dios no fue tan generoso contigo, es mejor bajarle dos y ejercitarse en el encantador arte de ser una persona perfectamente normal, como tú y como yo (si no quieres terminar siendo despreciado por todo el mundo conocido).

III

Cuando veo desplegarse ese cinismo sin encanto ni talento, es cuando más aprecio a familiares, amigos, conocidos y personas que son, precisamente (nunca mejor utilizada esta palabra), todo lo contrario.

Es por eso, que a mí, la gente humilde, sencilla, sin poses y auténtica, me resulta absolutamente encantadora, simplemente, irresistible. A mí me gusta rodearme de gente así; que cuando se me ocurra ponerme con una ridiculez o comportarme como una perfecta imbécil, ellos, con sus gestos, me recuerden lo qué es ser gente.

Cuando me encuentro a estas raras criaturas, les doy el 100% de muchas cosas, automáticamente, porque, tal vez, no pierdo nada y gano lo impagable, y también, son infinitamente más divertidos y lo reconcilian a uno con quién sabe qué sea la vida

15 Comentarios

  1. Sí, el credo ese del «egoísmo virtuoso» según el cual los «creadores» son todos unos genios y los demás somos pura piltrafa que los quiere joder y echar para atrás.
    Snooooore…
    Yo te digo, por gracia o desdicha, he tenido una retahíla de trabajos diferentes, de distintos tipos y exigencias en esta vida. En algunos de ellos, se exige la sumisión y la obediencia ciega, a niveles sub-humanos (en el sentido de que no se nos trata como tales). Es una cierta forma de esclavitud salariada que responde a la lógica del garrote y la zanahoria. Me refiero, por ejemplo, al 99% de los trabajos que tuve en servicio. Cuando estás en esa «clase laboral» nadie te pide (por más que este señor crea lo contrario), que aportes algo, reflexiones o trates de hacer un mejor trabajo. Se te pide que sigas instrucciones, por más estúpidas que sean, y que cierres esa jeta.
    Es lo contrario de otras «clases laborales», donde se te exige que opines y propongas. Cuando contratas a un ingeniero, es para que dé un análisis. Cuando eres recepcionista, si analizas algo, te miran feo.
    Y no digo que haya algo malo con esto, cada trabajo tiene sus deberes y derechos. Pero la división hace que, cuando estás en la parte de «servicios», se te trate como un sirviente más que un empleado, un incapaz, un retardado apenas confiable para responder el teléfono.
    Es de las experiencias más degradantes que he tenido en mi vida. No es por nada que todos los que trabajaban allí eran inmigrantes sin ninguna opción, obligados a mandar dinero a casa los fines de semana.
    En mi caso particular, los gerentes eran unas sobrinas adineradas de un tipo que montó una cadena de hoteles y les obsequió, sin ningún esfuerzo, la gerencia de la bazofia donde yo trabajaba. Ellas, que jamás habían tomado el Metro en sus vidas, trataban a la gente peor de lo que Cruela de Ville trata a los perros. Una había tratado de ser modelo y fracasó; otra hizo dos años de Universidad y la echaron por bruta.
    Sin embargo, cuando le llegaba con una hoja Excel explicándole cómo se podía organizar mejor tal o cual rubro del trabajo, me miraba como gallina que ve sal y me explicaba que simplemente siguiera las instrucciones, por más torpes y anacrónicas que fueran.
    Esa fue mi experiencia, en dos o tres empleos. Francamente, al principio pensé que tenía algún a priori marxistoide o algo que no me hacía sentirme bien en el trabajo. Después me di cuenta de que es sencillo: la gente arrogante, incapaz y respingada me cae remal, punto.
    Tampoco creo que mi caso haya sido la enorme excepción al maravilloso mundo del trabajo que marcha sobre ruedas y es filtrado por la generosa mano del mercado.
    Ave mercatum, morituri te salutant.

  2. Pos sí, hay una incidencia de perfectos imbéciles en el puesto de «jefes», por algo será, habría que ver eso más a profundidad. Un abrazo brother y gracias por pasar

  3. ¡Por fin algo interesante!
    Siempre he afirmado que la industruializacion fue la causa que se creara la esclavitud perfecta, donde las personas lloran por ser esclavos.
    durante la epoca romana, un esclavo ahorraba hasta que podia comprar su libertad, ahora las personas no quieren liberarse. Aman ser esclavos. a lo mas que llegan es a tener timidos brotes de rebeldia contra los «perfectos imbeciles» pero nada en serio.
    Como eso de tomar en camino a una labor.
    Ahora bien, yo en mi niñez y parte de mi adolecencia era un ser despreciable. me hicieron creer que era parte de una elite de elegidos.
    Y me lo crei.
    veia a la mayoria de las personas como inferiores y las trataba como tales. no importaba que fueran profesores o grandes intelectuales, me parecian bastantes brutos.
    y lo peor, le demostraba que eran brutos.
    Y eso no les gustaba nada. ¿quien sabe la razon? (;D)
    cuando me encontraba con alguien era para estudiar su comportamiento, como si fuese una especie de bicho diferente
    lo que me salvo fue la literatura, la buena literatura. Leyendo a los grandes faulkner,dostoevsky, camus y tantos otros aprendí la empatia, pero sobre a todo ser humilde.
    creo que eso es lo que falta en la mayoria, esa clase de formacion humanista, de hablar con todos y tratar de comprederlos.
    y eso se puede aprender leyendo buena literatura.
    Fijate solo guido y yo hemos escrito en panfletonegro, quizas hay otros con formacion en ciencia que lo han hecho y no los conozco, pero seria solo otros dos.
    Eso viene a que no les interesa lo que piensen los que no estan en su campo. Muchos saben mucha literatura, leen mucho, pero no les interesa interactuar con el resto, es como un resabio de la epoca mediaval donde existian las cofradías de alfareros, cambistas, pintores, y solo se relacionaban entre ellos. Con nadie mas.
    y eso le cierra la riqueza inmensa de conocer a los demas, que piensan diferente.
    es por eso que me gusto tu referencia a la empatia. Una palabra que casi se ha convertido en una groseria o en un sonido sin sustancia, como el «I love you» que se dice sin sentirla y menos practicarla.
    en la epoca de la codicia, solo importa el yo y en como Utilizar a los demas, sin importarnos lo que piensen. utilizarlas como herramientas.
    y vivimos en la epoca de la codicia.

  4. Lamento informarte que tú me haces sentir bruta, así que sigues siendo despreciable ja ja ja ja ja ja ja ja

    Ahora, en serio: esto fue apenas una nota, pero el tema es sumamente interesante y da para mucho, mucho. Por lo menos alienta que se están identificando a los sicópatas integrados.

    Gracias por dejar el comentario

    Un abrazo

  5. Excelente texto pero yo difiero un tanto del concepto general de empatía, a veces creo que funciona mejor al reves, cuando te deja de importar lo de los demás es cuando puedes escucharlos y ayudarlos porque ya no te afecta, el problema es llegar a ese punto de ‘ya no me importa nada’ porque te tienes que joder mucho. Entonces en el mundo laboral ves que eso es exactamente lo que sucede, mientras menos te afecte lo que haces más facil será hacerlo, involucrarte demasiado te llevará a explotarte la cabeza. No siempre en un trabajo donde te exijan que pienses y analices estarán contentos con que de verdad pienses y analices, solo quieren que les sigas la corriente. Porque esa empatia entonces también la quieren los jefes y vivir en ese ‘compréndeme tu a mi’ no sirve de nada, hemos tenido 12 años para darnos cuenta de eso. Mi primer trabajo fue en el cafetín del Teresa Carreño fregando platos y haciendo jugos, duré una semana, y ahora pienso que si hubiese durado al menos un mes hoy no estaría tan rejodida en la vida porque habría entendido eso que llaman el valor del trabajo y tal. Siempre busqué los trabajos que quice, los de ensueño, tuve pocos y a esta altura creo que me decepcionaron todos precisamente por creer en cosas como la pertenencia, la pertinencia, la trascendentalidad, el legado, la inteligencia, la comprensión de la realidad y todas esas mariqueras comeflor. Tuve una jefa que fue una absoluta pesadilla en solo 3 meses, su necesidad de empatia conmigo hasta por el hecho de parecernos fisicamente, me estaba volviendo loca, ese tener que demostrarle todos los dias que yo era tan arrecha y cuatriboleada como ella, no era conmigo nada mas sino con todas la mujeres, (ese también es un tema laboral jodiito!) pero cuando yo le demostraba que sabia o podia más que ella era aun peor. Te piden excelencia y cuando la demuestras no les gusta, se ofenden. Entonces entiendo que solo quieran esclavos, no es que yo quiera ser una esclava pero estoy en ese punto en el que solo quiero que me digan qué hacer y me paguen y ya, pensar hasta ahora solo me trajo problemas. Es El Principio de Peter, hay un momento en que ya no puedes con la máquina, con el sistema. El problema también es que estamos criando gente desde hace rato no para trabajar sino para divertirse o solo estar. Por eso no más empatía y comprensión de la realidad y el entorno y escuchar a los demás y saber lo que pasa y aprender para estar a la altura y ser mejor, hoy quiero volver a mi sueño infantil de trabajar en un TropiBurguer, cero responsabilidad, cero empatía, cero estudios, cero comprensión de la realidad. Ese es el mundo en el que vivimos, la Idiocracia, mientras más imbécil mejor adaptado estas, por eso yo quiero ser bruta, como hago para ser bruta? Dime XLuis, como se hace para ser bruto después de haber «comprendido» tantas verdades de la vida???

  6. ja ja ja ja ja No vale, Andre, cuidado con lo que deseas

    Mira, pero es que la empatía no es amar a todo el mundo u odiar a todo el mundo cuando se tiene en menor medida, es conectarse.

    Por ejemplo, los profesionales de la salud, por lo general, son personas bastante empáticas, pero no pueden sufrir por cada paciente, porque no soportarían la carga emocional.

    No es que uno se amapuche con el jefe/jefa, sino que sea gente y respete a sus semejantes, etc.

    Con tu comentario me hiciste recordar una de mis capítulos preferidos de Los Simpsons, en el que Homero se saca el creyón que tenía en el cerebro. Una cosa absolutamente maravillosa.

    Saludos, see you around

  7. Andre como dice adriano el metodo usual es usar un lapiz de cera y se mete por el oido, si es rojo es mucho mejor.
    Ese capitulo de los simpson trata del problema de como las personas mas inteligentes son discriminadas por esa razon, yo escribi aqui mismo un articulo sobre ese tema «la minoria olvidada» que habla sobre eso mismo.

    una manera sencilla de explicar lo que es «empatia» es ponerse en el lugar del otro.
    Pero no para ser igual, si no para comprenderlo.
    los novelistas y cuentistas hacen eso, con sus personajes.
    tengo la idea loca que todo lo comprendido es bueno. y el «mal» nace de la ignorancia, no del conocimiento.
    los diez mandamientos se pueden resumir en uno solo «no robaras»; no robaras la vida del otro, no le robaras la mujer al otro Etc. Si tu robas es que estas poniendo tus apetencias o nesecidades sobre las del otro, sin comprender que el otro tambien tiene apetencias y nesecidades.
    Pero si tienes empatia, con el otro, no lo haces debido a que lo comprendes, sabes que es lo que lo mueve, y quizas no le robes.
    ya que comprendes.
    Y todo lo comprendido es …

  8. Hola, me alegra mucho leer lo expresado acá porque compagina con lo que yo he venido repitiéndome a mi mismo y buscando hacer a diario, que es el asunto de la empatía y de vivir una vida mejor Hoy transmitiendo un mensaje positivo. Principalmente porque considero que es la fuente de toda felicidad, transmitir vida y buena vibra es como la música: paz.

    Más allá de todas las cosas creo que existen puntos comunes en los cuales se puede cambiar positivamente, el aspecto de escuchar lo que la otra persona tiene que decir es algo básico que no muchos parecen estar dispuestos a respetar a menos que sea para sacarle un beneficio, yo creo que más allá de todo eso existe una realidad y es la de tratar a los demás como a uno le gustaría ser tratado y más aún como la persona misma debería (en el mejor de los casos, obviamente) ser tratada.
    Para que yo gane no es necesario que tú pierdas y viceversa.

    Por ende solo me queda desearles buena vibra y proponerles trasladar al día a día lo que queremos ver de positivo en los demás; creo que si «estamos en la época de la codicia» también estamos en la era de la información, de dejar legado y entender el contexto en el que vivimos y lo más importante: el papel que estamos desempeñando.

    Mientras estamos acá leyendo y escribiendo, ocurren miles de atrocidades en el mundo, liderado por personas que evidentemente no están haciendo las cosas bien, que disfrutan de las ganancias fruto de la violencia y la avaricia.
    Ahora mi punto es, ¿seguiremos haciendo lo mismo por nosotros mismos? ¿trabajando para un jefe explotador? ¿viendo pasar los días desde la zona de confort? ¿montando la mejor cara de culo en el metro o en el ascensor? Yo elijo algo más trascendental

    Los invito a formar parte de la EEvolución Positiva, paz!

  9. Sé capaz, pero no me opaques. Haz el trabajo sucio pero chus chus, no salgas en la foto, cuidaíto te me acercas y me manchas.

    Muchas veces, las cosas se resumen en esto. Por eso tanta gente se pasa el suiche.

    Muy buen post. Muy bueno. 5/5

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