Melancholia : Puro Humo y Polvo Cósmico

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El Apocalipsis según Lars Von Trier se divide en tres actos como la ópera de Richard Wagner, “Tristán e Isolda”, cuya música acompaña el desarrollo de la tragedia familiar del realizador danés.

El primer episodio es un prólogo en cámara lenta, donde las imágenes narran y anticipan el desenlace fatal, a la manera qualité, publicitaria y artie de la introducción de “Anticristo”. Sería una suerte de flash forward o de spoiler de la misma trama. Toda una declaración de principios. No habrá “happy ending” o redención para nadie en “Melancholia”. Dos planetas chocan entre sí, el grande se traga al pequeño y acontece la catástrofe interestelar, a la forma invertida de “El Árbol de la Vida”.

Ambas comparten una visión grave y solemne de la puesta en escena y los efectos especiales, en homenaje al Kubrick de “2001”, pero el alcance y el objetivo de cada autor es diferente.

Malick quiere celebrar el triunfo de la vida por encima de la crisis y la depresión colectiva. El niño terrible de “Bailarina en la Oscuridad” vuelve a insistir con la exposición e ilustración de su tesis dogmática y misantrópica de “Dogville”: somos malos por naturaleza, merecemos castigo divino y la historia no nos echará de menos cuando desaparezcamos de la faz del universo.

El segundo y el tercer capítulo son la justificación, a veces maniquea y de trazo grueso, de la visión ortodoxa del autor, quien así cumple con bajar del pedestal al star system de Hollywood y darle otra cucharada de su propia medicina de autoayuda “new age”.

El problema estriba en la necesidad del director de aprovechar el aura de glamour del reparto internacional, para vender su moto, de diseño alternativo, al mercado global. Ahí reside una de las tantas imposturas de la pose contestaria del geniecillo posmoderno. Todavía le cuesta prescindir de las fotos fijas de la meca, en plan de actores atormentados del método, versión “Réquiem for a Dream”. Razones no le faltan.

De Kirsten Dunst a Charlotte Gainsbourg, pasando por Kiefer Sutherland y Charlotte Rampling, el casting jamás desentona y cumple con la tarea de servir de vehículo de la teoría neonazi del creador empeñado en hacer malos chistes de Hitler en ruedas de prensa.

De cualquier modo, los intérpretes lo ayudan a aplicar su particular esquema de “solución final” al planeta tierra, a la luz de las mentadas contradicciones y enfermedades incurables del alma, detectadas y diagnosticadas por el Dóctor Mengele de la función.

Para ello, el caballero oscuro no escatimará recursos para proyectar la fantasía melodramática de su justicia infinita, al ampararse en el saqueo cultural de su filmografía y la revisión “intelectual”, medio choronga, de las obras maestras sobre el tema de fondo.

Veremos infinidad de citas a “El Sacrificio” de Tarkovsky, mezcladas con referencias directas a la constelación de la aristocracia decadente desnudada y desmitificada por los grandes popes europeos de la posguerra.

Cine tipo Visconti( “El Gatopardo” y “Death in Venice”), Bergman( “El Séptimo Sello”), Cimino( “Francotirador” y “Puertas del Cielo”), Alain Resnais( “Hiroshima mon amour” y “El año pasado en Marienbad”) y Antonioni( “La Noche”, “Desierto Rojo” y “La Aventura”), aunque a la usanza pop, descafeinada y apolítica de “Maria Antonieta” de Sofía Coppola.

Obvio remake de “Festen” con la cámara batida de “Los Idiotas”, para llegar a la conclusión de “Manderlay” conoce al Roland Emerich de “2012” y al Michael Bay de “Armageddon”.

En lo personal, me cuesta reconocerme en el espejo quebrado y deformado, hasta rozar el paroxismo del terror psicológico, del laberinto expresionista y la casa del martirio de “Melancholia”. Demasiado unidimensional, binaria e inquisidora, para mi gusto, casi al punto de semejar una caricatura kistch, de la Villa y del teatro criollo, con parlamentos lapidarios de pronunciación forzada.

Lo peor es el momento de la toma de conciencia de Justine, cuando habla como “El Exorcista” delante de su pobre hermana, para explicar por qué carecemos de remedio como especie.

Lo mejor son los instantes de calma antes de la tormenta en el palacio de Versalles, al borde del hundimiento de ciencia ficción. De hecho, el padre cometerá suicidio, cual incondicional del Führer en “La Caída”. Las mujeres resistirán solas, como víctimas y mártires, al advenimiento de la devastación ecológica. Feminismo marca de fábrica del dueño de la franquicia nórdica del dolor.

Las escenas de baile y en la fiesta valen su precio en oro, mientras las secuencias de los discursos incómodos mueven a la risa, por su humor negro. Aun así, las siento exageradas, preparadas y poco espontáneas. Igual la tensión se conserva y mantiene gracias al buen oficio del conductor de la orquesta melancólica.

En resumen, el balance y el saldo tienden hacia lo negativo, por la ausencia de matices, de escala de grises y de gama de colores divergentes.

Lars Von Trier se acuerda tarde de abrigar compasión y afecto por sus criaturas. El tiempo no alcanza y terminan convertidos en los últimos representantes de una raza condenada a la extinción. Por supuesto, tampoco se trata de imponer su rehabilitación y regeneración en un epílogo tranquilizador, oportunista y conformista.

Sin embargo, la victoria definitiva del calvario opuesto, me suena a canción conocida y trabajo deshonesto(en sintonía con el González Iñarritu de las telenovelas de «Biutiful» y «Babel»). Verbigracia, Lars agacha la cabeza en Cannes, pide disculpas como chico arrepentido y se declara partidario de las causas bonitas del Festival. Imposible tomárselo en serio, si consideramos su defensa a ultranza de su patrimonio personal. Algo le importa su ego y su lugar en el mundo.

Kamikazes y terroristas auténticos los de antes,como Yukio Mishima.

Los de ahora son puro humo.

PD: Kirsten recoge feliz su premio de consolación. La recompensaron por tirárselas de esquizofrénica y esposa desesperada. Ella es símbolo de las engañifas del largometraje. De novia de “El Hombre Araña” a “Runaway Bride”. ¿A cuál creerle?

Lo dicho:un Lars agotado y repetitivo.

Debería agarrarse unas vacaciones para meditar en su no futuro.

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