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«DROGAS ELECTRÓNICAS» (O EL I-DOSER DESDE LA MIRADA DE LA DOÑA)

«Sobre este saber propiamente histérico por su posición, interroguemos a Dora y al sueño de la alhaja. Lo que le interesa no es la joya, es el estuche, la envoltura. Ella goza del estuche». Jacques Lacan, Seminario 17: El reverso del Psicoanálisis.

Preámbulo

«Todo depende del lugar desde dónde se mire». Esta podría ser una máxima que expone de manera sencilla uno de esos conceptos oscuros del psicoanálisis lacaniano, a saber, la noción del lugar de enunciación. Esta idea, la del lugar de enunciación, sintetiza el problema referido al conocimiento de un objeto, de acuerdo a esta tradición de pensamiento. El sujeto del conocimiento no es neutro o aséptico, él mismo es un instrumento que requiere ser calibrado. De eso se trata el psicoanálisis, de (pro)mover la posición subjetiva, de una rígida a otra abierta, de manera que el individuo se coloque en una posición que le permita manejar mejor su sufrimiento.

Claro, podríamos detenernos acá y desplegar todas las implicaciones de este postulado. Por ahora retengamos que cada individuo tiene una posición subjetiva y que esa posición determina cómo se perciben las cosas.

La doña como posición subjetiva

El psicoanálisis lacaniano reconoce 4 posiciones subjetivas, derivadas del funcionamiento de la estructura psíquica en la que el individuo se encuentra entrelazado o, de acuerdo al término técnico, al discurso estructurante. Los cuatro discursos en cuestión son el de la Histérica, el del Amo, el del Universitario y el del Analista. Hay que decir, además, que en la actualidad se añade uno más, el discurso del Capitalismo,  para dar cuenta de ciertos fenómenos contemporáneos.

Los interesados puede ir a las complejidades de los textos lacanianos. En este espacio me limitaré a describir el discurso de la Histérica usando la analogía de la doña.

Todos tenemos la intuición de en qué consiste ser doña. Una doña habla y habla sobre lo terrible de las cosas («esto es fin de mundo»); señala la falta, lo que está mal, lo que no funciona o, en su defecto, lo que es peligroso. En cierto sentido, estas descripciones son  precisas, hay algo que no anda. Pero en otro, son impertinentes porque se refieren a objetos desconectados de su vivencia. Siempre resulta que la falta está afuera y que ella, por implicación, se presenta como «intocable».

Con esto se logran dos cosas: la más inmediata, doña se coloca en el centro de la conversación de manera segura. A fin de cuentas es ella la que señala la falta, hacia dónde se deben enfilar las apreciaciones. A la vez, su perorata opaca el hecho obvio de su propia insatisfacción. Es a ella a la que «eso» le desagrada.  (Y no vayamos mucho por este camino, pues descubriremos que lo que no anda está en ella, y que le resulta doloroso hacerse cargo de esta situación). Así, la doña muestra su ropaje conveniente y adecuado, negando la existencia de un cuerpo que no sabe qué hacer con el placer. Tanta habladera funciona como una cortina de humo, para desplazar la mirada desde sus propias carencias hacia un objeto externo intrascendente que, de repente, se vuelve lo más importante.

¿Quieren descubrir si lo que opera es una doña? Resuélvanle el problema a la persona que se queja. Si dice que el municipio está mal porque las calles están llenas de huecos, verán que una vez reparados, el objeto de la insatisfacción se desplaza a otra situación. Ya no serán los huecos, sino los inmigrantes que se están mudando a la zona, por nombrar una de las posibilidades. A fin de cuentas de eso se trata, de gozar en la queja misma.

Una nueva alarma para la doña: el I-doser

Un hombre puede ser una doña, de eso no cabe duda. La mayoría de los médicos que durante el siglo XVIII alertaban sobre los peligros mortales de la masturbación, ciertamente, lo hacían desde la posición de doña. Es casi como una máxima: si lo hacen los adolescentes es sospechoso y si implica algún tipo de placer, definitivamente, debe ser peligroso.

Por eso que ahora la sociedad ha zanjado el tema de la masturbación, sexología mediante, nuevos peligros aparecen ante la mirada de la doña. El más reciente, una aplicación de iphone llamada I-DOSER.

¿Qué es el I-DOSER? Es una aplicación que distribuye audios que pretenden generar estados alterados de conciencia. Los audios consisten en música electrónica ambiental  y pulsos binaurales.

Por cierto, lo único nuevo del I-DOSER es la estrategia de mercadeo. Por un lado esta aplicación es similar a cualquier otra que distribuya música. La gran diferencia es que promete experiencias sensoriales que son reforzadas con nombres atractivos para los audios (como éxtasis, ácido, etcetera). Y es acá donde la doña se excita y hace de las suyas. Como en la cita al comienzo de este post, las personas atrapadas por la posición de doña no diferencian entre el envoltorio (v.g. la estrategia de mercadeo) del contenido (v.g. el producto en cuánto tal). Se toman en serio la metáfora para la venta y, zas, encuentran la cortina de humo que siempre han estado esperando. ¿Para que denunciar la masturbación si existe el I-DOSER?

Los pulsos binaurales, el «ingrediente activo» de estos audios, son el resultado de un efecto auditivo, el cual consiste en que el cerebro percibe un pulso, digamos de 10Hz, como resultado de la presentación simultánea de dos pulsos completamente distintos (por ejemplo un pulso de 400 Hz por un oido y uno de 410 por el otro). El fenómeno fue descubierto en 1839 por Heinrich Wilhelm Dove y es, técnicamente hablando, una estupidez sobre la que se han montado una serie de fantasías que carecen de investigaciones que las respalden.

A continuación un video que muestra perfectamente a lo que me refiero. Originalmente consiste en una enfermera explicando como surge un pulso binaural . Sin embargo, gracias a la manipulación de la persona que lo edita, la doña sale a flote: una persona dice algo completamente irrelevante (pero con las insignias correctas, la enfermera «experta» en el I-DOSER) y con eso nos desvía del verdadero problema:  el sujeto que enuncia las zandeces. Por eso me gusta este video, el problema no está en el pulso binaural, está en la forma en la cual alguien se arma un cuento al respecto.

Por cierto, así mismo suenan los pulsos binaurales.

Una nota personal: descubrí las tonos binaurales a comienzos de la década de los noventa (¡hace ya 20 años!), cuando un amigo me recomendó el Centro Mega Mental, una tienda en Altamira que vendía máquinas mentales («brain machines»). Las máquinas mentales eran el equivalente del I-DOSER antes del boom de Internet y sus aplicaciones. Para aquel momento estudiaba psicología y el comentario de una de las profesoras, cuando le conté sobre las sesiones de relajación que tomaba en el lugar, pasaron de la incredulidad a la curiosidad. Toda una académica de los procesos básicos que se estudian en psicología, lo primero que me dijo es que seguro la relajación era resultado de la sugestión; ella no veía ningún fundamento para pensar que el cerebro podía cambiar su funcionamiento por «unas luces y unos soniditos» (las maquinas mentales usan además de los pulsos binaurales, destellos de luz que mediante el «fenómeno de arrastre» hacen que el cerebro se sincronice al ritmo propuesto, como cuando reducimos nuestra frecuencia cardíaca por respirar lento y profundo). Siempre mantuve al tanto a esta profesora de mis experiencias al respecto, básicamente para mostrarle que el hecho de no conocerlo no implicaba que no sirviera. Es el problema de la (de)formación profesional, a saber, creer que «si no lo conozco, no sirve«. Mi profesora dió la talla y, como buena académica, puso sus prejuicios a un lado empezó a mirar con curiosidad aquello que en principio no entendía. (Nótese la diferencia de una persona en la posición de doña; de inmediato hubiese tomado partido y armado su alharaca, como aquellos que determinaron de antemano, sin ninguna investigación, que los videojuegos de temas violentos generan violencia. En la doña la creencia pareciera ser «si no lo conozco, es malo«).

Yo por mi parte seguí explorando, pues de verdad que los efectos relajantes de las sesiones eran evidentes. Así conocí el mundo de los tonos binaurales y de toda la «parafernalia» para complementar la meditación y para promover la expansión de la conciencia. Desde que el mundo es mundo, el ser humano ha generado, o adaptado, la tecnología a sus necesidades de relajación y recreación. Primero los tambores, pasando por audiocassettes (¡en aquel momento estas empresas seguían usando cassettes!), los cd’s y ahora el mp3 y las aplicaciones para dispositivos móviles. En mi época de estudiante compraba los cassettes, que por ahí deben andar todavía; luego salieron los cd’s y me actualicé y hace unos años compré una de las máquinas mentales que me relajaban hace un par de décadas.

Y gritan las doñas: ¡adicto! Tan adicto como lo soy a meditar. La máquina anda por ahí tirada. Tengo tiempo sin usarla. A veces uso audios, que la mayoría de las veces son sólo de música clásica (¡la de estilo barroco es tan potente como los pulsos binaurales!), aunque debo admitir que el grueso de mis exploraciones ocurren a la manera tradicional, meditando sentado y sin hacer (ni escuchar) nada. Zen básico y esencial.

Por cierto, a lo largo de la historia humana las drogas también se han usado como parte de esta exploración. El episodio más relevante para nuestros efectos es el del LSD durante los años 1950’s-1970’s. Sin embargo, noten como en este post las drogas (y cualquier supuesto poder adictivo de los pulsos binaurales) están sólo en la mirada de la doña.

En fin, no hay nada nuevo ni peligroso bajo el sol respecto a los pulsos binaurales. Sólo una efectiva estrategia de mercadeo y una moda adolescente como resultado, en un mundo donde las doñas necesitan satisfacer su necesidad de drama.

una sesión de pulsos binaurales
una sesión de pulsos binaurales desde la mirada de la doña

 

EL I-DOSER DESENMASCARA LA PRESENCIA DE LA DOÑA EN VENEZUELA

¿Y toda esta disertación y este cuento por qué? Véanlo ustedes mismos en este anuncio:

¡ AHORA  LA DROGA  ES  ELECTRÓNICA !
CONOCE  I-DOSER  Y SUS EFECTOS…

España, EE.UU., China y Japón  lo saben ahora en Venezuela toca saber…

¿La usarán tus hijos, tu familia, tus alumnos, tus pacientes,  y tú no lo sabes?

El consumo de drogas físicas y fabricadas en  laboratorios ya es cosa del pasado, ahora la droga es electrónica y en el mundo ya existen más de 400.000.000 de consumidores!

Conoce la nueva droga electrónica o virtual  I-DOSER, como nos afecta, que incidencias sociales tiene y como el gremio médico, psicológico  y de la salud debe prepararse para afrontar esta nueva realidad en los jóvenes de nuestra sociedad.

Por primera vez en Venezuela se hará un curso informativo y de aplicación para difundir este nuevo flagelo de las drogas, conocerlo tratarlo y combatirlo!

¡Fin de mundo!

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