Afiche de la versión 3D del clásico romántico de mi generación,»Titanic», la segunda película con mayor recaudación de la historia, solo detrás de «Avatar». Ambas dirigidas por James Cameron, el autodenominado «rey del mundo».
La película consiguió 11 premios de la academia, provocó el renacimiento de una leyenda occidental, nos legó un par de joyitas para el star system, propulsó una ola de pésimas imitaciones y despertó un debate encendido, como producto de su fenómeno social.
Hasta Slavoj Žižek le dedicó un análisis digno de ser leído en «Arte e Ideología en el nuevo Hollywood».
Recordemos sus palabras: «la simpatía de Cameron por los pobres esconde otra narración: el mito profundamente reaccionario de un joven acaudalado que experimenta una crisis personal y recupera su vigor tras un breve e íntimo contacto con la recia vida del pobre. La compasión por el menesteroso oculta su explotación vampírica». En dos platos, el autor acusa a la cinta de banalizar las teorías de Marx. Una costumbre de larga data en la meca.
Sin embargo, otras revistas y fuentes de investigación, recibieron de mejor manera a la pieza del realizador de «Terminator», en aras de reivindicar sus hallazgos conceptuales, estéticos y técnicos. Es el caso, por ejemplo, de «El Amante», donde la obra fue estudiada en sus diversas aristas.
Por tanto, hoy la recuperamos para seguir en su discusión.
Al respecto, la fecha de su reestreno será el próximo 6 de abril.
Es la nostalgia por el hundimiento y el reflote del amor platónico.
Todo un mecanismo de defensa de la regresión contemporánea, ante las mutaciones y crisis del sujeto posmoderno.
Pendientes.
Ni hablar de la cursilería de Celine Dion.
Prepárense para la resurrección de su casta de zombies.