Desde el éxito de taquilla y crítica de “Secreto de la Montaña”, el apéndice independiente de la compañía Universal, Focus Features, descubrió un nicho de mercado, desatendido por la oferta de Hollywood.
A partir de entonces, la empresa busca producir o distribuir cada año un film del mismo tenor, para seguir cultivando los frutos de su demanda cautiva, tanto dentro como fuera de la pantalla grande.
Así llegaron a la cartelera mundial los estrenos de “Milk”, “The Kids Are All Right” y ahora “Beginners”, cuyos esquemas reafirman la tendencia.
Atrás quedaba la época de cintas como “Alexander”, donde la estética “queer” era castigada por el látigo de la indiferencia y la condena de las mayorías morales. De la era del “Celluloid Closet”, censurado y prohibido, pasamos al tiempo de la explotación cool y mainstream del llamado “tercer sexo”.
Parecía una replica posmoderna de la absorción comercial de la pornografía, por parte de la industria, tras el “boom” de “Garganta Profunda” en 1972, salvando las distancias.
En adelante, la meca aceptaría el cambio, medio a regañadientes, para mantenerse en sintonía con su audiencia y lavarse la cara, después de años de ser acusada por discriminación y segregación de género, a través de sus famosas listas negras.
Sin embargo, no dejaría de imponer filtros a la manera de representar el tema, al despojarlo de su aura clandestina y empaquetarlo bajo el pliegue inofensivo de la corrección política.
En consecuencia, se demarcaría una última frontera entre autores transgresores como John Waters, John Cameron Mitchell y Gregg Araki, frente a realizadores menos problemáticos y moldeables como Gus Van Sant, Lisa Cholodenko y Ang Lee, quienes hasta obtendrían el reconocimiento de la academia, gracias al respaldo de las campañas de publicidad de la corporación de marras. De tal modo, se manufacturaba un consenso en el tercer milenio.
A la caza de sus dividendos, dólares y premios, llega “Beginners”, candidata fija a la nominación de mejor actor secundario por el papel de Christopher Plumier como un padre declarado homosexual en la tercera edad, después de la muerte de su esposa por cáncer. Él será el próximo en fallecer por igual motivo( no por SIDA como en “Filadelfia”), ante la mirada melancólica y deprimida de su hijo, acompañado por un perro parlachín y una novia de fantasía “artie”, al estilo de “Medianoche en París”. Por cierto, ella también es una estrella del cine y vive sola de hotel en hotel, como el protagonista de “Somewhere”, otra consentida de Focus Features.
Haciéndole justicia involuntaria a su nombre, “Beginners” es la versión para “hipsters” y principiantes sobre el tópico en cuestión, llena de estereotipos formales, conceptuales y argumentales, a merced de un guión de hierro forjado en fábricas de tragicomedias y melodramas existenciales de autoayuda. Consumo “afterpop” para saciar el vacío de sentido de una generación alternativa, incapaz de romper con sus códigos de expresión.
“Beginners” le consiente el ego a cualquier esnobista y “bobo” del paraíso universal. Legión en el país.
Sus personajes bohemios asisten a fiestas de disfraces “intensos”, se psicoanalizan con ironía, deambulan por museos, estampan graffitis de “protesta” por el medio de la calle, gozan de un status privilegiado en la escala social, no saben nada de la crisis económica y permanecen sumergidos en su burbuja de cristal, amén de su creatividad.
Me recuerda a cierto sector y segmento de la Caracas de lo posible, de la ciudad de lo glam, aferrada al cordón umbilical de su apartheid. Se exiliaron del entorno y abrieron una tiende aparte, pero solo apta para los de su especie VIP. Les gusta ver películas en reuniones de apartamento, ir a bautizos y exposiciones.
Si le concedemos el beneficio de la duda, la óptica de “Beginners” permite la doble lectura. Por un lado, es el reflejo autobiográfico del director, en su relación de amor y odio por el gremio de la publicidad, el diseño y la promoción de bandas.
No en balde, el personaje principal de Ewan McGregor fracasa en cada una de sus iniciativas, para esbozar la “caratula” de un disco de un grupo. Además, asiste como testigo al derrumbe de su realidad, de su contexto, mientras efectúa unos insólitos y divertidos inventarios de su pasado. La estrategia más subversiva en el montaje y la propuesta narrativa de la cinta de Mike Mills. Por algo es el chico malo de “Thumbsucker”.
De repente, la intención final consiste en deconstruir, en vez de glorificar.
Lamentablemente, el desenlace de “Beginners” apuesta por la perpetuación de la fórmula rentable y la condescendencia con el respetable.
Ewan se reconcilia con los suyos, vence sus complejos de Edipo, supera la expiración de su progenitor y consigue una envidiable redención, al calor del encuentro del ser amado. Aunque su victoria es parcial y discreta, porque la pareja todavía continúa un tanto extraviada y confundida, hacia el cierre.
Lo dicho: “Beginners” quiere agradar y embelesar a dios y el diablo.
Promete cinismo y humor negro.
Ruedan varias cabezas, incluyendo las de la familia gay.
Luego emprende el retroceso y culmina como una fotocopia minimalista de Wes Anderson.
Nostalgia por “The Darjeeling Limited”.
Por desgracia, carece de la identidad y de la dureza de la anterior.
Yo prefiero “The Royal Tenenbaums”.
“Beginners” se me olvidará pronto.
No es el caso de “The Squid and the Whale” de Noah Baumbach.