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Las elecciones “for dummies”

Esta semana marcó un evento histórico: las primeras elecciones completamente libres se llevaron a cabo en Egipto. Este país, con más de ocho mil años de civilización, finalmente se volcó a las urnas, algo que no hacía desde la elección de Naser en los ’50.

Sin embargo, todos sabemos que una elección no basta para hacer una democracia o garantizar la libertad. La mayoría de los líderes reducen el acto del voto a una especie de reflejo conductista que les entrega un cheque en blanco para llevar a cabo sus deseos más disparatados. Usted puede, por ejemplo, no garantizar para nada el respeto de las minorías y sonreír con complacencia cuando el Estado llama “hijo de puta” a un ciudadano, qué importa, seguimos en democracia, mire aquí, mire: tengo la urna llena de papelitos.

Porque las elecciones en Egipto hacen surgir el tema peliagudo de quién debe tener derecho a votar, y en base a qué. El argumento facha versus la chabacanería populachera. La visión histórica, la democracia se inventó en Grecia y allí sólo votaban los ricos, por eso podían filosofar sobre las verdaderas necesidades del país, no dejarse comprar por un partido regalando neveras. Esto, opuesto a la visión Alí Primera, “el pueblo es sabio y valiente”, por qué no van a votar los pobres, ellos también tienen derechos y, al final, esa cuerda de tecnócratas sobre calificados no garantiza nada. Pol Pot estudió en la Sorbona y más facha imposible. Entonces que voten todos…

Sólo que en Egipto, “que voten todos” no es tan fácil, ya que más de la mitad de la población es completamente analfabeta.

¿Recuerdan cuando en Venezuela teníamos derecho a escoger entre el partido bigote, la escoba, la oreja y los lentes? Pues en Egipto nos superaron con creces: para garantizar la “representatividad”, el Comité Electoral ha asignado, al azar, una serie de íconos a cada uno de los 250 candidatos.

En lo que bien pudiera ser una escena escrita por los Monty Python, los electores acudieron a las urnas para saborear “la libertad” democrática al escoger entre tanque de guerra, semáforo, botella de agua, piano, cámara, pirámide egipcia y más. A ver: me gustaría tener una cámara o un teléfono celular pero joder, “botella de agua” me va a hacer falta, a fin de cuentas, Egipto es un desierto…

Y el chiste no acaba allí, ya que el Comité Electoral no parece haber pensado demasiado los símbolos. A una mujer le tocó el símbolo “cohete”, una palabra que usan ellos allá para designar a las mujeres que están buenas. Sería como si a María Corina le atribuyeran un queso ricota, por ejemplo.

Lo que sí quedó en evidencia es como las figuritas penetraron el inconsciente de los egipcios. ¿Puede haber más sinceridad electoral que este afiche, vota cambur?

Así que ya saben, amigos egipcios: disfrútenlo mientras dura. No escojan rápidamente entre “cepillo de dientes”, “Dakar normando” o “licuadora”, porque después van a tener que pasar 5 años sometidos por el baboso de turno. Pregúntenos a nosotros, donde gobierna “tanque de guerra – cambur – amor – cáncer” hace más de una década.

Bienvenidos al mundo libre.

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