Cowboys & Aliens: El Día de la Independencia de los Vaqueros Trasnochados

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Pude ser “Marcianos al ataque” conocen al viejo oeste. Pero salvo por un par de guiños iconoclastas, el director de “Iron Man” optó por hacer con Spielberg un híbrido conservador entre “Guerra de los Mundos”, “Danza con Lobos”, “Jinete Pálido”, “Unforgiven” y “Más corazón que Odio”.
Así, el film aniquila cualquier esperanza de darle la vuelta o revisitar el género western, desde el plano de la ciencia ficción pura y dura.
En efecto, “Cowboys & aliens” desperdicia la brillante oportunidad de releer la historia clásica, al someter a los vaqueros a sus propios métodos de colonización a sangre y fuego. Allí había suficiente material para diseñar una alegoría crítica del pasado y el presente de conquista de Estados Unidos.
En lugar de ello, la película se contenta con fungir de replica anacrónica y polvorienta de las peores tesis etnocéntricas y belicistas de títulos de la reacción y del cine de la seguridad nacional, como “Día de la Independencia” y “Batalla de los Ángeles”, bajo un pedestre enfoque de cinta de “serie b”, de invasiones extraterrestres, inspirada en el maniqueísmo de la guerra fría.
Solo cambia el blanco de ataque. Ayer fue la identificación del mal foráneo con la amenaza del bloque soviético. Hoy es, de nuevo, la glorificación de la defensa extremista de la frontera, al estilo de “Hombres de Negro” y “The Alamo”.
Una fantasía anacrónica donde se dan la mano las teorías conspirativas y paranoicas de la época de Bush y Obama, del once de septiembre a la caída de la bolsa del 2008.
De ahí la siguiente interpretación de Antonio José Navarro: “ahora en tiempos de una inmigración descontrolada y satanizada por la derecha USA más reaccionaria, de una crisis económica de larga duración y consecuencias imprevisibles, los monstruos del espacio no solamente utilizan a los colonos-y a los nativos americanos- como cobayas de laboratorio, sino que extraen el oro de las entrañas del país. Una escabrosa metáfora sobre la inmigración ilegal en los Estados Unidos que hará las delicias de Joe Arpio, el sheriff republicano del Condado de Maricopa( Arizona)”.
Por algo, el mismo autor de la nota compara el guión del largometraje con el paradigma argumental de “Centauros del Desierto”, cuya historia, de secuestro y rescate, es igual a la de “Cowboys & Aliens”, aunque con ligeras diferencias étnicas.
Ahora por una dudosa corrección política, los “indios” dejan de encarnar a los villanos, para acompañar al hombre blanco en los estereotipos y papeles secundarios de fieles escuderos, quienes resignadamente aceptan el liderazgo paternalista del caudillo de la aventura etnocéntrica, Harrison Ford, al lado de sus peones y forajidos. Indiana Jones apenas comparte el protagonismo con el agente James Bond, estancado en su casilla de antihéroe cínico y posmoderno, duro de matar.
En cualquier caso, cumplirá al pie de letra su “Misión Imposible” al acometer una predecible operación comando de salvamento de la tierra, a último minuto, con la colaboración de una chica “Avatar”, sacrificada como kamikaze por el honor de su país. Imagen de manual, repetida una y mil veces a lo largo de las décadas.
Mejor quemar a la bruja en el altar de los caídos, antes de verse en la obligación de prescindir de la pareja de los millones de dólares.
Jon Favreau no es tonto y también cuida, con celo de alien viscoso, su gallinita de los huevos de oro. Su codicia, de seguro, impidió la materialización de un trabajo menos especulativo, blandengue y condescendiente con la taquilla.
Verbigracia, tampoco falta el perro y el niño en fase de crecimiento épico, armado por un puñal regalado por su padre sustituto. El chico, valga la redundancia, contribuye con su cuchillo a la causa de la cacería de brujas de los babosos hermanos antipáticos de “ET”.
Olvídense entonces de la densidad humana de los bichos de “Séctor 9”.
“Cowboys & aliens” es un regreso, dizque cool, a lo peor de la tradición formal y conceptual iniciada por los pioneros de la época de “Asalto y Robo al Tren”.
Una propuesta cercana al Grifitth de “El Nacimiento de una Nación” y a la vez lejana al director de “Intolerancia”.
Incluye una redención forzada y un happy ending consolador, de niño malo arrepentido.
Desaprovechan a Sam Rockwell, lo enrolan en la caravana del desierto y lo terminan por convertir en otro pistolero del montón.
Para películas de vaquero mutantes y surrealistas, me quedo con “Rango”. La mejor de su especie en el 2011.
“Cowboys & Aliens” es un parque temático desvencijado. Una ilusión óptica de escasa resolución. Mucho ruido de artificio y pocas nueces en el relato.
No rescatará al western de su progresiva decadencia en Hollywood.
Lástima.

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