Fin del Vietnam del siglo XXI. Esperado desenlace de otra guerra absurda, estéril y genocida, cuyo montaje solo benefició a la claque y a la rosca dulce de Dick Cheney, Donald Rumsfeld y George Bush, quienes hicieron el negocio de sus vidas con el petroléo del país invadido. Legitimaron prácticas abolidas por la comunidad internacional, rescataron el manual de tortura de la CIA, defendieron a los criminales de Abu Grahib, y privatizaron el complejo militar industrial, al servicio de sus compañías y corporaciones. Nada se puede reivindicar de su desastrosa campaña en medio oriente. Ni si quiera el asesinato judicial de Sadam, su antiguo títere, armado por ellos mismos. ¿Empiezan tiempos mejores para Bagdad? No se emocionen tan rápido. Todavía quedan soldados por repatriar, una deuda pública y social por pagar, y un inmenso patrimonio por devolver. Pero lo arrogancia de los señores de las sombras, carece de la menor humildad y ellos afirman marcharse con la frente en alto. Ojalá algún día ofrezcan una disculpa pública con el pueblo de Irak y el resto del mundo. Nos embarcaron a todos en una misión condenada al fracaso, y nos hicieron copartícipes de su arquitectura demencial, maniquea y deshumanizada. La historia y el ciudadano común, les pasarán la factura con creces e intereses. No es precisamente un happy ending. Ya veremos cómo lo rescribe Hollywood en el futuro. Por lo pronto, huele a bancarrota moral.