Contagio: Los Virus de Mentira y las Vacunas de Verdad

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John Manuel Silva y Vicente Ulive-Schnell nos pusieron en estado alerta por Facebook ante la epidemia reduccionista, sensacionalista y manipuladora de “Contagio”. Según los colegas, el guión de la película contiene una cepa perniciosa, necesaria de combatir.
Al respecto, comparto la opinión del primer escritor: El rollo de la película es su fondo. Jude Law interpretando una caricatura de Julian Assange. La película condena a lo blogs y a internet por regar rumores irresponsables y promover el pánico. Al decir de la película, todo está bien. La histeria creada por enfermedades como la gripe AH1N1, la gripe Aviar o la gripe Porcina eran necesarias para salvar a la población. Los bloggers son los únicos corrompibles, al contrario de los funcionarios. Además, la enfermedad es causada -según el innecesario y redundante epílogo- por los asiáticos y sus pocos cuidados con la higiene. Hasta la esposa infiel, encarnada por Gwyneth Paltrow, es exculpada al final.
Nada más cierto. El libreto se vale del amarillismo de la ciencia ficción, para condenar por igual a los chinos, las mujeres infieles y los periodistas alternativos. A ninguno les brinda el beneficio de la duda o la posibilidad de desarrollarse como personajes. Todos son planos, esquemáticos y estereotipados, a la misma altura de su mensaje escolar. La moraleja sintetiza la paranoia de un cine supuestamente progresista, aunque republicano en el fondo.
De hecho, cumple con propagar las peores epidemias surgidas de los escombros del once de septiembre: la xenofobia contra la amenaza extranjera, la justificación de la censura, la cacería de brujas, la guerra no declarada a la mujer, la misoginia, la satanización de la disidencia y la glorificación del gobierno fuerte, como el único refugio al terror social de la gran familia americana.
En tiempos de crisis, las autoridades responden y encuentran la vacuna para salvar al mundo y controlar a la peste del lejano oriente. Parece un largometraje bipolar de la época de Reagan, dirigido por Sylvester Stallone.
Steven Soderbergh cae bajísimo al inventarse un cuento de denuncia alarmista, donde la plaga se incuba en un vampiro, el murciélago come plátano, el banano infecta a unos cochinos y los cerdos transmiten la enfermedad, por vía de un cocinero de ojos rasgados, con el delantal sucio. Es demasiado.
Gwyneth Kate Paltrow, la “Madame Bovary” del telefilm, le estrecha la mano al “chef” de la muerte, y a partir de entonces, comienza la tragedia con visos de melodrama concienciado y aleccionador en la tradición “choronga” de “Babel”, amén de su juego banal de descentramiento efectista.
El argumento es cronológico, pero su prólogo se encadena y explica en el epílogo, mientras resulta interrumpido por el desarrollo. Hay interés por internacionalizar el “plot”, con fines seguramente comerciales, a la usanza de Alejandro Iñarritú y del propio autor. De ahí su nexo con el patrón mundializado de “Traffic”, según el enfoque etnocéntrico de Estados Unidos, como garante de la paz y la tranquilidad global.
Los entes oficiales son rescatados del desastre, a pesar de sus trabas burocráticas.
La óptica fría, la mirada clínica, la música electrónica, el tono de no ficción y la distancia del género documental, le intentan imprimir un sello de modernidad a la empresa de trámite. Aun así, la estética “indie” y la forma “artie” esconden el germen de un clon derivado de los laboratorios de la meca.
Irónicamente, “Contagio” sirve de experimento y conejillo de indias para inocular exageraciones, mentiras, lugares comunes y sofismas a través del lenguaje de las imágenes en movimiento. Su intoxicación mediática libra de culpas a los organismos y ente oficiales, en su clásica metodología de hacer negocios a costa de las gripes comunes.
El realizador le termina de echar la culpa a los chivos expiatorios de la corrección política: los infociudadanos de la web, “los manifestantes” digitales de Time, los incondicionales de Wikileaks, los hombres fáciles de quebrar en momentos de esquizofrenia colectiva, las esposas insatisfechas, las pecadoras y los puercos de la periferia. Tan literal y duro como suena. Ellos son los portadores de la semilla de la destrucción del planeta.
¿Cuál es la solución de Soderbergh para su virus? Muy fácil. Detectar el origen de la calamidad, actuar en consecuencia y tomar medidas drásticas. Inyectar el antídoto en los buenos, aislar a los malos de internet en la cuarentena de la prisión por sus fechorías mediáticas y corregir conductas impropias de una dama decente, como irse de tragos con el amante ocasional en un Casino de Hong Kong.
En resumen, “Contagio” debe agradar a los creadores del consenso de “Fox News”. En realidad, la patrocina “Warner”. Cualquier relación con su noticiero de “CNN” no es mera coincidencia. Ambos le lavan la cara a la gestión de Obama. Es como “Telesur” con Chávez. Propaganda electrónica de cuarta generación, para desviar la atención. Los invito a ser inmunes a su predica de «thriller comprometido».
Cuidar de los hijos con rifles y armarles la fiesta del “prom” en la casa, no va a cambiar el destino y el rumbo de las acciones. Menos neutralizar a la web y domesticar el idioma de la distopía.
Para tratados apocalípticos, me quedo con “La Hora del Lobo”, «28 Días», «Rec» y «Diario de los Muertos», por citar cuatro ejemplos.
Estoy de acuerdo con Krisis.
“Rise of The Planet of Apes” es el futuro.
“Contagio” huele a pasado.

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