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Una lectura de la Cuestion Judia de Karl Marx

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El problema tratado en el ensayo de Marx «la cuestion judia» no es para nada un asunto racista o antisemita, es por el contrario,  la emancipación del hombre, de la cual la emancipación política es solo un “paso” y no el estadio final y acabado de esta, el cual  es la emancipación humana

En un primer momento se encuentra lo que es propiamente la cuestión judía: la pretensión de emancipación por parte de los judíos, lo que es un caso particular de emancipación, que aunque no es el tema esencial en el texto y tampoco lo será en este trabajo, si es lo que nos introduce a la discusión por la emancipación del hombre en general y por esto lo trataré a continuación, de una manera breve.

 El judío alemán pretende ser emancipado por este estado alemán que para Marx no es aun estado político real como más adelante se vera. A esta pretensión de los judíos, Bauer responde que es una pretensión injusta y egoísta pues para él esto significa la aceptación por parte de los judíos de la subyugación general y además que es imposible: el estado alemán de la época es un estado cristiano, lo que hace surgir la más grande oposición entre el estado a quien el judío reclama su emancipación y el propio judío: la oposición religiosa. Esta, para Bauer, imposibilita la emancipación del judío por parte del estado y lo lleva a la afirmación de que “en tanto el estado permanezca cristiano y el judío, judío, ambos permanecerán incapaces, tanto de otorgar como de recibir la emancipación” frente a esta oposición religiosa que aunque no es la única si es la mas fuerte entre judíos y estado, Bauer encuentra necesaria su solución por medio de la eliminación del judaísmo y de la religión en general, para que las relaciones judíos-estado pasen a ser, ya no relaciones religiosas sino relaciones humanas y puedan así ser emancipados los judíos como ciudadanos y Ya no como judíos lo que Bauer como se anotó, cataloga de imposible por la esencia de estos que entra en oposición con la esencia cristiana del estado. Con respecto a esto, Marx observa que el planteamiento de Bauer se hace insuficiente y que su propuesta de eliminar la religión se queda corta y no va más allá de las relaciones religiosas: judío-estado cristiano que pretendía eliminar y no logra llegar a ser crítica de la propia emancipación política del estado frente a la religión. Marx además, invierte la pregunta que realizaba  Bauer sobre si los judíos tenían derecho a pretender ser emancipados, a la pregunta: “¿tiene el punto de vista de la emancipación política derecho a exigir a los judíos la eliminación del judaísmo, a los hombres en genera, la eliminación de la religión?” A partir de esta inversión de la pregunta de Bauer es cuando, a través de la crítica que Marx realiza de los planteamientos de este, se comienza a entrar en la opinión de Marx propiamente dicha y en la crítica que realiza del estado como tal y ya no como estado religioso.

La emancipación del hombre respecto de la religión, llámese este como se llame: judío, cristiano, hombre religioso en general, es la emancipación del estado respecto de la religión, pero esta emancipación del estado respecto a la religión, pese a llevarlo a la forma de estado real no significa que la emancipación por parte del hombre de la religión esté terminada pues, como se observara mas adelante, lo único que se hace con esta es cambiarla de la esfera de la vida pública donde se encontraba cuando era esencia del estado, a la esfera de la vida privada en la sociedad civil, con éste lograr la emancipación por parte del estado, el hombre tendrá la posibilidad de emanciparse el mismo de la religión a través de un rodeo al utilizar el estado como medio para conseguirlo. Sin embargo el hecho de proclamar ateo al estado, es decir, emanciparlo políticamente de la religión, no libera totalmente al hombre de la religión ya que éste permanece prisionero religioso al solo lograrse reconocer como hombre libre a través de ese rodeo donde el estado es mediador. Con esto, el estado alcanzará la emancipación respecto de la religión e incluso se colocará al nivel de verdadero estado político pero el hombre se verá obligado a llevar una doble vida, fruto de esa contraposición entre la vida genérica del hombre dentro de la comunidad política donde actúa y se valora como ser público y la vida material de este hombre fuera del estado que se da en la sociedad civil donde el hombre actúa de manera privada y egoísta. Esta doble vida es la que lleva el hombre religioso dentro de un estado que se ha emancipado respecto de la religión y que conserva su religión en la vida privada. A este punto, podemos ya observar que la emancipación judía es un caso particular, como se dijo anteriormente en el inicio de este trabajo y que a partir de este planteamiento de la contraposición estado-sociedad civil, se inicia la crítica de la propia emancipación política como algo insuficiente por parte de Marx, quien acepta de todos modos que esa emancipación política del estado con respecto a la religión “al confinarla del derecho público al privado” es un gran progreso aunque no la forma última de la emancipación humana.  En este tipo de estado lo religioso de cualquier manera, pese a verse relegado del estado como tal, pasa a ser fundamento de la sociedad civil por lo que en la emancipación política la religión, contrario de lo que plantea Bauer no tiene que desaparecer necesariamente y efectivamente no desaparece ya que permanece en la sociedad civil aunque lo haga de una manera diferente, es decir, la emancipación del estado respecto a la religión no significa que el hombre real alcance la emancipación respecto a la religión.

 En este punto comienza Marx a tratar los derechos humanos y la pregunta: por si bajo esa emancipación política respecto a la religión de que se ha venido hablando, el hombre está en la capacidad de resivirlos. Digo el hombre y no el judío por que ya se ha observado que la cuestión es la emancipación del hombre de la cual la emancipación del judío es solo un caso particular. Para Bauer el judío no puede recibir y conceder a otros estos derechos pues su esencia judía no se lo permite al hacer ceder ante ella la esencia de hombre de este, imposibilitando así la renuncia a su fe que según Bauer es la condición para recibir estos derechos. Pero para Marx no es necesario eliminar la religión para recibir esos derechos ,en tanto esos derechos son derechos políticos y hacen parte de la categoría de los derechos del ciudadano y además son solo ejercitables en comunidad, es decir, son solo ejercitables por el hombre como miembro del estado por lo que la religión al estar relegada a la sociedad civil no interfiere con los derechos que se ejercitan como miembro de un estado; esto nos vuelve a remitir a la dualidad estado-sociedad civil.   Como ya observamos los derechos correspondientes a la primera parte de esta dualidad, sigue entonces ahora observar los correspondientes a la segunda parte de la misma: “los derechos del hombre en la medida en que se diferencian de los del ciudadano” donde ese hombre diferente del ciudadano es el miembro de la sociedad civil: el hombre egoísta, separado de la comunidad y aislado en la vida privada y más allá del cual no va ninguno de esos derechos del hombre. Lo que para Marx constituye un enigma ya que estos derechos surgen del comenzar a liberarse de una comunidad política: los franceses y los norteamericanos de cuyas constituciones Marx toma los artículos que analiza para mostrar este enigma. Ese comenzar a liberarse de estas comunidades políticas apuntaba a lo contrario de lo que se dió en la realidad, por eso el legitimar el egoísmo y arrodillar al hombre común ante el hombre parcial convirtiendo la vida política en solo algo al servicio de los intereses de la vida de la sociedad civil, cosa que sucede incluso en la praxis revolucionaria la que “se haya invertida en la conciencia de los emancipadores políticos” y donde aparece “el fin como medio y el medio como fin”.  En esta inversión se puede percibir la inversión que se da cuando lo judío penetra y se convierte en lo esencial para el cristiano práctico (II parte del documento) cuando Marx toma al judío real, el de cada día y encuentra su fundamento profano en la necesidad práctica, el interés propio, su culto en la usura y su dios en el dinero y no es difícil observar que esta característica de lo judío en el cristiano práctico es la esencia misma de la sociedad civil y lo que desde sus entrañas no permite la emancipación humana.  La respuesta del enigma, Marx la encuentra precisamente en el proceso revolucionario que llevó a la situación de oposición entre sociedad civil y estado y que generó el surgimiento de lo que se acaba de mensionar en la sociedad civil. Este proceso revolucionario fue el socavar la vieja sociedad de carácter feudal en la que la sociedad civil tenía un carácter político; gracias a las mismas características de aquel régimen los elementos de la vida civil se habían elevado al nivel de elementos de la vida estatal lo que junto con el poder que era ejercido por un soberano fue socavado por la revolución política; los asuntos de estado se vieron relegados a asuntos del pueblo y la sociedad civil perdió su carácter político por la separación del pueblo respecto de su ser común que poseía cuando esa vieja sociedad civil y sus elementos se habían elevado a elementos del estado, al perder la sociedad civil, su carácter político se disolvió en individuos independientes y surgió la contradicción estado-sociedad civil en cuanto esa revolución política significó la liberación del hombre egoísta que solo trabaja por la satisfacción de sus intereses como individuo, como hombre real diferente del ciudadano abstracto y de cuya absorción por parte del primero y de su transformación en la vida empírica en ser genérico depende la completación de la emancipación humana

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