Hola mi nombre es «Larry Crowne», tengo el coeficiente promedio de un ciudadano norteamericano, y según dicen las malas lenguas, me gusta hacerme el tonto como «Forrest Gump», aunque juego vivo y estoy cotizado en la bolsa. Clásica impostura demagógica, le mientan los teóricos del apocalípsis.
En realidad, el mío es un populismo de demócrata querendón, tipo Obama, integrado a la lógica de consumo materialista republicano. De allí la repetición de mi fórmula de éxito. Ustedes conocen el secreto.
Encima, ando un poco perdido y extraviado en el laberinto de la sociedad del espectáculo, al estilo del protagonista de «The Terminal», aunque sin la ayuda de Steven Spierlberg para salir del entuerto. Aquí voy solo y de mi cuenta, delante y detrás de la cámara.
Ya no puedo ocultar mi edad y de allí saco material para algunos chistes, ocurrentes o no, de mi nueva película. Por ejemplo, el tema del pelo es complicado. No obstante, lo cubro de tinte negro y san se acabo. Perdón por lucir como Gadaffi.
De paso, debo pagar las cuentas como productor general y director. Por ende, aplico la receta de «Cast Away». Es decir, buscarme un tremendo patrocinador del negocio. Como soy el novio de América y figuro con la novia( Julia Roberts), lo consigo fácil. Su nombre es «Vespa» y podrás descubrirlo al instante durante el metraje.
Ahora «Vespa» es mi mejor amigo, como antes lo fue «Wilson» y «Fedex». «Vespa» es una de las soluciones a mi crisis de edad. También la propongo como alternativa energética en tiempos de depresión, paro y flexibilización laboral. No la uso a la manera de Nanni Moretti, para dar vueltas con ella y rendirle homenajes a Pasollini. Los italianos son muy intensos. Yo la aprovecho para unirme a la versión edulcorada de los «Ángeles del Infierno». Con ellos, encarno viñetas publicitarias y de una evidente corrección política, aunque a veces tampoco me los tomo tan en serio. Es parte de mi filosofía de vida. Vattimo lo llamaba «pensamiento débil». En mi caso es distinto.
Cuento con el aval de la industria para proponer y esgrimir una tesis de autoayuda, a la luz de mi supuesto barranco individual, cuya metáfora quiere servir de catarsis y alivio moral a mi país en una época difícil. Por cierto, es la misma conclusión de «The Artist», pero con sello de comedia de Hollywood, chapada a la antigua. Yo las hacía así, como churros, en los ochenta y noventa. Hoy me toca esconderme un rato y volver entre bombos y platillos, para pagar las facturas de la casa.
En tal sentido, regreso para incorporar una cinta tradicional de “chico encuentra chica” en fase de “alumno avejentado se enamora de profesora sexy de las cuatro décadas”. Así descubro la juventud en la edad madura y logro superar mis adversidades sociales y económicas.
Al principio, te muestro la secuencia de mi despido injusto por parte de unos gorilas burocráticos en una suerte de tienda por departamento a la usanza de “Wall Mart”. Naturalmente, la crítica hacia la franquicia es leve. Si hubieran pagado, pues los reivindico y les dedico su cuña “largometrada”.
Después, cuando yo encuentre el rumbo, los gorilas burocráticos golpearán a mi puerta, tras ser destituidos por igual, en forma de repartidores de pizzas. Será el momento de mi venganza dulce. Con todo, no se les olvide, soy “Larry”, el hermano mayor de “Forrest”, y debo guardar la compostura. Les pago doble propina y les restriego mi forzada “condición” de macho alfa de raigambre bondadosa, benefactora y altruista.
¿Y la química con Julia? Marchando sobre ruedas mientras te vendo la moto de la reconquista del sueño de la tierra de las oportunidades. Ya lo sabes, si te botan, no protestes, no te indignes, no salgas a la calle a voltear cubos de basura. Resígnate y reinvéntate. La salida es sencilla.
Retorna a la escuela, como Rodney Dangerfield en “Back to School”, inscríbete en la clase de oratoria y en la otra del gracioso maestro chino, medio Miyagi.
Aprende a expresarte con las palabras apropiadas, lee a los clásicos y rehuye del internet, según lo recomendado por la experiencia de “Mujer Bonita” con su marido holgazán, quien se la pasa metido en el antro de pornografía y miseria egocéntrica de la red, donde solo navegan “morbosos” y publican los perdedores.
Por tal motivo, Julia lo manda para el infierno de “los blogs” y se queda conmigo, su ángel redentor de la humildad de suburbio, venida a menos. De hecho, el banco me quitó el crédito y el inmueble. Sin embargo, la fortuna sigue de mi lado. Encontré un apartamento pequeño, pero cumplidor, y ahí me citaré con mi conquista para retozar fuera de campo, procrear y esparcir semillas de “humanidad” prefabricada a futuro.
Cuando los créditos bajan, mi película como Tom Hanks comienza a rodar de verdad. En ella, me las tiro de día de “Forrest Gump” para trabajar. En la noche, disfruto de las mieles y de los sabores cosechados en la taquilla. Bienvenidos al doble rasero de los ricos y famosos de la meca. Un mundo partido a la mitad y dividido por complejos intereses financieros. Es la cultura mainstream y punto. La guerra por el control y el dominio del “soft power”.
Allá los ingenuos capaces de creerse el cuento de “Larry Crowne”. Para mi es puro “business as usual”. Mi nombre es Tom Hanks y soy una franquicia. Un mito en la década del declive, del derrumbe de la industria. Me aprieto el cinturón, me adapto al contexto.
La pregunta del millón de dólares, es: ¿ se conservará mi burbuja por los siglos de los siglos? Los pronósticos no son alentadores.
Necesito terapia.
Siento nostalgia del fango, pero ya no soy del ghetto.