Manual del perfecto idiota venezolano

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I.

La imbecilidad como modus vivendi pocas veces se manifiesta de manera más transparente que en el venezolano idiota, ese puente hacia atrás, entre el ser humano y la amiba unicelular. Este imbécil se pavonea y se regodea en su falta de educación y mal gusto, y ejerce el no pensar, la contradicción evidente, lo ilógico, como filosofía vital.

 

Me explico: usted lo escucha hablando sobre las libertades individuales, sobre la intromisión del Estado en todas las facetas de la sociedad y cómo es inaceptable que un Presidente haga una cadena cuando le venga en gana, por el tiempo que le venga en gana. «¡Es un insulto! –exclama, furibundo-, ¡que ese tipo venga a disponer de mi tiempo para ventilar tales frivolidades!» (esto lo hace en lenguaje idiota venezolano, cundido de «vainas» y «vergas» y carente de palabras polisilábicas complicadas).

 

El idiota venezolano se da golpes de pecho, te habla del autoritarismo y del atropello a su derecho a ver la novela de la noche en vez de «al loco», que qué se cree ese señor, quién le dijo que podía abusar de nosotros así.

 

Acto seguido, si esta declaración de principios se lleva a cabo en una playa, el venezolano idiota abre su bolso y saca un aparato reproductor de música de dimensiones imposibles, lo empotra en la arena como clavando la bandera en la luna y, sin consultar a nadie, empieza a inundar el espacio vital de los demás con la música más espantosa posible, a decibeles infinitos.

-¡No sé por qué tenemos que calarnos todos los demás que el Presidente nos imponga, de manera autoritaria y poco democrática, lo que a él le da la gana! –grita por encima del corito que reduce a las mujeres a receptáculos de semen mientras menea la panza-, ¡es que no respeta nada, mucho menos a los demás!, concluye.

II.

Conozco a un venezolano en Europa y acepto su invitación a beber unas cervezas, a pesar de que las señales del idiotismo venezolano no están lejos: dice no tomar vino, ni comer quesos, antes de realizar un análisis sobre las coincidencias entre los McDonalds de Europa y los de Caracas. Intento orientar la conversación hacia algo más productivo, la subida del fútbol venezolano, por ejemplo, pero el eterno retorno que consume toda discusión en el exterior nos dirige de manera inevitable al tema político.

-Hay demasiada corrupción –señala-, todo es un cambur, un peaje, una vaina. Quieres importar algo, y, ¡no, mi hermano!, eso es horrible. Más vale que vayas con un saco de dinero a la aduana o al puerto, porque tienes que pagar desde el portero hasta el militar de marras.

 

Mi interlocutor se va enrojeciendo y aumenta el volumen de sus denuncias hasta llegar a una apología reaccionaria de «los valores de antaño», que se han «perdido hoy, y verga». Cómo antes había honestidad. Cómo antes nadie robaba. Cómo ahora nadie quiere trabajar.

 

Pocas horas más tarde el mesonero nos trae la cuenta, a pesar de que el venezolano me propone «seguir bebiendo y hablando», aunque «hablar» significa escuchar sus gritos y denuncias poco originales en silencio. Me disculpo amablemente; él propone pagar las bebidas.

-¡Mira! –exclama señalando la cuenta-, se equivocó. No nos ha cobrado 10 euros.

 

Sin embargo, cuando levanto el brazo para indicarle al mesonero que rectifique la cuenta, el venezolano me interpela:

-¿Qué haces? Mejor dejémoslo así. Si no se dio cuenta, que se joda. Ya nos beberemos este dinero mañana –explica, a pesar de que hace menos de una hora le conté cómo trabajé de mesonero alguna vez y tuve que pagar un error en la cuenta de mi vilipendiado bolsillo.

 

Ejemplos como estos hay miles en Venezuela. Uno de los alivios del emigrante es emanciparse del idiota venezolano, no tener que lidiar más con gente que te habla de «honestidad» y jamás te devuelve la plata que le prestaste, de mujeres que te hablan del «excesivo materialismo y consumismo» del país mientras ahorran para realizarse operaciones estéticas, de gente que te jura que irá a cenar a tu casa y jamás se aparece, dejando tu carne pudriéndose en la nevera y tu arrechera clavada en la garganta.

 

Son una traba mayor, no para el país, sino para la humanidad.

 

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Barman, guía turístico, sirviente y amo de casa, traductor, profesor de lenguas, niñero, encuestador en la calle, extra de películas, vigilante nocturno, obrero de mudanzas, editor de películas, músico de Metro; eso hasta ahora. Aparte de sus incursiones en el mundo laboral, escribió y publicó novelas (https://www.panfletonegro.com/v/2010/11/22/yo-mate-a-simon-bolivar/), colaboró con periódicos y revistas electrónicas y participó en debates y mesas redondas. Hoy en día, colabora con oscuros y desconocidos artistas de todo tipo y añora realizar su sueño, ser dueño de un circo. Por las noches lleva a cabo audiciones para el puesto de “tragadora de espadas” con mujeres de todo tipo. Jamás ha practicado patinaje artístico.

37 Comentarios

  1. Vinz, me consuelo pensando que esos son «argunos». Sin embargo es un vano esfuerzo, cuando los ejemplos que pones se multiplican por mil en el tránsito, en los eventos sociales, en las colas de los bancos, en los trámites públicos. Como que no son tan «argunitos».

  2. El perfecto idiota venezolano es particularmente descarado. Cuando la cosa es muy boleta pongo cara de ponchada, pero, generalmente, cuando estoy de buenas, respiro hondo, cuando estoy de mala, pongo cara de culo, y cuando hay algo que decir, lo digo.

    Ayer, salgo a las tres y media de la tarde, de la casa a la universidad, no estaba feliz ni sonriente, estaba tranquila. Bajo, y me toca adelante una camioentica, que en el transcurso de dos cuadras se paró tres veces para recoger pasajeros, bloqueando el paso de todos, paso al tipo, respiro y me digo, «relajate, mira el paisaje».

    Empiezo a subir para agarrar la cota. No hay cola, veo el Ávila, las casas, empiezo la cota, miro la ciudad. No hay cola, genial, medio embozo una sonrisa y pienso: «Coño, la verdad, es que yo, a veces exagero, me pongo intensa», no había llegado a la salida de la Castellana y en eso me pasa tremenda camioneta por el hombrillo, a toda velocidad. ¡Fuck! Es electroshock ¿Sabes por qué? Porque no había cola, la cosa estaba rodando como a una velocidad de 50-60, te lo juro. Y de ahí empezaron a pasarme por el hombrillo todo tipo de carros, de todos los colores y modelos y se acabó el encanto.

    Como ya he dicho, idiotas hay en todas partes, pero el descaro del idiota venezolano es sumamente irritante, frustrante,cansa, y sobre todo, cansa, cuando uno medio trata de comportarse como un ciudadano.

    Entonces sí, Vinz, es tal cual dices. Caracas no tiene la culpa, ni el Ávila, ni la carretera de oriente, ni la represa del Guri. Somos nosotros el problema

    Abraxs

  3. Los psicólogos llaman «Justificación o igualación cognitiva», al proceso según el cual los actores se desprenden del juicio propio. Es decir, ante la premisa, «colearse está mal» y el hecho «yo me colée», aparece la justificación, «pero es que yo sí necesito de verdad esos papeles», etc.
    De allí que el perfecto idiota venezolano se queje de que le invaden su espacio pero crea que el que él joda a toda la playa con su música asquerosa está bien, porque «mi música es de pinga, yo pongo a todo el mundo a gozar y a las mujeres a bailar», entonces vaya y pase. Pero llévate un repro para la playa y clávale la 5ta de Beethoven a todo volumen para que veas cómo reacciona el pana y defiende «su espacio privado».
    ¡Saludos!

  4. Ese fin me voy a la playa y voy hacer eso. Voy a poner a la quinta de Beethoven a todo volumen. me distes curiosidad por saber lo que para.
    El problema con eso es qu los hijos ven ese comportamiento en sus padres y creen que esta bien esa manera de actuar, y comienzan aplicar esos conocimientos en el colegio con sus compañeros, al ver que no hay castigo y que obtiene recompensas de ese comportamiento, lo alimenta y lo incluye en la formacion de su personalidad.
    El ciclo se repite.

    PD; de verdad comprate el el libro de fulcanelli y te vas a notre dame, quizas habla mucho paja, pero veras la catedral con una mirada nueva

  5. Es fantástico ese cierre tan visceral, Vicente. Lastimosamente, los argentinos (tal vez debería decir «porteños»)suelen demostrarme que esas actitudes abyectas no son exclusivas del Caribe. Todo una rémora continental, me temo.

  6. Sí, todos somos un poco culpables de estupidez nacional. De ahora en adelante voy a vigilarme cuidadosamente. No quiero ser una traba para la humanidad.
    Qué bien escrito está tu texto, vinz.

  7. En estos días estuve en la playa con una prima que trabaja para el gobierno y atrás teníamos una 4×4 con reggaeton a tres tablas (el género es lo de menos, estoy segura de que yo no podría escuchar Megadeth a la mitad de ese volumen sin que me sacaran de la playa). Ella le fue a reclamar al tipo que porqué coño los demás tenían que escuchar su música. A mí ni me molestaba mucho tenían una fiesta o algo así. La verdad tampoco estaba taaaan alto, sólo que no es nuestro tipo de música. Pero ella quería que le bajaran TODO el volumen o que se fueran con su diversión a otra parte.Cuando volvió no pude evitar decirle lo obvio: «¿y porqué sí tenemos que calarnos a Chávez hablando de los helados que le mandó Fidel?» La respuesta: «si no les gusta ganen elecciones». Ese es el problema que para la gente la democracia es una piñata.
    Por supuesto que en el camino de regreso en el carro no pude poner ni a Bon Jovi, porque era SU carro.

  8. Luego que leí Los amos del valle de Herrera Luque descubrí el porqué de muchos de los comportamientos de nosotros los venezolanos, y si a ver vamos no sólo los venezolanos, algo he salido fuera de estas fronteras y he visto esos perfectos idiotas en otros lares, o me han contado, por ejemplo el negro gringo (soldado de alguna base de Estados Unidos seguramente) en Alemania, con su reproductor gigante en el hombro con su música a toda mecha en unos de los metros de Berlín, o de los costeños en la fría Bogotá de fríos bogotanos que se hablan a gritos de una cuadra a otra (no exagero), y los ejemplos se multiplican casi al infinito.

  9. La verdad cuando leí el titulo me llamó la atención, pero esta redacción es pobre hasta con errores de sintaxis, de manual tiene muy poco no vale la perdí mi tiempo leyendo esto

  10. Una de las cosas que me produce mayor regocijo, rayano en el regodeo, es ver a alguien acusando a otra persona de algún error, pero cometiendo la misma falta en su alegato.

    «La verdad cuando leí el titulo me llamó la atención, pero esta redacción es pobre hasta con errores de sintaxis, de manual tiene muy poco no vale la perdí mi tiempo leyendo esto».

    El pepe, gracias por el momento de esparcimiento.

  11. No semos los venecos. Es la Humanidad, la que está jodida. ¿La razón? Que hay que ser humano, no basta parecerlo.

  12. ¿De quién es la playa? «De todos». Por lo tanto, «todos» tendrán que ponerse a determinar lo que se puede y lo que no se puede hacer en la playa. Pero… ah, eso ya existe, se llama gobierno (municipal, estadal o el que corresponda), por lo tanto a ese gobierno le toca *imponer* por la fuerza (sí, por la fuerza) el respeto de esas normas pre-establecidas.

    Pero, comprensiblemente, los gobiernos están ocupados en otras muchas cosas, y no hay quien las haga cumplir. Aquí solo queda pedirle *por favor* a los abusadores que dejen de abusar o hacer que dejen el abuso zampándole una mano (y, ¿quién se va a echar ese muerto encima?).

    En el fondo todo se trata de que queremos que los demás hagan lo «correcto» por iniciativa propia y sin coacción. Eso funcionaría muy bien si cada ciudadano, después de muchos años de auto-exploración, meditación y reflexión interiorizara eso. Pero, eso no pasa de manera general, de hecho, casi no pasa, así que no podemos apelar a ese ciudadano ideal sino a otros mecanismos para obtener el cumplimiento de esas normas básicas de convivencia, léase: multas u otras penalizaciones. Después de mucho, mucho, mucho tiempo bajo este esquema, quizá, nos comportemos con consideración hacia los demás de manera espontánea.

    Por supuesto, existen las «multas» morales, la exclusión, en la medida de lo posible, de aquellos que no comparten ciertas reglas, normas, que es lo que me imagino que Vinz habrá aplicado con el compatriota chulo que describe en el artículo. Esto funciona, pero siempre que el abusador se mueva entre personas que lo excluirían por su comportamiento. Si mueve entre otros que no tienen problema en calárselo, no tendrá motivación para abandonar su conducta. Y siempre puede ocurrir que los demás soportan el abuso con la certeza de que, a su tiempo, les será perdonado su abuso cuando lo cometan.

  13. Vaya, XLuis: Tengo pendiente la lectura pero está en espera, por ahora tengo que meterle el diente a otras cosas primero. Pero te aviso cuando esté «listo» para que me des la cita completa…
    Saludos a los y las demás, ¡gracias por el apoyo! (Si les gustó, pues pichen y compártanlo ;-)
    Revelado y Rebelado: es una extraña coincidencia que, en este hilo de discusión de mi muro de Facebook, apareció la misma referencia a «Los amos del Valle».
    Sin embargo, creo que hay una diferencia: la «idiotez» como comportamiento, claro que es universal. Lo que cambia es la *validez social* de ésta. Conozco países donde no se estila romper los compromisos o decir que vas a la fiesta y no aparecerte, ni llamar, el día de la rumba. No es que *nadie lo haga*, es que, en general, pues eso no se estila, porque no es honorable. Hay otras concepciones de las acciones humanas, por así decirlo.
    En Venezuela, esto está lejos de ser el caso. Porque no sólo nos robamos el vuelto, sino que después lo contamos sin vergüenza, con una risita de «viveza», en el bar. Dices que robaste a un ciego o abusaste de un mongólico, y da «risa». En otros lados, quedas como un abusador, un inmoral y una persona sin honor.
    Creo que esa es la diferencia entre la «idiotez» y el síndrome de «idiota venezolano».
    Saludos a todos

  14. Corbu:
    Concuerdo contigo, aunque no creo que «la multa» sea el nec plus ultra de la regulación social. Aspiro a una sociedad en la cual la gente no se roba las vainas o no pone música duro, no porque no pueda, sino porque es una raya social, porque quedas como un palurdo y nadie te hablará porque darás vergüenza (y esto sucede en muchos países).
    De hecho, una de las experiencias de Antanás Mokus como Alcalde de Bogotá fue entender cómo las multas no tenían valor social alguno. Él cambió los policías de tránsito por mimos y payasos quienes, en vez de distribuir multas, se mofaban del conductor y lo señalaban delante del resto.
    De esta manera genial, las violaciones de tránsito y las colas bajaron estrepitosamente ya que al bogotano la multa le sabía a rábano, el quedar en ridículo con unos payasos alrededor le dolía mucho más (de allí la efectividad de los cobradores de Doctor Diablo’s).
    Saludos

  15. So, Pepe, ¿quieres un manual de verdad, verdad, sobre el venezolano? #dejamevemiagenda

  16. Esto sucede cuando la política, que debe dar el ejemplo, no es más que el reflejo de la sociedad.

  17. Gente idiota existe en todos lados, de eso no creo que haya duda, pero lo cierto es que en Venezuela parece que la proporción de idiotas con respecto a la población total es aplastante. ¿Será culpa de los venezolanos? Yo creo que la respuesta afirmativa a dicha pregunta es una verdad a medias, y lo digo porque veo más culpable a la falta de una autoridad que cumpla con su papel de hacer respetar las leyes y normas de convivencia. No en vano nuestra nación sufre de unos niveles de corrupción brutales, así como unos índices de violencia (asesinatos) y criminalidad espeluznantes. Todo eso es resultado del caos tan brutal que reina en Venezuela desde hace un tiempito.

    Sin ir muy lejos, ayer como a las 6 y media de la tarde salí a trotar en una avenida de mi urbanización donde una cantidad considerable de gente realiza dicha actividad. Mientras estaba en lo mío, escucho que se me acerca una moto a mis espaldas y la misma desacelera, entonces yo volteo para invertir el sentido de mi carrera disimuladamente y veo que en efecto, dos tipos montados en la moto y se detuvieron prácticamente al lado de donde yo estaba. No me detuve en ningún momento y al parecer no le quedó más alternativa al par de mototukis sino seguir su camino. ¿Paranoia? Tal vez. ¿Querían robarme o no? No lo puedo decir con seguridad. Lo cierto es que a esos ladrones chimbos que andan en sus motos robando por las urbanizaciones caraqueñas (ya me pasó una vez cerca de mi casa), ¿les gustaría que viniera otro tipo en moto y les robara el teléfono y el dinero que tienen en la cartera? Lo más seguro es que no, sin embargo eso no los detiene en su empeño de atracar a otras personas. Para mí eso es idiotez.

  18. Me disculpan pero hay costumbres mucho mas graves que robarse el vuelto o poner musica a todo volumen. Es un problema de familia, de confianza, te lo hace tu familia pero tu no se los puedes hacer a ellos y menos en la calle, entonces se acumula un resentimiento que termina en que la gente hace cosas peores de las que podria hacer en su casa precisamente porque no puede. De todos modos creo que llegamos a un punto en el que ya nadie le esta diciendo a nadie que eso esta mal por lo que no creo que en general la gente sepa que esta haciendo mal, muy distinto del que si sabe y se cree «vivo» por eso. Hay costumbres de costumbres, cada una se relaciona al medio ambiente, si en otros paises quedas mal por no ir a una invitacion ni avisar es porque evidentemente nadie puede poner de excusa trafico, accidentes, gandolas volteadas, asaltos secuestros y tiroteos en plena via, huelgas de transporte, trancas de dagnificados, vias cerradas por asfaltado sin avisar, taxistas malandros que te cobran segun su estado de animo, metro cerrado por un arrollamiento, el carro jodido hace 3 meses porque en el taller te dicen que la pieza viene de afuera y se tarda en llegar, en fin en un pais donde todo funciona es logico que no tengas como excusarte de no asistir a una reunion que no sea porque no te dio la gana. Es un poco banal quejarse de que la gente actue en base al medio ambiente en el que vive, la gente simplemente se adapta a su ambiente y su circunstancia, cambiar de ambiente y seguir haciendo lo mismo es lo verdaderamente idiota, luego te encuentras con gente llamandote sifrino por acatar normas en «donde hay normas», en donde no las hay esperas que la gente se comporte y termine pareciendo un verdadero idiota por querer parecer una cosa que no es? La tipica imagen de la pared en un barrio donde dice «No botar basura aqui» con una montaña de basura es representativa de lo que somos como sociedad, en una comunidad donde la gente muere todos los dias violentamente, esperas que alguien respete un cartelito? Hay que pararse en las realidades para comprender los comportamientos y dejar de esperar que la gente se comporte como gentleman ingleses en un vagon del metro sin aire acondicionado a la hora pico.

  19. …es sólo q siempre me ha llamado la atencion, hablando de ciertas generalizaciones sobre «el venezolano», la disociación entre la palabra y la acción. Todos esos divertidos ejemplos tienen algo de esa incoherencia. Nos expresamos de una manera que no se vincula a Lo que hacemos…. es como sí esa caricatura del venezolano no entendiese que esa mínima coherencia es importante para vivir en sociedad.

  20. por eso nos merecemos a quien tenemos de presidente, una total muestra en exagerado de lo que somos todos. O pretendiamos tener un presidente honesto, silencioso, recatado …? la unica forma seria importarlo.

  21. Mimí, ni que venga el Mesías en persona y se elija como presidente, la sociedad venezolana no cambiará así como así, el «rolo e´ vivo» ya está en nuestro ADN.

  22. A mí me parece que una de las cosas más terribles del Idiota Venezolano es que siempre habla de los venezolanos en tercera persona, nunca nadie dice «es que los venezolanos somos abusadores» siempre son otros los venezolanos.
    No nos damos cuenta de lo que somos y las cosas que hacemos que están mal.

    ¿Alguien cree que ese que llega a la playa y pone el reguetón a todo volumen piensa que está haciendo algo mal? Obviamente no, y por eso se siente con derecho a criticar a aquellos que hacen cosas que no le gustan. Es un problema complicado. Yo sé que todas esas conductas que se describen acá son detestables pero también sé que en algún momento alguna habré hecho.

    Siempre terminamos poniendo una distancia que en realidad no existe entre nosotros y los venezolanos que odiamos, quizá porque en el fondo nos reconocemos en ellos. Yo sé que dentro de mí hay una voz que me dice «Luis no seas pendejo, cómete la luz, coléate, bota esa vaina en la calle que nadie te está viendo» Y hay que joderse para quitarse esa carga de encima.

    Pero probablemente el primer paso sea reconocer que en mayor o menor medida los que nos criamos en Venezuela algo de ese idiota tenemos.

  23. Luis tienes toda la razon, yo haga algo totalmente detestable, que me da verguenza hacerlo, se que es malo . Pero me di cuenta que la verguenza y el peo que me forma mi conciencia solo dura 5 minuto; cuando mis perras hacen pupu en la calle, me pongo a ver las nube, pongo cara de guebon, y i alguien me dice algo, hago una representacion de sordo, que si la ve la academia, me da el oscar.
    No, no me produce ninguna satisfaccion, mas bien fuertes sentimiento de culpa.
    ¿pero que le voy hacer? prefiero eso a convertirme en el recoje pupu de dos perros tontos.
    Yo tambien soy culpable.

  24. Saludos a todos, gracias por comentar.
    Creo que, como dijeron más arriba, no se debe subestimar el rol del gobierno como motor de interpretación de lo que está socialmente aceptado o no. Si un gobierno no ve problema en que la gente le caiga a patadas a unos periodistas en el Centro de Caracas, no puede sorprenderse de que años después, quemen el Aula Magna…
    Claro que el abstraerse del juicio es típico del venezolano. Lo pensé escribiendo esto. Pero llegué a la conclusión de que, más que abstraerse sea un problema, el problema mayor está en el eterno jalabolismo incondicional del venezolano: ese es el idiotismo en pasta que no nos deja avanzar. Saben, ese criterio según el cual Pastor Maldonado es el corredor más rápido del mundo, la vinotinto va a ganar el mundial, que el Ávila es más arrecho que el Himalaya, que las mujeres más bellas, la mejor comida y qué sé yo.
    La falta de crítica, que se ha denunciado en Panfleto a lo largo de años, es la peor carencia que tiene Venezuela. El idiotismo mayor. Eso de que, «bueno, pero si no te gustó la película, dirige una tú», o qué sé yo, visto acá hasta decir basta.
    Abraxs

  25. La cosa se nota mucho más cuando uno ve a personas de otras partes, que no negaré que tengan su cuota de idiotez, pero al menos cuando andan por aquí, lejos de su tierra, aunque sea hacen el esfuerzo por portarse bien.

    Mi madre hace algunos años estaba en el negocio de los bienes raíces, con alquileres de apartamentos y casas a temporadistas. Los problemáticos eran precisamente los venezolanos: se llevaban las llaves, obligando a los dueños de los inmuebles a cambiar cerraduras; no se molestaban en leer el contrato y pedir modificaciones sino que llegaban con SU contrato; pedían electrodomésticos adicionales a los que estaban en el inmueble; llegaban en cambote, con el doble o el triple de personas que el apartamento podía albergar; las cosas «se dañaban solas» o «estaban así cuando llegamos», resultando en llamadas furiosas o que se apareciera gente muy temprano en la mañana o muy tarde en la noche en la casa «para ver cómo hacemos»; y un largo etcétera.
    Incluso hubo uno que quería alquilar una casa que estaba en muy mal estado, pero que no se la querían alquilar por la misma razón, que hay que limpiarla y hacerle un cariño primero… y tanto dio el tipo (ofreció incluso un monto mucho mayor al canon de arrendamiento establecido) que al final alquiló esa casa aceptando que estaría bajo su propio riesgo. Él con la numerosa familia. Entonces se ha aparecido de madrugada, justo después de instalarse en el lugar, quejándose de que habían ratas del tamaño de conejos, que los niños tenían miedo, y ahora hay que buscarles otro sitio para ayer porque para allá no iban a volver.

    Después de cierto tiempo, madre decidió limitarse a trabajar con clientes extranjeros, con quienes la experiencia cambió totalmente: entregaban puntualmente las llaves; mandaban a traducir los contratos y a veces pedían algunas ligeras modificaciones nada más; con la cocina, el microondas, la licuadora y el fregadero les iba bien, no pedían ni lavadoras/secadoras ni máquinas lavavajillas; las cosas no se dañaban; y ningún tipo de abuso de confianza. Resultó que los musiúes se portaron mejor.

    Al menos eso, en nuestra experiencia. Es triste que uno rechace así al propio gentilicio.

    Ah, podría agregar al Manual el clásico «bueno, ¡tú me entendiste!» como respuesta a una corrección a algo dicho de forma incorrecta. Y aquel día que en el puente de Maracaibo un tipo se subió aparentemente amenazando con lanzarse, y la gente por el tuiter diciendo que el tipo se lance de una vez para que se termine la cola, que gracias a él era la congestión en la vía. Apuesto a que una ínfima minoría (para no decir que ninguno) fue capaz de llamar a los bomberos. Espero que salga alguien y diga «mira, tú estás equivocadísimo, como yo no tenía carga en el celular salí y le dije a alguien que hiciera el favor de llamar porque de pana me preocupaba el pobre tipo».

  26. Saludos, Gama Rei.
    La cosa ha llegado a tal punto de descomposición social que uno es el que queda como un loco si pide que las cosas funcionen de manera normal.
    Hace un año organizamos un rumbón de matrimonio en la Isla de Coche. Cuando llegamos al Hotel, reservado y pagado por adelantado, se nos informó que no habían suficientes habitaciones para todos los invitados. Cuando le preguntamos cómo esto era posible, si habíamos enviado la lista y la plata por adelantado y nos habían confirmado, el dependiente nos explicó que «los venezolanos» por lo general reservan de más, se aparecen con menos gente y no quieren pagar las otras habitaciones.
    Quedamos como los propios «groseros», «incomprensivos», cuando le grité al tipo que a mí no me importaba qué diablos hacían «los demás venezolanos» y que, si yo había pagado las habitaciones y me daba la gana de dejarlas vacías, ese era problema mío.
    Todo el mundo nos vio como si estuviéramos locos.

  27. Se dice que Venezuela es una mentira… Tendrá eso que ver con nuestro superficial comportamiento???

  28. FRESA: Sí, Venezuela es un invento de Su Majestad Don Carlos III que todos los políticos nacidos en Caracas han capitalizado luego en provecho propio.

    Pero ya nos hemos acostumbrado a esta ficción, sobre todo de Juan Vicente Gómez para acá y ya que esto es lo que tenemos…

  29. FRESA: Sí, Venezuela es un invento de Su Majestad Don Carlos III que todos los políticos nacidos en Caracas han capitalizado luego en provecho propio.

    Pero ya nos hemos acostumbrado a esta ficción, sobre todo de Juan Vicente Gómez para acá y ya que esto es lo que tenemos…

  30. De verdad, de verdad, hay 30 millones de Venezuelas. Así como hay 46 millones de Españas. Lo importante es armonizar todas esas visiones, para que ninguna estorbe demasiado al resto.

  31. Saludos vinz.

    Si ya las habitaciones estaban pagadas, incluso estaban en su pleno derecho de botar los reales si les daba la gana de no utilizarlas, ya el negocio estaba hecho. Eso fue una enorme idiotez de parte del personal del hotel. Pagaron justos por pecadores.

    A veces me acuerdo de esa época y pienso que pudimos haber perdido un puñado de buenos clientes venezolanos por culpa de nuestra negativa a atenderlos.

  32. creo que el verdadero artículo está en la mezcla de opiniones que se han dado acá… así y todo el artículo muestra una opinión muy legítima que comparto en muchos aspectos pero que obviamente carece de muchos que realmente hubiesen enriquecido el tema

  33. Joder, pues si el artículo te parece que carece de «opiniones legítimas», ¿para qué carajos crees que están los comentarios?
    Suelta ese buche y alúmbrame…
    P.d.: Con la paranoia que habitaba a los venezolanos durante el último censo (francamente, eso de preguntar «raza» era una imbecilidad mayor, pero qué se puede esperar) y todo el mundo inventando que en esta casa vivimos como 15 personas -no vaya a ser que nos la quiten y se la den a los cubanos o qué sé yo-, no me extraña que el resultado «oficial» haya sido de 38 millones de venezolanos, y que acá sea más o menos vox populi que la cifra está más por los 30 millones.
    Venezuela es un país inventado, lleno de gente inventada por los censados para justificar sus propiedades…

  34. Amigo, por casualidad leí esto y me atrevo a decir que es un problema latinoamericano. Yo soy de Chile, en teoría – o más bien en cifras- el país más cercano al desarrollo de Sud América, que sin embargo, se compone por una mayoría de gente compuesta por las mismas costumbres que describes. La masa latinoamericana es la misma en todas partes, incluyendo Argentina y Brasil.

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