El Calabozo al Calabozo. Programa de chismes transmitido por Venevisión. De alto rating. Símbolo de la doble moral de la televisión comercial en Venezuela. Los acusadores condenan a diestra y siniestra, bajo argumentos maniqueos y binarios. Pero a ellos nadie los puede someter al mismo análisis exhaustivo de sus carreras. Además, no permiten el derecho a replica de los directamente ofendidos. En su lugar, figura un panel de defensores, vestidos de blanco, quienes intentan equilibrar la balanza, desde una posición entre condescendiente, paternalista, frívola y siempre superficial.
Irónicamente, parece un espejo de la polarización mediática del país, desarrollada por VTV y Globovisión, a imagen y semejanza de las burdas discusiones de sordos de la Asamblea Nacional, donde la oposición hace el papel de Chepa Candela, en versión histérica y endoñada de María Corina, mientras la bancada del gobierno se dedica a celebrar los logros de la revolución y a justificar las metidas de pata del Teniente Coronel, a través de una batería de sofismas ridículos y carentes de sentido. Idéntico al esquema de «La Hojilla», «Los Papeles de Mandinga» y «Aló Ciudadano». Mario Silva y Leopoldo Castillo son, en cierta forma, hijos adoptivos de la matriz de opinión de Atamaica Nazoa. Lástimosamente, así le dañan el cerebro a Venezuela y la conducen por el abismo de la inquisición, la cacería de brujas, la intolerancia, los dilemas estériles y el falso debate. En realidad, es el poder alimentando su propio vacío de ideas y de contenidos. Apoyarlo es seguirle el juego a su trillado y estereotipado juego retórico. Nos conviene desintoxicarnos y resistir al contagio de la semilla del verdadero mal. Paradójicamente, los noticieros del cuatro fingen demencia y se olvidan de prácticar la crítica hacia el contexto de la nación. Sería lo único por reinvidicar del susodicho espacio. Si me preguntan, yo invitaría a sus promotores a llevar a los candidatos de la Mesa y del PSUV al Calabozo. De cualquier modo, no hay redención para la tabla redonda de los torquemadas del momento. Evidencian la crisis del sector y reflejan los complejos de sus creadores, sacando partido de las miserias y necesidades de los espectadores morbosos. Espectáculo decadente y sintomático del declive de la cultura audiovisual. Por último, el paquete gráfico es de coger palco. Horroroso, de página de Power Point o de portal web de grupo de rock satánico kistch. Ni hablar de las imposturas del jurado. Impiden descubrir la gama de matices de la condición humana. Somos el ying y el yang. Para rematar, el entorno nos determina. Por tanto, debemos renunciar al encasillamiento de tirios y troyanos. La pluralidad demócratica lo exige. Lo otro es caer en la trampa del lenguaje de la clasificación. Es la tiranía de la comunicación social en el siglo XXI.