¿Qué todo esto son personales elucubraciones? La mejor prueba de que en realidad el Diablo existe es la indiscutible presencia del Mal en el mundo. Más aún, yo diría que la realidad del mundo es el Mal, y prueba de ello es que el planeta lo posee en abundancia, que nadie escapa a su experiencia. Es por eso que en lo más íntimo de nuestro ser todos rechazamos esta realidad y anhelamos otra. No hay suficientes lápices ni cuadernos en el planeta para poder anotar las injusticias, traiciones, invasiones, hostilidades, divisiones, enfermedades, violaciones, condenaciones, muertes, y un sinfín de excesivas atrocidades que lamentablemente ocurren, no de vez en cuando sino siempre y desde siempre. El Mal es la máxima creación personal del Diablo, un Mal surgido desde el mismo instante en que éste le dio la espalda a la Luz y proyectó la anchísima sombra que mantiene puesta sobre el mundo. Y es que, si de escoger símiles se trata, aquel que dice que el mal está unido al hombre como la sombra a la luz es de todos el más ajustado, porque del mismo modo que a la sombra y a la luz nadie las conoce en los libros, el mal tampoco lo aprendes, el mal solo lo experimentas, y parece nacer con nosotros, pues te encuentras en la vida con él como con el oxígeno. Lo mismo ocurre con el amor, al que no puedes teorizar ni interiorizar: no lo puedes aprehender, él te aprehende, y, al igual que el mal, lo ejerces o no. Date cuenta que en los momentos que buscamos la presencia de Dios, apenas éste irradia dentro de nosotros, inmediatamente se muestra la interferencia del Maligno, y terminamos viendo todas las cosas como las ven los campesinos alumbrados en pleno monte por un bombillo atestado de mosquitos. Exactamente eso es el Diablo y sus demonios, una plaga obstruyendo la Luz. Por eso vemos muy mal y nuestro corazón vive sobresaltos, nuestra mente sufre interferencias, nuestra alma tiende a la perversidad porque él nos revolotea, nos hechiza, nos excita, nos seduce a fijar la atención en esa cosa que nos gusta, que nos atrae, que tanto deseamos obtener. Es como un angelito siniestro asentado en nuestros hombros, un verdadero cupido que enamorado de su cuerpo imperecedero nos flecha con la perecedera belleza de la materia, y que a la minima intención de alejarnos de su influjo, sin darnos tregua, nos persigue como la masturbación al adolescente. Y no te extrañe que sea él quien en tu infancia te inició en el ritual de la masturbación, y sea la sombra que ves mariposeando cuando llegas a la cúspide sexual, aplastándote con esa extraña y pegajosa tristeza, siempre a tu lado, allí, esperando la vibración o sacudida de la energía orgásmica para absorberla.
A pesar de que el medio ambiente es algo externo a nosotros, para los biólogos es un órgano más de nuestro cuerpo, el órgano de la excitación, ya que el medio es como un gran depósito de excitaciones que nos motiva a movernos a tal o cual dirección, de acuerdo a las respuestas que damos a los estímulos que desde afuera animan a nuestro interior. El Cornudo ha sacado enorme provecho de todo esto saturando nuestro medio con sus estimulantes objetos que constantemente actualiza, ofreciendo, junto a su ejército de promotores, todo tipo de éxtasis en el gran mercado materialista en el que vivimos.
No lo olvides: hoy como nunca antes la esclavitud del hombre es sexual, y el sexo no existiría sin la carne, y la carne que busca saciarse, a diferencia de la que comemos, nunca sacia, siempre va por más, y te convierte en un ser que sólo piensa en su cuerpo, en lo que puede hacer con su cuerpo, en el intenso fuego que puede avivar con su cuerpo. Entonces al hombre lo pasional lo degrada, interfiere ferozmente en la luz que irradia su Espíritu, lo hace esclavo de una fogata a la que no puede dejar de vigilar ni tampoco extinguir, y, absurdamente, termina su luz apagada por su propio fuego. La única agua con la que se lograría apagar ese incendio es la que se bebe de la fuente del Conocimiento, la que brota del Espíritu que da Vida: esa agua viva que, semejante a los ríos corriendo por la tierra, posee la facultad de alimentar nuestras almas, almas que sufren graves desviaciones porque lo demoníaco trastocó su corriente natural construyendo por todas partes un sinfín de represas en las que estanca las almas para regular sus cursos. También podría agregarse que en dichas represas existe un área que es la preferida de él, un tanque por el que estas almas pasan habitualmente, una especie de gigante olla a presión freudiana en la que todos los deseos carnales, encerrados herméticamente, bullen por liberarse de su prisión; y esa agua, que en su estado puro podría desempeñar el cometido para lo cual fue creada (nutrir para reproducir más vida), termina hirviendo en un estado impuro, perdiéndose en un vapor que esparce sobre los cuerpos toda una serie de extravíos y perversiones sexuales.
Pero ten en cuenta que dichos objetos, con los cuales él se apoya para atacarte, son cosas externas de las que puedes prescindir con una firme determinación, pues no pertenecen a ti, no nacieron contigo, y nuestra ventaja frente a él radica en la capacidad que tenemos de ser simultáneamente sujetos y objetos de nuestra propia exploración: nuestro Ser será lo que es siempre y cuando lo mantengamos vivo con una constante búsqueda de plenitud espiritual y de voluntad de dominio sobre las pasiones. Si detenemos esa búsqueda, si no insistimos cada segundo en una auto-purificación implacable de nosotros mismos, al igual que ocurre con el agua estancada se pudrirá todo nuestro interior y, por ende, se pudrirá el mundo más de lo que está.