Hugo se autocelebró su fallido intento de golpe de estado, por todo lo alto, con un despligue de medios entre coreano, chino, cubano, estalinista, ruso y carnestolendo, donde los disfraces cursis y las baladas kistch marcaron el rumbo de la agenda. No podían faltar los integrantes del oportunista «Frente Revolucionario de Cantores», alias «Lloviznando Cantos», intentanto revivir sin éxito el espíritu de la nueva troba a la manera de unos pésimos imitadores de Víctor Jara, Alí Primera y compañía. Llegaron al estrellato gracias al éxito o al hit de la música chavista, «El Comandante Se Queda», cuya letra es una apología a la domesticación cultural y la resignación ideológica, por decir lo mínimo. Ni hablar de su «Marcha Épica de la Milicia Bolivariana», una pesadilla sacada de un remake criollo de «La Insoportable Levedad del Ser». De paso, hoy portaban unos ridículos uniformes de soldados y fieles adoradores del becerro de oro, apenas comparables con las imágenes aterradoras de niños vestidos como el líder de la asonada militar del 4 de febrero. Tal como diría John Manuel Silva, seguimos estancados en la estética fascista del teatro de operaciones de La Piedrita. En dos platos, de regreso al Planeta de los Simios, de los gorilas. Así la historia se revive como farsa, para ocultar su tragedia y fungir de aliento a la campaña proselista del gobierno de cara a las próximas elecciones. Nada nuevo bajo el sol. Un deja vu de una película mala, repetida mil veces como mentira verdadera por los canales neonazis del estado, a costa del dinero de todos los venezolanos. Solo cambiaron algunos rostros en el paisaje habitual. De Rosendo el Horrendo pasamos al señor Alcalá Cordones montado en su tanquecito de guerra, para intimidar a la oposición y mandarle un mensaje de desaliento represor a la disidencia. «No se nos vayan a alzar, porque los vamos a reprimir con la fuerza de los cañones», era parte del discurso implícito y explícito de la jornada. Irónicamente, lo sabemos, la celebración será contraproducente para la revolución. Tarde o temprano, le aplicarán al presidente su misma receta del 4 de febrero. Parece buscárselo como mártir al brindarle legitimidad a la ruptura del hilo constitucional en Venezuela, a través de su faraónica y colosal surproducción de Hollywood. En resumen, otro Sambodromo de la izquierda exquisita, para garantizarse la perpetuidad en el poder. Estéril derroche de recursos audiovisuales en pro del montaje de un argumento trillado y predecible. Con cualquiera de las grúas o cámaras del evento, podrían rodarse grandes largometrajes en el país. Pero la creatividad de ellos es nula. Únicamente les interesa el cine y la televisión para hacer propaganda distópica. Fin de mundo. Saldremos el 7 de octubre a la calle para devolverle la dignidad a la patria. Será una fecha importante para conmemorar en el futuro.
Para el Olvido, la comparsa de los aliados del AlBA comprados con la chequera de PDVSA.
Lo dicho: la exacerbación del concepto de «por ahora y para siempre».
Ganas de sembrar el pánico con la amenaza del golpe de estado permanente.