Hoy me hablaron por teléfono. Me dicen que cambiaran sus cuentas de ahorros de una banca privada a una que pertenece al gobierno porque temen que éste les quite los ahorros que tanto les ha costado conseguir. Respiro hondo. Les contesto que se anden con cuidado, pero que lo hagan pues, el gobierno cuando amenaza, cumple. Y se crea el terror.
Cuelgo. Estoy segura que quien me habló por teléfono está en este momento movilizando todo para crearse una cuenta en algún banco nacional. No serán millones los que tiene, pero es dinero que le costó algún tiempo de trabajo y es suyo. Prendo la TV y escucho el noticiero mientras preparo café. Siempre tengo esa maña de tomar café a las 5 de la tarde y escuchar las noticias a lo lejos. No me gusta verlas, solo las escucho. Dicen que están “expropiando” varios edificios de la ciudad para construir viviendas, que “funcionarios” del gobierno llegaron sin avisar con ordenes de desalojo y que debían entregar sus industrias pues “ se construirán viviendas dignas para el pueblo” . Familias enteras quedan en la calle en un acto aberrado de “quítate tu para ponerme yo” .
Sorbo mi café ya listo y sigo escuchando el noticiario. De lejos. Nunca de cerca. Ya me asusta lo suficiente. Ahora hablan sobre milicias infantiles. Aquí, en Venezuela, aquí en Caracas. Niños portando armas largas de fuego y que juegan a ser militares en una “obra de teatro”, para deleitar a un “diputado” y a un prófugo de la justicia. Que hermosura digo yo. Rio y lloro. Lloro porque me acerco a la pantalla y veo los rostros desdibujados de varios niños vestidos de rojo y con armas en sus manos, más grandes que ellos mismos, servidos para el festín del adoctrinamiento. Por cosas como estas no veo las noticias. Me tocan. Me hieren. Y me hacen pensar “¿ En que nos están convirtiendo?”.
Me resulta ofuscante saber que el país se nos está yendo al demonio mientras que otros aplauden la muerte, el descaro y la desgracia ajena. Sabemos que tenemos que vivir en una eterna zozobra pero al menos no estamos tan jodidos con el 50, que te mataban si hablabas mal del gobierno. Porque la gente siempre tiene ese pañito caliente a la orden, siempre dicen ”puede ser peor”, pero señores, ¿Qué tan peor puede llegar a ser?. Que los jóvenes de ahora no son como los de antes, que los políticos todos son iguales y que por eso cuando tocan comicios electorales me abstengo de votar porque es una perdida de tiempo y fe. Que lo que vemos en la Tv, escuchamos en la radio o leemos en internet son informaciones manipuladas por los medios que quieren joder al gobierno, porque pobre gobierno, intenta hacer todo bien pero los demás no lo dejan trabajar ( como reza una publicidad).
Estoy cansada de caminar por la calle y encontrarme con un proselitismo político perenne, de ir a un museo y encontrarme con sus galerías vestidas de un rojo nefasto, de ir a alguna rebatiña de libros y que los mas económicos sean los que hablan de “revolución”, de “la habana”, de “el capitalismo es malo y ser pobre es bien”. Estoy harta de que me hablen de la lucha eterna de las clases sociales, que me digan que lo de los bancos es mentira, que los niños con armamento militar es un montaje y que la economía cada vez está mejor, pero que el imperio esta metiendo la mano en todo.
No me digan , por favor, que son imparciales, porque sinceramente prefiero mirar los zapatos guindados en los cables de algún barrio antes de escuchar esa absoluta mentira. No me digan que hay que acostumbrarse porque los nuevos políticos no ofrecen nada nuevo y mejor es diablo conocido que viejo por conocer. Porque eso es conformismo, queridos. Es quedarse de brazos cruzados mientras llevan al país en brazos hacia un abismo donde algunos están intentando salir ahora mismo gracias a un modelo político que no les resultó tan factible como se los dibujaron a carboncillo.
Y yo digo, salgamos, salgamos ya de este eterno sopor. Salgamos a cambiar las cosas los que creemos que este puede ser un país mejor. Vamos todos a construir un país donde las imágenes, lo que leemos o escuchamos no nos enferme. Vamos a cambiar las cosas sin sesgarnos por una opinión. Todos somos venezolanos y si nosotros mismos no cambiamos, ningún gobierno lo hará. Porque el cambio empieza por aquí, desde los mas bajo. Lo que pasa es que a este país le hace falta coraje, le hacen falta cojones para enfrentarse a un gobierno que venga a amedrentar y a humillar. Porque recuerden que a los políticos quienes les damos poder somos nosotros. Democracia le dicen a eso.
Dejemos de mirarnos por encima del hombro simplemente porque “tu eres rico y yo soy pobre”. Empecemos a trabajar, a progresar, a salir del rancho, agarrar el jeep y luego el metro y partirse el lomo trabajando para que tengas lo propio. Dejemos de sentirnos inferiores y odiar aquellos que poseen más que otros, porque seguramente, aquellos, pasaron toda una vida trabajando para disfrutar lo que tienen , a difencia de ti, que esperas cada fin de mes a que el gobierno te deposite un sueldo simplemente por estar preso, por ser madre de 4 niños y no tener empleo o por ser una niña de 11 años y estar embarazada. Dejemos la mediocridad. Así no se construye un país. No les des el pes al hombre, enséñalo a pescar.
Ya son las 7:00 pm. Hora de otro avance en el canal de noticias. Increíble. Apago la TV. Suena el teléfono. Me avisan que ya, listo, tienen una cuenta en el banco del gobierno, sabes, uno nunca sabes. Y aprovechan para decirme que fulano se va del país. Porque está harto de que en el trabajo le digan que tiene que ir a una marcha de la empresa en celebración de quién sabe qué y de paso en lo que va de mes le han robado 3 veces. Despego el auricular de mi oído mientras que mi interlocutor sigue con su discurso…