Para no ser tan pendejo salgo a la calle y le pregunto a un grupo de adolescentes que ¿Quien es Charles Dickens? Y de una me responden: Es un escritor… sin dejarlos respirar les suelto la otra: ¿Quien es Rafael María Baralt? Y quedan locos, no saben, no responden, no dicen nada, y tampoco tienen coro. Algo tiene este Charles Dickens. Son tiempos difíciles para la literatura Venezolana, hay un neo-oscurantismo a vencer, un maniqueísmo que debe ser combatido. La literatura se rinde ante la caricatura de una sociedad tuberculosa que busca la penicilina de la Internet.
La literatura esta enferma, y no encontraremos la medicina en una librería enferma. Estamos en un mundo loco donde la gente sueña con viajes espaciales mientras el transporte colectivo no sirve para una mierda. Yo le digo a Charles Dickens y a Rafael María Baralt que los revolucionarios viven como oligarcas, y ninguno de los dos me entiende. La izquierda se hace la tuerta, y la derecha se hace la tuerta, yo soy un cíclope que veo la critica social. Ssshhh, It’s Oh So Quiet, yo no veo ninguna critica social, no soy nadie, no me creas nada. Económicamente Charles Dickens no puede entrar a la Universidad, dicen que es un autodidacta, no lo se, solo veo que Rafael María Baralt si puede entrar a la Universidad de Bogotá. En 1841 se va a Londres, allí se encuentra con Charles Dickens. Hola, trabajo para el panfletogris: -Señor Charles Dickens, ¿sabe usted que es, y seguirá siendo venerado como un ídolo literario en todo el mundo?
¿En que momento se pierde un novelista venezolano? «en el momento que escribí Oliver Twist.»
Rafael María Baralt me mira como gallina mirando sal, ¿que pasa brother, cual es tu rollo, no sabes lo que es un Troll? Para picar mas a Rafael María Baralt le pregunto a Charles Dickens: ¿Como puede hacer este pana Rafael María Baralt para sacar la cara por la literatura venezolana del siglo 19? Y Charles Dickens responde: Ese es el misterio de Edwin Drood…
¿Porque no sigue con la entrevista? Porque me he tomado 5 tazas de café, dos tazas de té, y un Red Bull…