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Gleed 3D: El Negocio de Apostar a los Perdedores


El sábado fui a ver «Glee 3D» y descubrí una obra maestra. Estuve ahogado entre lágrimas y risas por cerca de hora y media. Fabulosa terapia. Me emocionaba la sabia combinación de su forma con su contenido a favor de la tolerancia. Objetivamente, los mejores documentales en 3D de la historia reciente son «Pina 3D», «Glee 3D», «Cave of Forgotten Dreams» y «Jackass 3D».
«Glee 3D» es un prodigio técnico. Aprovecha los recursos del formato como pocas cintas de su generación. Potencia el volumen de los personajes, la profundidad de campo y la ruptura del encuadre canónico(hacia atrás, adelante y los costados).
A mi modo de ver, «Glee 3D» es el documental prototípico de la generación Obama. Lo opuesto a «Bowling For Columbine». Lucha por derribar la polarización, la cacería de brujas y la inquisición dentro del seno del sistema escolar americano. Lección para el cine criollo.
Solo se le puede cuestionar su manera oportunista de sacar partido del tema de la corrección política, al apelar a una visión Disney sobre el mito del «melting pot», donde los problemas de la raza y la marginación se superan gracias al encuentro con el producto diseñado por la industria. En realidad, sigue habiendo homofobia, después de «Glee». Incluso, la representación del tema, por parte de la pieza, peca de estereotipada. Hay una caricatura como de los Pepazos de la Pepa.
Sea como sea, «Glee 3D» es una hermosa oda a la diferencia y la otredad. Alegato en defensa de los perdedores de la historia, sometidos a crudas y duras campañas de desprestigio(bullying).
Por último, «Glee 3D» apuesta por el futuro y el presente de las redes sociales. Cierra con un chinito imitando a Glee a través un video casero colgado en youtube. Lo inverso a la tendencia negativa de la industria en contra de la web.
Para rematar, «Glee 3D» se erige en una apología de las minorías del sueño americano.
«Glee 3D» no es el clásico documental de un concierto. Posee una subtrama paralela con fanáticos de la serie de televisión: una joven con problemas de crecimiento, un chico salido del closet y una adolescente obesa e intranquila. Los tres se redimen y liberan en virtud del contacto con el programa. Tesis discutible.
Igual la parte musical vale su precio en oro.
Los momentos cumbres son el número con la profesora de español( Gwyneth Paltrow), el rap del chamo con la silla de ruedas y el recital de Lea Michele, aunque es forzada su cara de excite por la llegada de Barbra Streisand a la presentación del show.
Glee fue acusada de plagiar dos fenómenos de la cultura de masas: «High School Musical» y «American Idol».
Pronto se ganó el afecto de la audiencia, por encontrar una voz propia dentro de un esquema homogéneo.
A la larga, opacó a sus precedentes estéticos y logró rendirles tributo con honestidad y dignidad.
Interpretando las palabras de John Manuel Silva, el director John Waters se sentiría orgulloso de ella por su parentesco con «Hairspray» y «Cry Baby». En aquel instante, Waters sembraba una semilla de resistencia y disidencia en el terreno del conservadurismo puritano. Corrían los tiempos de la explosión republicana de Reagan. Ahora en el siglo XXI, «Glee» me luce como un proyecto económico y mainstream de rentabilizar el voto demócrata, en clara respuesta a las doctrinas morales del Tea Party.
Al margen del asunto político, «Glee» encarna el regreso de la meca al género musical, en la tradición de los años treinta para superar la crisis. De ahí su relación con «El Artista».
Ambas hablan de lo mismo: no dejarse vencer por el pesimismo y aprender a bailar por encima de los escombros de la depresión, bajo el sostén de la recuperación de los idiomas del pasado(el silente y el estereoscópico).
¿Evasión, escapismo?
Hora de someterlo a debate en el foro.
PD: lástima porque no la nominaron al Oscar.

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