Pero bueno, también es verdad que ante el desierto de ideas que son las páginas de opinión de los periódicos, ante el tsunami de paja de los opinadores de la TV, ante el Atacama del alma que se ve por Globovisión, uno queda como hambriento de gente que comente con las neuronas en «on» y para eso sí es verdad que uno puede contar con esta página. Dicen que es mejor equivocarse interesantemente que acertar dejando a la audiencia dormida, y desde ese punto de vista nadie lo duda, PanfletoNegro es mucho, mucho mejor.
Pero no vine a jalarles mecate nada más sino también a provocarlos porque, viéndolo bien, yo no sé como va a reaccionar esta comunidad ante lo que se nos viene encima. Siempre he visto a PanfletoNegro como un refugio para los traumatizados por la mediocridad reinante que buscan consolarse desde un cinismo crítico, creando un rinconcito para el esnobismo desfachatado en una esfera pública en la que casi no hay espacio para eso.
Y ojo, no es por tirar la primera piedra – en cuanto a esnobismo desfachatado, a mi nadie me gana.
La vaina es que el 2012 no es un año normal. Están pasando cosas que no están dentro del librito PanfletoNégrico. No es solo que Chávez se está muriendo y junto a él todo ese culto de personalidad psicopático en torno al cual hemos construido identidades todos, no sólo los camisarojas.
Es que del otro lado está surgiendo una vaina rara, que menos que menos cabe dentro de los esquemas de la inteligentsia hastiada que pulula por aquí: coño, una alternativa de poder real, avispada, que conjuga tecnocracia con arraigo social, visión de futuro con comprensión del presente. Y todo esto se traduce en una palabra, quizás la más execrada por la sensibilidad de esnobismo desfachatado, el verdadero tabú de la inteligentsia despechada: la esperanza.
Sí coño, la esperanza.
Podrán hacerse los locos un tiempo, pero a medida que se decanta el año, a medida que la serenidad del equipo Capriles vaya tomando la esfera pública y desplazando a la loquetera oficial, a medida que la metastasis (tanto la literal como la figurativa) vaya socavando la verosimilitud del continuismo chavista, a medida que la perspectiva de un cambio hacia un gobierno progresista de verdad verdad vaya logrando su trayecto de sueño imposible a realidad inevitable, la marea de esperanza se los va a ir llevando.
Y así es como los quiero ver yo, coño – hipster chillando «se ve, se siente, Capriles presidente!»
Va a ser demasiado divertido…