Sabana Grande, el boulevard de los sueños rotos

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Si me preguntaran por mi gentilicio, sin titubear respondería «sabanagranero». Aunque impreciso y  caprichoso, es el que más me identifica con lo que puedo considerar «el terruño». Nací a una cuadra de la Calle Real de Sabana Grande, y durante los primeros 27 años de mi vida habité en sus cercanías (inclusive, por dos años, en un edificio situado justamente en el bulevar). Por consiguiente pude apreciar las diferentes etapas en su desarrollo: desde cuando era una calle vehicular, cerrada al tránsito en algunas noches especiales, por lo general en cercanías de fechas de asueto, ya sea carnavales o semana santa, pasando por su conversión definitiva en calle peatonal en conjunto con los trabajos del metro, su período de buhonerización salvaje, y su estado actual de recuperación, pero una recuperación signada por la presencia agobiante de los símbolos del régimen, con predominio de la efigie de Chávez.

Desde los años 50, hasta mediar los 70, Sabana Grande fue de hecho el gran centro comercial de Caracas.   Tal vez las generaciones actuales no lo sepan, pero podía vanagloriarse de contar con un concesionario Rolls Royce : como mudo testimonio de este hecho quedaron las huellas dejadas por las letras de bronce que anunciaban el local. Las mejores tiendas se encontraban en sus calles: nombres como Adam´s, Vogue, Wilco, Tropicana y Selemar se leían en los grandes letreros, por lo general iluminados con coloreadas luces de neón, como si de una Las Vegas en miniatura se tratase. Ningún adolescente que quisiera estar al día con la moda podía prescindir de pasarse por Cárnaby, y acudir al sitio más «in» de la ciudad, Le Drugstore (aunque en rigor se encontraba situado en el primer centro comercial que pudiera presumir de ese nombre, el CC Chacaíto, estaba en el área de influencia de Sabana Grande). Las mejores jugueterías se hallaban allí, y los aficionados al modelismo a escala tenían varias tiendas en donde saciar sus ansias (tuve un par de trenes adquiridos precisamente en ellas). La vida bohemia se daba cita en sus locales: basta recordar que la geografía de la República del Este estaba circunscrita alrededor de la calle Lincoln.  Restaurantes de gran boato se abrían en las calles de Sabana Grande, entre ellos Franco´s, Da Guido, Il Vecchio Molino, Camilo´s y La Bussola. Un par de cines de estreno se ubicaban allí, el Broadway y el art-noveauesco Radio City. También tiendas de exquisiteces itálicas e ibéricas estaban situadas en el bulevar, o en sus cercanías. Tal era su significado en la vída ciudadana que Carlos Noguera escribió su mejor novela inspirado en ese ambiente, la recordada y célebre «Historias de la calle Lincoln». Con el advenimiento del centro comercial como concepto de lugar cerrado y en teoría más seguro empezó la decadencia de Sabana Grande.

Hoy en día goza de unos espacios «recuperados», bajo la estética particular del régimen. En líneas generales está bastante bien: lograron el éxodo de los vendedores ambulantes, que eran una verdadera plaga, lo dotaron de mobiliario urbano muy agradable a la vista y removieron en su totalidad los adoquines de los años 80… para poner adoquines básicamente iguales. Pero… el aire que se respira es de una pobreza lavada, una pobreza que a pesar de ponerse sus mejores galas no pierde su esencia pobre. Las edificaciones más vetustas, que podrían ser de gran atractivo, por lo general están en estado de abandono; las fachadas descascaradas y los letreros simulando dentaduras de ancianos, en las cuales faltan varias piezas. Las tiendas en su gran mayoría venden baratijas, cuando no son zapaterías o peluquerías. Las antiguas tascas, de grata recordación, se han trastocado en remate de caballos o tratan de competir con la abundante oferta de comida rápida. Pululan los carteles relativos a la revolución. Y los avisos, que le daban un carácter especial, han desaparecido para ser reemplazados por unos letreros anodinos e iguales. En aras de la democratización de los espacios, ha perdido por completo la atmósfera elegante que poseía en el pasado, para embeberse de una nueva realidad. Un poco metáfora del país, al fin y al cabo. Pero dejemos hablar a las fotografías, si el adagio «una imagen vale mil palabras» es correcto, les dejo diez y siete mil palabras a continuación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

15 Comentarios

  1. Me gusta mucho leer el testimonio de alguien que conoció esa cara de un sector de Caracas que hoy día está lejos de ser asociado con lo elegante y lo «in».

    Aunque fue un logro rescatar Sabana Grande del agujero tartárico en el que estaba cuando los comerciantes ambulantes y los buhoneros literalmente cubrían sus calles, creo que todavía debe pasar algún tiempo para recupere esa gloria que fue perdiendo con el advenimiento (¿o debería decir invasión?) de los centros comerciales, o al menos pueda convertirse en un lugar donde el visitante pueda pasear y ver una cara de la ciudad que sonría más y trate de «maquillarse» menos, un vicio muy difundido en nuestra urbe.

    Supongo que eso se puede anotar de la lista de «cosas que hacer» para quien sea que gane las elecciones :) .

    ¡Un saludo!

  2. No soy muy optimista sobre la posibilidad de que Sabana Grande vuelva a ser lo que fue, si te soy sincero. Dentro de todo, hoy está mejor que hace 5 años, cuando era un infierno tratar de cruzarla. Pero creo que se redefinió, ya no tiene posibilidades de competir con otros lugares de esparcimiento. Aunque sería estupendo que aparecieran más cafés, librerías, incluso cines y salas de teatro. Volvería a ser referente cultural. Gracias por comentar.

  3. Excelente crónica, Mirco. Recuerdo haber leído con desazón a Massiani y su Piedra de Mar, simplemente porque el pana Corcho se la pasaba en el Bulevar de Sabana Grande, sin zapato y con un inmenso corazón roto, y mi generación no tuvo nada de eso. Sólo nos quedó leer las crónicas de antaño, los países portátiles que se fantaseaban con el lugar, las historias de Cabrujas consiguiéndose con algún cabeza caliente en los bares y restoranes al aire libre.
    A mi generación le robaron muchas cosas, pero entre ellas, una de las que más me duele fue Sabana Grande. La recuperamos después, de noche y puntualmente, a ritmo de la salsa del hoy extinto Oh gran sol, pero nunca tuvimos paseos amorosos allí, ni vimos partidas de ajedrez, ni hablamos de política, arte o sexo.
    Abraxs

  4. Gracias, Vicente. Tuve la suerte de poder patear de día y de noche el bulevar, cuando no era suicida hacerlo. Mis patinatas se realizaban allí, por lo general; las primeras salidas con las novias eran en los cines de la zona… en fin, tengo motivos de sobra para sentir nostalgia.

  5. Me pedornan lo pija y fresa, pero precisamente creo que eso fue lo mas bello de Piedra de Mar, demostrarnos aquella Caracas que aunque siempre tuvo problemas, al menos antes era un lugar para «vivir» y para «soñar»…

  6. La nostalgia, ese pegoste

    A Sabana grande la sueño llena «cafés, librerías, incluso cines y salas de teatro» y que no manden a remover los anuncios, y que sea algo inédito

  7. como dice la negra en su canción, todo cambia, nada será como antes, como decís, la nostalgia ese pegoste… ya no patinaré en sabana grande, ya estoy grandecito pa’ la gracia…

  8. Hasta me diste ganas de escribir algo con respecto a Sabana Grande, aunque soy más o menos de la misma generación de Vinz yo sí tengo mis recuerdos del bulevar sin tanta vaina, para mí un paseo romántico (probablemente suicida también) era caminar de Plaza Venezuela a Chacaíto agarrado de la mano por ahí. Son anécdotas y anécdotas ahí, tan es así que en mi blog el header es una foto de Sabana Grande.

  9. Gracias a todos por comentar.

    Fresa (¿o pija?): Caracas es lo que es gracias a -o por culpa de- sus habitantes, en primer lugar. En tanto no se modifique su manera de ser y de pensar, es poco lo que se puede lograr. Ojalá un día nos volvamos ciudadanos y dejemos de ser simples habitantes.

    Adriana: la nostalgia es el motor que me mueve, creo que es algo inherente a la edad.

    Imbécil:

    Luis: espero tu respuesta, desde el punto de vista de tu generación. Será interesante contrastar las visiones.

  10. Mis recuerdos de Sabana Grande son hermosos y tambien horribles, yo vivi desde los carnavales en que se tiraba papelillo hasta los millares de buhoneros. Un sitio emblemático de Sabana Grande son los cines Broadway y Radio City tragados por la maquinaria de pare de sufrir. Tuve muchos paseos maravillosos y tambien pase muchos sustos. Las tiendas Selemar y Tropicana! Dios! Te falto hablar del Gran Cafe, de la tienda Magic. me la pasaba metida en el Recordland viendo los discos que nunca compré. Tantas pequeñas tienditas y locales, la discoteca que quedaba en el edificio de la escuela de cine y television, una pizzeria que quedaba donde esta hoy el estacionamiento de Beco. Creo que todos tuvimos un paseo romantico alguna vez por Sabana Grande. Los malandros acabaron con todo, menos mal que siquiera esta limpa y descongestionada de buhoneros. La nostalgia efectivamente es eso que nos sostiene en vida aún!

  11. Se me quedaron varias cosas en el tintero, Andreína. Por ejemplo los carnavales disfrazado por lo general de Zorro, y la novatada de contestar cuando alguien me preguntaba el nombre, para llenarme a continuación la boca de papelillos; las visitas al hospital San Juan de Dios en Diciembre para contemplar los nacimientos (y de paso tomar contacto con la realidad de unos pobres muchachitos contrahechos, postrados en camas metálicas barnizadas de blanco); las primeras cervezas en algún bar de la zona; las paellas sabatinas en Las Cancelas…

  12. Lo caminé desde Chacaíto a Plaza Venezuela en estos días, con mi esposa e hijo más pequeño, de 3 años. Tardamos una hora y media, de 7:30pm a 9:00pm, el niño se montaba en cuanto aparatito de colores veía, fue una experiencia rara, si pasaban PNB’s en moto a cada rato. estaba algo oscuro, funcionaban como el 30% de la iluminación.

    Pero si, había espacio, un espacio que se extrañaba, caminamos sin ningún apuro, como noviecitos, nos desconectamos un poco, como viendo los cambios en cada local, cada fachada, cada intersección. como quien stalkea a los compañeritos del liceo por FB y recuerda como fueron y quienes son hoy.

    Soy un cafecero irredento, y culminar el paseo en el Gran Café (ya que no existe el O’ Gran Sol que me tentaba más) y tomar un marrón fuerte grande, siempre fue como un merecido postre para ese paseo, la mejor motivación para llegar hasta el final.

    Gracias a mirco ferri sette por recordarnos cuanto lo amamos y le debemos.

  13. es cierto lo que muchos aqui dicen hace tiempo se nos olvido ser ciudadanos, basta q llegue carnabal, semana santa navidad para el dia siguiente encontrar montones de basura q nosotros mismos ejamos alli, pienso que hace mas de una decada perdimos esa esencia ciudadana y de urbanismo no somos mas q personas conformistas de la miseria la desidia… solo vemos con ignorancia como nuestro pais se cae a pedazos lentamente y no hacemos nada…

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