A propósito del más reciente artículo publicado aquí por Daniel Pratt, pensé que podía ser buena idea compartir con la gente de Panfleto Negro algunos pensamientos sobre la candidatura de Capriles.
No me parece que sea una nota extemporánea, porque si bien han pasado ya dos semanas de la elección, es justamente hoy cuando arranca la campaña del candidato.
Comienzo diciendo que hace ya dos o tres años estaba conciente de que Capriles podía ser uno de los pocos candidatos opositores con suficiente carisma y seguidores como para enfrentar a Chávez. Es una cara «nueva» (lo cual no siempre es bueno, ya que los golpistas del 92 eran también novatos para ese entonces) y lo pongo entre comillas porque HCR tiene el mismo tiempo que Chávez en funciones públicas: diputado, alcalde, gobernador; pero de alguna forma parece transmitir una imagen fresca, de relevo generacional.
Por otra parte el gobierno luce ya avejentado. No es sólo el Comandante Presidente y su tren ministerial. Las consignas, las propuestas, son ya periódico de ayer. Huelen a naftalina, a promesas viejas e incumplidas. ¿Qué pueden prometer que no hayan prometido (e incumplido) ya? Se le critica mucho a la oposición el no tener un programa. Sin embargo, pregunto ¿Cuál es el programa de Chávez? ¿gobernar hasta que se muera? ¿cuál es su plan? ¿regalar lavadoras, neveras, casas?
Pero no me gustaba tampoco Capriles, entre otras cosas, porque hace tiempo que lo veo como una especie de imitador de Chávez. Le imita la vestimenta, el estilo, la gestualidad. La rueda de prensa que dio al día siguiente de las primarias, no me gustó nada. En especial me disgustaron las respuestas que dio a los periodistas de los medios chavistas (que dejaron de ser oficiales hace rato). ¿Por qué? Por ahí debe estar el video. Entre otras cosas me cayó muy mal que se riera de los planteamientos descabellados del periodista de VTV. Sí: la pregunta era una provocación estúpida y mal hecha. Sí: fue un insulto que el «periodista» dijera que basaba su pregunta en rumores difundidos por una cadena de mensajes de texto. No: no me gusta que un funcionario se ría de un ciudadano por muy imbécil que este último sea. Se podrá objetar que en ese momento HCR no actuaba como funcionario sino como candidato presidencial. Yo respondería que es cierto, pero la conducta del candidato debería ser una muestra de lo que será la conducta del funcionario una vez alcanzado el triunfo.
Superado ese mal momento me di cuenta, sin embargo, del desespero que pareció inundar las filas chavistas esa semana y que todavía se sigue notando. Pensaba: «pero bueno, si son apenas tres millones de votos, ¿cuál es la desesperación?». Luego apareció el Majunche en Jefe y descargó toda la podredumbre verbal a la que nos tiene acostumbrados y me dije: «está resultando la estrategia de Capriles».
Sí, tengo que reconocerlo, la estrategia de no confrontar, ha resultado.
Luego leí esta crónica de Maruja Dagnino, de la cual extraigo un párrafo bien interesante:
Una semana después estaba ingresando al equipo de Miranda con una alta responsabilidad. Llegué con un hueco en el estómago, llena de ira, atormentada por el abuso de poder, la autocracia y la brutalidad del Gobierno Nacional. Sin futuro, sin perspectivas, hasta que comencé a ver con mis propios ojos lo que estaba pasando allí adentro, en Miranda.
Me encontré con un gobierno que impulsó la primera Ley Transparencia para garantizar el libre acceso a la información y los procesos administrativos a la ciudadanía. Me encontré con una gestión de inclusión, en la que el respeto a las ideas y militancias individuales no era un simple discurso. Me encontré con una gestión que hace una verdadera inversión social, no como una limosna ni como chantaje político, sino orientada a sacar a la gente de la pobreza. Me encontré con un equipo brillante, con ideas novedosas, que sabe gerenciar ante la adversidad. Me encontré con una fuerza y una vocación de futuro. ¿Nos quitan los ambulatorios? Se los entregamos a los Consejos Comunales y creamos nuestra propia red. Para eso sabemos liderar. Y así vamos construyendo donde los otros destruyen. Pero vamos construyendo con la mirada puesta en el horizonte. No como estrategia para ganar las presidenciales sino porque realmente sabemos que ese es camino. Lo demás sería una consecuencia lógica.
Recuerdo que cuando Capriles era alcalde de Baruta, vivía yo en ese municipio. También he vivido en Miranda durante su gestión y la verdad, no tengo nada malo qué decir al respecto. En ese tiempo Baruta funcionaba bien, recuerdo, y ahora Miranda no será lo mejor de mundo pero por ejemplo he vuelto a ver la Policía de Miranda patrullando las calles, cosa que no recuerdo haber visto cuando estaba Cabello en ese puesto.
Así que pienso votar por Capriles. Ya al Majunche en Jefe lo conocemos, sabemos que es un tipo que se supera a sí mismo cada día en el arte de poner la torta y no dudo que seis años más de ineptitud y mala vibra gobiernera(1) terminarán por destruir lo poco que queda de país.
¿Me volveré opositor al eventual gobierno de Capriles? Lo más seguro. Incluso al Majunche en Jefe le di un voto de confianza el día 6 de diciembre del 98 cuando escuché el discurso que dio en el Ateneo de Caracas, y ya ven ustedes… No obstante, considerando los grandes riesgos para la democracia que habrá si gana la oposición, lo más prudente será que haya un gobierno de unidad nacional.
Claro, sin firmarle cheques en blanco a nadie.
(1) Es ahora cuando lo pienso: la mala vibra es una de las principales características de este gobierno.