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El estafador.

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Esta historia comienza en venezuela en el año 1986, es una historia que estaba sepultada y que ahora sale a la luz publica. Prepárense para leer una historia del siglo XX. Su nombre era Jaiker, de el se sabia poco, solo que apareció por aquellos años ochenta para deslumbrar a todas las mujeres, y para hacerse amigo de todos los hombres. A partir de aquel momento ningún ojo u oido quedarían indiferentes.

Aquella era una época difícil, de alegrías pero también de tristezas, una época donde un dólar valía menos de 100 Bolívares. Como siempre todas las personas buscaban disfrutar al máximo porque el mañana era incierto. La policía estaba en alerta. Barquisimeto se había convertido en la capital de la estafa. Por todas las calles se lanzaban operativos envolventes, las patrullas volaban, las sirenas gritaban, y los calabozos se llenaban.

Pasaban los días y la situación empeoraba. Alexander decidió ir hasta una plaza ubicada en el centro de la ciudad. Allí encontró a papi, un melenudo de unos veinticinco años, que fumaba cigarros Astor rojo. Mientras Alexander ahuyentaba el humo del cigarro con la mano izquierda le preguntó a papi.

-Trajiste lo que te pedí?-

-Este es uno.- Le dijo papi, los ojos de Alexander brillaron. El cerebro de Alexander iba a explotar. No había marcha atras, estaba metido hasta el cuello. su boca parecía la chimenea de una locomotora a vapor. Los ojos dejaron de brillar, de pronto, papi observo que un carro muy sospechoso ya había pasado dos veces. Papi dejó caer la colilla y le pregunto a Alexander.

-¿Si todo se cae, que piensas hacer?-

-¡Colombia! dijo velozmente.

Papi estaba obstinado, ya no le importaba nada. Prendió otro cigarro y los dos se perdieron tras el humo y el trafico.

Esa mañana el centro de Barquisimeto amaneció en total calma, poco trafico, lo normal para la época, algunas cornetas y unos motorizados haciendo zig-zag por la avenida Morán. En la carrera 21 se desplazaba una moto Suzuki, la manejaba un hombre de 25 años de edad aproximadamente y un parrillero de al menos 35 años, el sudor les corría por la frente e impregnaba sus ropas. Las calles se quedaban mudas, las aceras neutrales, el humo de las otras motos inundaba la calle haciendo una cortina de humo que pretendía ocultar lo que estaba por suceder. El parrillero tenía un presentimiento, sabía que algo iba a suceder, se agarró el pecho y no encontró el crucifijo ni la contra, los dejó olvidados en la casa. En la avenida Venezuela fueron vistos dos policías que corrían con armas en mano hacia la avenida Libertador, a cada segundo crecía el numero de hombres civiles que llevaban armas en mano, corrían por las calles, la gente se les quedaba mirando con la mayor sorpresa, los vehículos detenían la marcha, las personas se preguntaban entre si, murmuraban, no salían del asombro. ¿Quienes eran aquellos hombres vestidos de civil que corrían por las calles e iban armados? ¿ Policías de civil, inteligencia militar?

El centro de la ciudad se volvió un caos, la gente gritaba, corrían, algunos se escondían donde podían. De la nada salieron unos hombres fuertemente armados, daban voces y ordenes de apartarse, se oyeron los primeros disparos, la sangre comenzó a correr, la muerte comenzaba a caminar. Uno de los asaltantes quedó con la mitad del cuerpo arriba de un mostrador, la pistola cayo al piso, la sangre también.  Los vigilantes disparaban con sus escopetas y revolveres, los asaltantes respondían con pistolas y ametralladoras. Un fiscal de transito que pasaba por el lugar, logró bajar rápidamente de la moto y repelió el ataque en refuerzo de los vigilantes. En el banco los policías se quedaron sin municiones.

En la tienda, las empleadas gritaban, las patrullas pasaban a toda velocidad, los policías subieron a los techos, las ráfagas de ametralladora no paraban, una empleada sufrió un desmayo, otras gritaban con mas fuerza, algunos empleados se escondieron en los baños, todas las puertas fueron cerradas, parecía el fin del mundo, la gente imaginaba salir, correr por las calles y llegar a sus casas, en la calle se desarrollaba un fuerte tiroteo. Los gritos mas fuerte provenían de una empleada luego de ver a un hombre arrastrándose sobre una estela de sangre. El hombre intentaba decir unas palabras.

Afuera se oyeron unos golpes, entre el humo, el olor a pólvora, una luz dejaba ver a los policías que entraban a la tienda, los policías levantaron al asaltante herido, y lo sacaron de la tienda con vida…

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