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La Gran Estafa de Kony 2012


Despierten del sueño de Kony 2012. Es una gran estafa y un enorme pote de humo para justificar la invasión de África. En su sano juicio, nadie puede defender al villano de la partida, un siniestro señor de la guerra. Pero de ahí a justificar su búsqueda y captura en una misión del tipo «Rambo», hay un largo trecho.

Acabo de ver el documental sobre el personaje y estoy en completo shock, no por las revelaciones trilladas de su contenido, sino por la cantidad de lugares comunes e ideas reaccionarias inherentes a su guión, todas ellas disfrazadas de causas bonitas en pro de la defensa de la infancia mutilada del tercer mundo. Por supuesto, argumentos válidos y acusaciones serias.

Sin embargo, el trabajo funge de una brutal tapadera de la pésima política exterior de los Estados Unidos en los últimos años. Como sus creadores tienen mala memoria, por aquí les refresco algunos datos.

Solo en Irak, las fuerzas armadas del Pentágono provocaron un genocidio infantil de proporciones bíblicas. Nada ello se dice en el documental. Por tal motivo, yo también podría comenzar un campaña para pedir la cabeza de George Bush, viejo criminal de guerra. Pero el mundo es más complicado y complejo.

Por desgracia, el susodicho documental se conforma con ofrecer una visión en blanco y negro del panorama internacional, bajo un mediocre y clásico enfoque racista y neocolonial, amparado por su corrección política de pocas luces.

Lo peor de todo es su única diferencia con el clásico esquema de las intervenciones del pasado. Ahora con «Kony 2012» se inaugura la fase 2.0 de la propaganda de guerra, según los códigos del marketing viral del siglo XXI, en favor de la imagen alicaída de los mezquinos candidatos de la izquierda y la derecha. Republicanos y demócratas engañan a su electorado con la promesa demagógica de capturar al terrorismo negro, vivo o muerto, cual Osama, a quien nunca exhibieron a la opinión pública. Por algo será.

De cualquier modo, una película hipócrita y descaradamente belicista condenada al fracaso. Bien hecho, señores. Contribuyeron a crear una imagen publicitaria de otro títere armado por los fabricantes de fusiles y metralletas de asalto. La cultura mainstream jamás descansa. De rebelerse vende, derivamos hacia el abismo de una fantasmal cacería de brujas. Stallone toma nota y a lo mejor la lleva a la pantalla.

Es una cruzada digna de un happy ending de Hollywood.

En algún lugar del planeta, Kony sonríe y se restriega las manos. Lo transformaron en un ícono para el gusto de las campañas de United Colors of Benetton.

Mientras tanto, la crisis y la depresión ahogan a los chicos de la globalización. Se les acabó el pan por la mañana. No importa. El circo de Kony les consolará el alma y el estómago vacío. Es la filantropía de los niños bonitos y ricos de la meca. Hasta George Clooney la apoya. Vaya mentira verdadera. Como de «Wag the Dog».

Con ustedes, el reality show para avalar la reconquista de África.

Ni Disney ni Michael Jackson lo hubiesen hecho mejor.

La pornomiseria en su grado de pedofilia sentimental ante el dolor ajeno.

No caigan en la trampa de sentirse superiores y realizados por brindarle respaldo al fenómeno de “Kony 2012”.

Estoy más preocupado por los niños secuestrados y armados en Venezuela por el colectivo la Piedrita.

Espero por la caída de Kony en manos de su propia gente.

Ya basta de intervenir en los asuntos de otros países.

Ni hablar del kit de Kony 2012. Es una propuesta banal y frívola, una manera futil de recaudar fondos. Parece una cajita feliz de McDonalds.

Lo del director con el hijo es como un mal chiste de Saturday Night Live.

El productor del despropósito nos subestima.

Nos ve como niños de pecho.

Todo en su cabeza es un rollo de buenos y malos.

Lo invitamos a crecer y madurar.

Los jóvenes de ayer pedían la paz. Los de hoy exigen la cabeza de Darth Vader.

«Star Wars» le lavó el cerebro a mi generación.

Ojalá todo fuese tan fácil.

Las ONG vulven a salir de closet. Prepárense.

Son la cara dulce y kistch del poder invisible.

Ellos olvidaron sus raíces esclavistas. Sometieron al áfrica a la mendicidad. Los robaron y diezmaron. Armaron a su niños y violaron a sus adolescentes. A su manera, son los padres de Kony.

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