Al final del día todos esperan tener algo para contar o para escribir. Nadie quiere terminar su día sabiendo que al final nada pasó. Que fue un día mas en su vida, que será un día que borrará completamente de sus recuerdos. La mayoría de los días son así en la vida de mucha gente. Monótono. Una vida en la que los días que se suceden se repiten, y si no es a base diaria entonces a base semanal. Semanas que se repiten una tras otra, exactamente iguales. Despertándose el lunes sin ganas de ir a laburar y con la únicas diferencias del lunes anterior siendo tener menos o mas trabajo, haber comido un plato diferente.
En general, cuando alguien no tiene a alguien con quien comparte algo y con quien vuelve interesante cada día, llega al final del día, a la noche, sintiendo que sus días se repiten hasta el hartazgo. Tengo la suerte que no comparto eso con la mayoría de la gente… Mi semana nunca se torna monótona. Salgo a la calle a comprar una birra, justo viene Guti, vamos al chino y me llama Mechi, ‘Acompáñenme a pasear a los perros…’ me dice, le digo que estamos en el chino, que vaya bajando que estamos allá. Vive en mi cuadra, así que nos vemos todos los días o día por medio. Salimos del chino con la cerveza, ya abierta, y caminamos hasta la casa de Mechi, y como no baja le tocamos el portero eléctrico… lo primero que escuchamos es el ladrido de los perros y despues un ‘¿Hola?’, le digo que somos nosotros y responde ‘Ahí bajo.’
Cuando baja le comento su nuevo corte, me había dicho que esa tarde iba a la peluquería, me había pedido consejos mostrándome fotos de diferentes celebridades. Le recomiendo un corte, pero aparece con otro… hago un comentario como ‘te quedó bien’ o ‘que sexi que estás’ o algo por el estilo, no lo recuerdo, tan buena memoria para banalidades no tengo. Uno de sus perros parece tomar anfetaminas, el otro parece haber fumado un churro infinito. Son el Ying y el Yang.
‘Imagínate ser un perro’ le digo a Guti, ‘imagínate estar todo el día encerrado en una casa rodeado de humanos y de vez en cuando te sacan a pasear. Entonces te cruzas con un perro, imagínate tu emoción, tu euforia… “perro, hay uno mas…. ahhhhh, no estoy solo, hay otros como yo…” debe gritar el perro, pero nosotros lo único que escuchamos es un ladrido’ me tomo un trago de birra y lo miro a Guti, los dos se están riendo de mi interpretación de perro desesperado. ‘Imagínense…’ repito e imito un ladrido desesperado ‘uno de ustedes está encerrado en un departamento, te dan de comer, de tomar y de vez en cuando te rascan la panza. El departamento está lleno de perros y la única vez que ves otro humano es cuando los perros te llevan a pasear. Entonces ves que otro humano está caminando por la calle, collar alrededor de su cuello y correa al collar sostenida por el perro que lo pasea, igual a vos, en la misma condición, te desesperas, te pones a gritar “¡Hey, loco, mirame, mirame, no estoy solo, somos dos, mírame! …dame bola… no estamos solos en el mundo, somos dos y recuerdo alguna vez haber visto a otro mas en tu misma condición, seguro hay unos cuantos más… dejame oler tu culo para ver si huele igual que el mío…. ¡hey! ¡Dame bola!” pero los perros, tus dueños, que no entienden nada de lo que estás gritando, sólo tiran de tu correa para que no te acerques al otro humano que puede llegar a tener pulgas, sólo quieren dar una vuelta a la manzana para que cagues y mees y nada mas, no les interesan tus relaciones…’
Mechi y Guti se ríen, no entienden de donde saco esas conclusiones estúpidas, supongo que vienen de estar demasiado tiempo al pedo y en pedo. ¿Acaso los viejos filósofos no estaban en pedo y al pedo? La monotonía no existe si uno no se la permite. En cuanto una persona deja que su trabajo se convierta en su vida, salvo que sea un James Bond o Pablito Escobar, su vida se convierte en una monotonía asquerosa. Es como esperar la muerte, como en esa canción de Van Zandt. Codeinados pero sin el beneficio del viaje. Es mejor saltar a un tren y no saber donde vas que saber exactamente como será el día de mañana, o como será esa misma tarde.
La vida no puede dejarse al azar. Pero entonces llega ese día en el que uno se despierta y mira a su alrededor sin entender el por qué de todo. No es algo anormal no entender el por qué. No es algo malo tampoco no saber por qué. Nadie sabe cual es el por qué. Lo que te puede matar es preguntarte ‘¿por qué?’
Por que tengo que ir al laburo, por eso me ducho a las seis y media de la mañana. ¿Y por qué tengo que ir al trabajo? por que tengo que comer. Y como para no morirme, y no me muero ¿por qué? Por que quiero vivir, pero por que quiero vivir si al final todos morimos, si al final todos nos mezclamos con la nada. Debe ser por esos pequeños momentos de felicidad: Una borrachera con amigos. Esa primera vez que besas a una mina, por mas que el beso no diga nada… la emoción está ahí. Esa vez cuando te sale una canción. Cuando escribís algo y te sentís orgulloso. Cuando abrazas a una mina que recién conociste y tenés que esconder esa erección que tenés y que se debe a que mientras hablaban te la imaginabas desnuda en tu cama…. Cuando te despertás a la mañana y mirás a esa chica tirada en tu cama, sonreís y deseas volver a verla a la vuelta del laburo, sonriéndote, quieriendote…
Entonces seguís intentando, siempre querés una sensación mas fuerte. Querés llenarte de felicidad por que te das cuenta que los años pasan y todavía no fuiste feliz. Empezás a beber mas, a fumar mas, a dormir menos… ya no te enganchas con ninguna mujer mas que para coger. Entonces te das cuenta que la felicidad es solo posible cuando tenes fe en algo. Cuando no necesitas excesos para sentirte feliz. Cuando con una novia te basta, cuando dos copas un sábado son mas que suficiente. Cuando un porrito es de mas. Cuando ni se te cruza por la cabeza no dormir para salir y sin embargo ir a trabajar. Pero como cambiás todo eso. Como haces para convertirte en esa persona que vive para ser un esclavo. Uno que intenta acumular felicidad a través de lavarropas, microondas, cosas, cosas…. y no a base de experiencias y excesos.
Recuerdo muy bien cuando Juan una noche me dijo, estando borracho o fumado, ‘si pudiese pedir algo, un deseo, pediría fe.’ Yo lo miré incierto. Preguntándome por que le gustaría ser una oveja mas. Un esclavo de la religión. Pero lo entendí mal. El quería tener fe en que había algo mas en la vida que todo este sufrimiento y miseria que nos rodea. El quería tener fe en el hombre, fe en el amor, fe en la vida. Algo muy difícil de adquirir (recuperar) una vez ya perdido. Entonces uno sigue por el mismo camino, el camino de la perdición. ¿Acaso no son todos los caminos, los caminos de la perdición? ¿No nos llevan todos al mismo lugar, al polvo?
Hoy soy un entusiasta, mañana un fatalista. Nada de lo que hago tiene mucho sentido. Cojo a las minas que no me interesan, ¿y las que me parecen interesantes, con las que comparto algo? ¿qué hago con ellas? Me convierto en su amigo, y ellas se convierten en mis amigas. No las quiero perder. Nos soy suficientemente maduro como para hacer que una relación dure. Quizás no tengo los cojones bien puestos y no me animo a jugármela. Pero para que cogerte a una mujer sabiendo que quizás eso echaría a perder toda una amistad basada en risas, pensamientos similares, gustos parecidos… etcétera. Prefiero mantener una amistad por mas que parezca que tal vez esa sea la mujer que logre darme lo que muchas otras no dan. ¿Qué pasaría si con ella me comportase como con todas las demás? terminaría perdiendo a una amiga.
Probablemente esté loco. Quizás todo lo que pasa a mi alrededor no es real. Estoy encerrado en una habitación con paredes acolchadas y todo lo que veo y vivo está en mi cabeza. ¿Estaré mas loco que Raskolnikov? Mas loco aún si lo que dudo es real.
Hoy estaba esperando el colectivo para ir a trabajar, y sobre una señal de transito había una figurita que decía ‘Nada de esto existe’. Esa frase me obligó a pensar. ¿Qué tal si esa frase es solo mi cerebro diciéndome que me despierte, que deje de delirar? ¿Seré un producto da la imaginación del yo en esa habitación acolchada?
Esa idea, la del cuarto acolchado, surgió un día que estaba en casa tomando unas cervezas con unos amigos y comenté lo raro que era que mi hermano no había llegado. Ni bien terminé la frase, entró por la puerta. Eso fue lo primero que me hizo pensar. Después me puse a pensar que realmente nunca me paso nada que me deje devastado del todo. Siempre que estoy sin guita, a ultimo momento consigo, cuando tenía que mudarme y no tenía donde, misteriosamente aparece el departamento donde vivo ahora, justo en la misma cuadra donde vive mi mejor amiga. Llego tarde al trabajo todos los días, falto demasiado y no me echan, y muchas situaciones similares… pero en ninguna termino perjudicado. Supongo que es como las caídas en los sueños. Todos experimentamos esa sensación de caerse, que tan bien describe J. London, pero nunca llegamos a golpear con el piso.
Me pongo a cuestionar todo, ¿qué es realidad y qué no? ¿Estaré de verdad en esa habitación acolchada? No lo sabré nunca, o tal vez en algún momento de lucidez del yo en esa habitación. Puede que despierte y me de cuenta que todo esto es un sueño. Algo parecido a la película esa española, Abre los Ojos. O que la muerte me lleve a la realidad. Y en ese caso volvemos a la canción de Van Zandt, esperando la muerte. Con otro fin, aun que con el mismo efecto.
El efecto del final, la nada misma. Aunque si se tiene en cuenta que existe la posibilidad de que todo esto esté en mi cabeza, la nada se convierte en la realidad. Con mi muerte el yo en ese cuarto se vuelve lucido, pierde su locura… o su locura se traspasa a otro tipo de locura.
No puedo seguir pensando así. Pensando que en realidad no existo para poder escapar de la realidad que me abraza. Tendría que tomar a éste puto mundo con mis dos manos y sacudirlo. Despertar a todo el mundo. Gritarles en las orejas, que despierten de la idiotez. ¿Cuando habrá empezado a perderse el mundo? ¿Habrá habido alguna época en la que todos eran sensatos, en la que el alcohol o las drogas no eran necesarias para sobrellevar la realidad constante? No me gusta éste mundo. Ahora mismo, en éste momento, estoy dándole la espalda a la tele escribiendo con los auriculares puestos mientras mi hermano mira un reality en la tele a todo volumen. Su droga, su escape de la realidad supongo. Él es todo lo que yo no soy. Deportista, no toma alcohol, mira televisión basura, no lee libros y está enamorado de su novia. ¿Donde giré mal en mi infancia y perdí el camino que ofrece una vida mas fácil? No me refiero a una vida físicamente mas fácil, sino a una vida en la que mi mente no me hace constantes preguntas. Tendría que dejar de dudar de todo. Dejar de pensar en la vida y vivir la vida misma. Dejar de querer dejar algo que me trascienda. Dejar de analizar todo. Lo único que no analizo, que no pienso demasiado son las mujeres con las que me acuesto. Dos o tres veces lo pensé, y creo que fue para mejor no terminar en la cama esa vez que lo pensé. Lo que concluye que termino acostándome con mujeres que no me interesan.
Le temo a algo… ¿pero a qué? Toda la vida me creí una de esas personas que no le teme a nada. Ni a la muerte le temo. Pero no tenerle temor a la muerte no quiere decir que uno la iría a buscar. No me parece algo practico el suicidio cuando no hay nada después. Al menos no un suicidio de joven.
Intento dejar mis pensamientos acá, todo lo que me pasa por la cabeza. Últimamente todo lo que se me cruza por la cabeza es ruin. Creo que estoy roto por dentro. Me falta imaginación para escribir algo original e interesante. Últimamente me pregunto si estaré perdiendo la cordura. Estoy tomando demasiado. Despertándome sin saber que hice la noche anterior. Intentando recopilar historias ajenas para saber que es lo que hice o no hice la noche anterior. Entonces me doy cuenta que no soy el único que se olvida los sucesos de la noche.
Una noche, mezclando vodka y cocaína, terminé garchando a una ex en el baño de un boliche de mala muerte en el centro. Cuando me desperté en mi cama y la noté abrazándome no sabía donde meterme. Mi cabeza estaba por estallar, tenía la garganta seca y mi virilidad manchada con sangre. Ahí me acordé por que dijo que no importaba cuando le dije que no tenía forros. Volvieron otros recuerdos de la noche; haber ido al baño a meterme una raya o dos o tres, de repente me encuentro en la pista metiendo mi lengua en la garganta de esa rubia de una altura infinita y mas fumona que el mismo Marley, parecía sacada de una foto de los setenta en California. Cierro los ojos, los abro y me encuentro en un sillón en el piso de arriba, ella sentada encima mio con sus piernas abiertas y moviendo la cadera simulando coger mientras le chupo sus tetas…. negrura, supongo que alguna especie de piloto automático, ese momento en el que mi mente me dice hasta luego pero mi cuerpo cobra vida propia. Se encienden las luces en mi cabeza, la maquinaria vuelve a funcionar y lo primero que veo es mi pija, en un extremo de ella mi cuerpo y en el otro el cuerpo de la rubia. Veo un inodoro meado a mi lado y escucho voces del otro lado de la puerta. Sin forro, sin ningún tipo de protección. Sigo moviendo mis caderas un rato. Mi mente está en blanco, no siento nada. No hay placer, no hay disgusto. Mis pantalones en mis tobillos, los suyos también bajos. Me doy cuenta que no puedo mas y le digo que nos vayamos de ahí. Buscamos su cartera, finalmente la encontramos. Me dice de ir a mi casa, ‘Si querés venir a casa vas a tener que pagar el taxi. No tengo un mango encima’ le respondo. Ya había tomado y aspirado toda mi guita. Subimos al taxi y mi mente vuelve a apagarse. Lo próximo que vi cuando me desperté fue mi pene marchitado y ensangrentado y a la rubia esa durmiendo con su cabeza sobre mi pecho.
Pienso en esa noche y en las cientos de noches en las que me perdí, en las que solté las riendas y me dejé llevar por los excesos. Pienso poder controlarme, pero no me interesa controlarme. ¿Qué gano controlándome? Tal vez salud en la vejes… no me interesa por ahora la vejes… no creo llegar a la vejes. Cuando salgo a caminar, a pensar, y veo a los viejos que se me cruzan, veo sus ojos, sus ojos tristes, ojos vencidos y decepcionados. Veo los ojos de mi abuelo y pienso que prefiero apretar el gatillo a convertirme en eso. En un organismo animado sin propósito alguno. Veo los ojos de mi viejo, que tan viejo no es, y tampoco quiero tener su mirada. No quiero que mis ojos reflejen odio y tristeza. No quiero lamentar toda decisión que tomé en toda mi vida…
Y sin embargo, lamento y me quejo. No me quejo con nadie, no hago nada para contrarestarlo… simplemente sigo pateando los caminos, levantando polvo para no poder mirar que es lo que dejo atrás.
Compa, quizá tus textos son buenos, y digo quizá porque no los leo completos.
Escribir en internet no es lo mismo que en papel, tiene sus códigos, que por muy amante de la lectura que uno sea leer textos relargos con párrafos relargos es la verdad, a lo bien, inmamable, te recomiendo que visites este post, para que te sirva de ayuda: https://www.panfletonegro.com/v/2011/07/03/5-cosas-para-panfletonegro/, pero vale, seguí escribiendo, que algo queda.