Ley que criminaliza videojuegos y juguetes violentos fue aprobada por la Asamblea Nacional
Artículo original de Guido Núñez-Mujica (2009) para Boingboing.net (en inglés). Traducción al español por Marlon Méndez, Reinaldo Chacón y Rubén Rojas, revisada por el autor.
Nota: Agradezco profundamente a Xeni Jardin, editora de BoingBoing.net por publicar este artículo y a Francisco Toro, editor de Caracas Chronicles, por su ayuda editorial en el original en inglés.
La ley hace de los jugadores chivos expiatorios culpables de los niveles de violencia obscenos de nuestro país, y va a extremos extraordinarios para criminalizar los juegos, hasta el punto de de dar largas sentencias de cárcel a quienes compran el tipo de juego equivocado.
No es broma. El último año, en un viaje a los EEUU, tuve la oportunidad de comprar un Nintendo DS para mi hermano, y un juego de rompecabezas en el cual se manejan armas para defender las reservas de pescados de los pingüinos en la Antártida, Defendin’ de Penguin. A principios del año próximo, cuando la ley entre en vigor, traer un juego de ese tipo puede significar de tres a cinco años en prisión por importar juegos violentos prohibidos, ya que los pingüinos usan bolas de nieve para enfrentar lobos marinos, zorros (¿En la Antártida? ¡Piensen en la biogeografía, por Dios!), osos polares y al Yeti.
La ley es solo otro clavo en el ataúd del derecho a la disidencia del venezolano y más ampliamente, de sus libertades civiles. Un triste intento de culpar a los videojuegos y juguetes de la violencia letal ampliamente extendida en nuestro país, en vez de culpar a una estructura judicial deficiente, una corrupción sistemática, y una ineptitud gubernamental (¿intencionada?) a la hora de enfrentar el problema.
Tengo 26 años. Desde que tengo memoria Venezuela ha sido un lugar muy peligroso. Cada año las cifras de muertos aumentan con respecto al año anterior. Estar en las calles ya entrada la noche, especialmente en las grandes ciudades, se hace un poco más peligroso con cada año que pasa, sin importar quien esté en el poder o que tan altos se encuentren los precios del petróleo.
Yo lo consideraba simplemente un hecho de la vida. Luego, diez años atrás, Hugo Chávez llega al poder prometiendo cambios a todo nivel, prometiendo una sociedad nueva, menos corrupta, más empoderada y más segura. Muchos de mis familiares y amigos votaron por él, para además mostrar su desacuerdo hacia nuestros políticos tradicionales, ya que queríamos justicia y un país decente.
Diez años después, somos de hecho más pudientes, gracias a un boom petrolero febril, pero el país sigue más y más en en deudas, emisiones de bonos, obtención de préstamos incluso del FMI, esa despreciable herramienta del capitalismo, e imprimiendo dinero como si no hubiera un mañana, mientras nuestros sistemas eléctrico y acuífero colapsan, muchos productos básicos escasean en los supermercados, nuestros hospitales se pudren y la corrupción y el crimen siguen empeorando.
La posición oficial establece que el crimen es un efecto de la pobreza y la desigualdad. Los números oficiales dicen que la pobreza y la desigualdad han descendido dramáticamente. Por lo tanto ¿Cómo es posible que hoy tengamos una de las peores tasas de crimen a nivel mundial? Nuestra tasa de homicidio está entre las cinco más altas del mundo. Barinas, el estado rural de donde proviene Chávez y donde su hermano es gobernador, tiene la tasa de secuestros más alta del país (¿La respuesta del gobernador? La gente se está secuestrando a sí misma para hacer quedar mal al gobierno). Y si tú vives hoy en Caracas, corres más riesgo de enfrentarte a una muerte violenta al que correrías en Iraq.
Una cosa está clara: O el crimen no está causado solamente por la pobreza y la desigualdad, como la tasa de homicidios de Bangladesh parece confirmar; o el gobierno no ha reducido la pobreza ni la desigualdad de la manera en la que se jacta (como un vistazo a los barrios de Caracas parece confirmar). O quizá ambos.
De cualquier manera, el gobierno ha probado ser fuertemente incompetente en la labor de proteger a sus ciudadanos. Al clan seudosocialista que nos gobierna claramente le importa mucho más proteger a sus colaboradores. Recientes reportes de prensa muestran que en Caracas hay más policías dedicados a proteger a los políticos y sus familias como guardaespaldas, que patrullando las calles. Y no hablemos acerca de los crímenes ejecutados por integrantes de la policía. A pesar de todo esto, las autoridades consideran mejor gastar los recursos limitados que llegan al sistema de administración de justicia, en criminalizar a la disidencia.
La Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, ha argumentado en repetidas oportunidades que tener la opinión equivocada (mejor conocida como “publicar información que puede desestabilizar al gobierno” o “causar una percepción de impunidad a través de la prensa”) puede ser un crimen condenable a 10 años de prisión. Luego de las recientes manifestaciones, ella ha puesto tras las rejas de nuestras peores cárceles, a estudiantes que protestaban debido a que rayaron paredes; y detuvo sin juicio alguno a docenas de manifestantes de movimientos laborales durante meses por equis cantidad de crímenes políticos.
Mientras Venezuela arde en llamas, nuestras autoridades están ocupadas criminalizando a aquellos que protestan, en vez de a quienes iniciaron el incendio.
Pongamos esto en perspectiva. El último año, hemos tenido casi 14.000 muertes a causa del crimen, en una población que ronda los 27 millones. Vamos a redondearla a 28 millones, y hagamos algunos cálculos: Si Bangladesh tuviera nuestra tasa de homicidios, ellos tuvieran 75.000 víctimas de homicidios cada año; si los EEUU tuvieran nuestra tasa de homicidios, podríamos hablar de unas 150.000 muertes debido al crimen; Si Japón tuviese nuestro problema, hubieran 60.000 japoneses muertos a causa del crimen cada vez que nuestro bonito planeta diera una vuelta alrededor del sol. Si China e India tuvieran nuestros niveles de violencia, podríamos tener alrededor de 1.100.000 humanos menos cada año.
Los números de muertes violentas en Venezuela no se ven tan alarmantes debido a que tenemos una población relativamente pequeña, pero es un serio problema que sólo empeora luego de once años de gobierno Bolivariano. El número de personas atracadas, golpeadas y robadas es muy superior al de homicidios. A algunos de mis familiares les han disparado y apuñalado, a la mayoría de mis amigos los han robado al menos una vez, y en una ocasión tuve que saltar de un autobús en marcha para evitar ser atracado hace un mes en donde vivo, en Mérida, una ciudad universitaria que hace no mucho tiempo atrás solía ser relativamente segura. En Valera, donde viven mis padres, es poco inteligente quedarse fuera después de las 9 pm, y después de las 8.30 pm, se hace verdaderamente difícil conseguir transporte público.
Entonces, ¿corregirá el gobierno su estrategia, aceptará que tenemos un enorme problema que tiene que ser resuelto lo antes posible, se apegará a su retórica y trabajará junto a las comunidades para atacar el crimen? (la pena de muerte y los enfoques tradicionales de arriba hacia abajo no funcionarán).
No, en su lugar, culpará a los jugadores por el problema.
Si, tenemos la culpa, porque no podemos distinguir la fantasía de la realidad y porque los videojuegos nos hacen violentos, idiotas que lanzan a las personas de sus coches al igual que en Grand Theft Auto y las matan, a pesar de que los juegos vienen con clasificaciones, al igual que las películas, yo, un ciudadano mayor de edad, no soy de fiar para usarlos con sabiduría.
Esta ley hace que vender videojuegos a cualquiera, sea realmente peor que darles armas de verdad o cigarrillos a un menor, e incluso que forzarlo a trabajar, dado que obtienes una condena de cárcel más breve y multas menores si haces alguna de estas cosas.
Tengo que ser protegido de ellos, para no empezar una matanza. (Si yo fuera tan impresionable, no estaría escribiendo esto, me habría tragado completamente la enorme cantidad de propaganda con la que nos alimentan a diario). Nuestro parlamento, en lugar de hacer frente a nuestras necesidades reales, se comportan como el puñado de tránsfugas, demagogos autoritarios que son, imponiéndonos sus decretos, porque saben que ellos sí están en lo correcto, y todos los que disentimos, seguramente somos unos bastardos ricos elitistas que odian a los pobres, traidores que odian a Venezuela y que trabajan para las siniestras, malvadas y sombrías potencias extranjeras (Si sigues la política estadounidense, esta actitud debería encenderte algunas alarmas).
Seguramente un gobierno que se llama a sí mismo socialista, habría corregido un craso error de las administraciones anteriores: nuestra tasa de impuesto para los ciudadanos más ricos es del 34%, la cual es menor que la tasa impositiva marginal estadounidense que se aplicó cuando Bush le dió recortes de impuestos a Donald Trump y Warren Buffet. Uno podría pensar que después de diez años de un gobierno socialista enfocado en el pobre y contra el malvado rico, los fieramente igualitarios parlamentarios venezolanos deberían haber encontrado tiempo para incrementar los impuestos de los odiados ricos al mismo nivel de esos aburridos, blandos y desabridos países como Finlandia, Nueva Zelanda, Suecia o Canadá.
En vez de eso, han estado muy ocupados prohibiendo videojuegos, pornografía (2 a 6 años de cárcel por filmar pornografìa, ya que va contra las “buenas costumbres” y la familia) e ingeniería genética (la ley está escrita en un lenguaje tan impreciso que la creación de insulina humana recombinante podría llevarme a la cárcel), mientras nuestro presidente se hace amigo de asesinos, genocidas, golpistas (como el presidente de Gambia Yahya Jammeh) y de tiranos que reciben réplicas de la espada de Bolívar, El Libertador.
Nuestro presidente también afirma que a pesar del cierre de 34 emisoras de radio de oposición sobre la base de tecnicismos administrativos, a pesar del acoso constante de las estaciones de cable disidentes y la criminalización de las protestas, este es el país con la mayor libertad de expresión en todo el mundo, lo mismo que Silvio Basura Berlusconi dijo sobre Italia y más o menos lo que los patrioteros norteamericanos, inmunes a los hechos les encanta decir, que «Estados Unidos es el país más libre del mundo», a pesar de las repugnantes tasas de encarcelamiento y su aversión a la libertad cognitiva.
El registro de las autoridades venezolanas sobre libertad cognitiva es también risible, con nuestras autoridades haciendo afirmaciones disparatadas sobre la super marihuana (porporcionada por los malvados colombianos) que causa Alzheimer, y prohibiendo la difusión de Padre de familia porque promueve las malvadas actitudes liberales de Estados Unidos sobre las drogas.
Lo más probable, es que no mucha gente terminará en la cárcel debido a la ley anti-juegos. Pero puede ser fácilmente usada para coaccionar, extorsionar y presionar a las personas que se encuentran en la lista negra de la revolución, para hacerte sentir impotente, como un criminal, para que te de vergüenza y miedo.
Las leyes aquí se aplican de forma selectiva, pero cuando el gobierno emite tantas leyes que penalizan tantos comportamientos, tarde o temprano vas a romper una, así que es mejor que te comportes bien y, sobre todo, es mejor que no critiques a los poderosos. Si lo haces, van a ir por tus aficiones … y cuando lo hagan, siempre van a encontrar algo que puedan usar en tu contra.
Otra posibilidad es que estén apuntando a los ciber-cafés y a los servicios de Internet para aquellos que carecen de conexión a la red en sus casas, dado que Counter-Strike y otros juegos en línea son una gran fuente de ganancias para los ciber-cafés. En todo caso, incluso si las personas no van a la cárcel, las tiendas no venderán más estos juegos.
Sea cual sea la explicación que prefieras, lo que tenemos aquí es otro ladrillo en el muro, otra pieza de una estrategia que, lentamente pero con seguridad, construye una pared legal contra la disidencia política, mientras nuestra sociedad se va al carajo.
Esta situación es dolorosa de contemplar. Incluso si apenas juego en estos días, aún soy un jugador en mi neocórtex. Me pasé incontables horas resolviendo rompecabezas, acertijos y luchando contra monstruos en calabozos. Rescaté a Todstool muchas veces, solo para que me diera las gracias, pero mi princesa estaba en otro castillo. Luego me uní a Link y rescaté a Zelda de Agahnim y Ganon, usando la Espada Maestra y las Flechas de plata. Tuve la espada Zantetsu y corté el metal, invoqué a Ifrit, Odín y Behemoth. De Dragoon, me convertí en Paladin. Me escabullí en la fortaleza del Big Boss en Zanzibar y detuve el día del juicio junto a Solid Snake. Peleé todo junto a un Double Dragon atrapado en una Final Fight, usando mi Killer Instinct en un Mortal Kombat en el cual sólo el mejor Street Fighter saldría con vida.
Estuve Ligado al Pasado por un Chrono Trigger, mi Alma Resplandeciendo, a medida que vivía mis Fantasías Finales. Merodeando desde Ys, llegando a una Laguna, para aprender acerca del Secreto de Mana y finalmente entender que hay Siempre Más en la vida.
Estos juegos son una parte adorada de mi vida, ellos ayudaron a dar forma a mi joven mente, ellos me dieron retos y mejoraron enormemente mi inglés, abriendo las puertas a todo un nuevo mundo de literatura, música y personas de todo el mundo. Lo que he logrado, toda mi investigación, como he sido capáz de viajar aunque siempre esté quebrado, el duro trabajo que he hecho para convencer a gente para financiar una compañía nueva de biotecnología barata para países en desarrollo y gente normal, nada de eso hubiera sido posible si yo no hubiera aprendido inglés a través de video juegos.
Ahora, gracias a los pequeños horizontes del elenco de idiotas que me gobiernan, gracias a la estupidez y autoritarismo ordinario de las autoridades locales, tan queridas por tantos izquierdosos, las posibilidades de mi hermano de siete años de hacer lo mismo pueden ser disminuidas.
Incluso si mis padres podían permitirse comprar un NES o un SNES cuando los tiempos eran buenos para nosotros, no podíamos permitirnos comprar juegos, así que yo jugaba mucho Mario. Yo iba a una sala de video juegos y jugaba, hacía amigos allí, hablaba mucho no solo acerca de espadas y cristales, combo breakers y ataques especiales, sino también acerca de inteligencia artificial, el futuro y la tecnología, acerca de una cosa misteriosa llamada internet (¡conocí a una chica que probó Compuserve!) y acerca de la guerra nuclear.
Quince años después, mi hermanito vive en un mundo donde la escasez de juegos puede ser anulada con las herramientas correctas, donde mod chips y tarjetas especiales le permiten emular juegos antiguos en dispositivos más nuevos, donde necesita aprender los conceptos básicos del hackeo si quiere usar su Nintendo DS por completo.
Ayer le explicaba a mi hermanito como una computadora en teoría, podía emular, a otra computadora, y como eso le permitía jugar juegos realmente viejos (¡mas viejos que él!) en su DS. Le explicaba que es una ventana terminal y un programa y como yo convertía videos a un formato que su DS pudiera entender. Y el se emocionaba, sus ojos se iluminaban de placer; la tecnología fue un puente que nos hizo mas cercanos. Si nosotros ciegamente seguimos las leyes de copyright o que prohiben los video juegos, no seríamos capaces de hacer esto nunca más, y el parará de aprender todo lo que podría acerca de juegos y hackeo, buscando su manera de hablar con las máquinas que lo lleven a donde necesite.
Pero no obedeceré; seré un jugador fuera de la ley, y prometo enseñarle tanto como pueda y tanto como esté dispuesto a aprender, tan pronto como sea posible. Me rehúso a renunciar mis derechos a un gobierno que es un comandado por idiotas vestidos de Vuitton pidiendo sacrificios de nosotros, me rehúso a parar de jugar porque un montón de fanáticos del control me digan que me volveré un asesino y que los maravillosos juegos que enriquecieron mi niñez son fábricas de psicópatas.
Si soy multado por decir esto (Artículo 13, promoción del uso de video juegos violentos), que así sea. Si voy a la cárcel porque cargo roms en mi disco duro o en una tarjera R4 para mi hermano, la próxima vez que regrese al país, que así sea. Pero prefiero ir a la cárcel que traicionar la cultura gamer, parcialmente responsable de hacer de mí la persona que soy hoy.
Suficiente es suficiente; estoy harto de este gobierno de idiotas, pretendiendo ser socialistas mientras viven un lujoso estilo de vida, pagando muy pocos impuestos y saqueando nuestros dinero del petróleo. Esto es una ridiculez, un gobierno pacifista que obtiene créditos de Rusia para comprar rifles, tanques y misiles, cuyo lema oficial era “Patria, socialismo o muerte”, cuyos líderes llaman a otras personas subhumanos y que constantemente habla de guerra. Un sistema socialista que ofrece impuestos mas bajos que Bush para las personas ricas, que asigna contratos sin licitación a Chevron Texaco, un gobierno progresista que difunde mentiras acerca de la marihuana y promueve una nueva ley que requiere educación sobre lactancia para nuestras jovenes, pero ninguna educación sobre sus libertades reproductivas, un sistema que promueve soberanía y dignidad microgerenciando mi vida y diciendome lo que tengo que hacer y lo que no puedo y pisoteando mi derecho a preocuparme por mis vainas siempre y cuando esto no dañe a nadie mas.
Para mi lo único mas desconcertante que los izquierdistas ansiosos de apoyar esto, son los conservadores sociales estadounidenses lo odien a pesar de sus fuertes valores familiares, oposición al vicio y bajos impuestos para los ricos.
Ahora, que los juegos están puestos fuera de la ley, soy un forajido, pero aún hay esperanza. Mi pequeño hermano está aprendiendo que a veces ser un forajido es hacer lo correcto, que algunas leyes no son justas y que romper la ley no necesariamente te hace una mala persona.
Eso es un tema muy difícil de explicar a un niño de siete años, pero él ahora lo entiende muy bien.
No se muy bien si terminará convirtiendose en un hacker, pero ya es un rebelde y un mutante feliz.
Addendum:
Hace ya más de dos años desde la aprobación de la ley, en Noviembre de 2009. Hace ya dos años desde que entró en vigencia. Frente a las 16000 muertes violentas de 2009, el último año en que los videojuegos violentos fueron legales, en 2011 tuvimos alrededor de 19000 muertes, casi un 20% de aumento. El tiempo que fue usado por la Asamblea para discutir esta ley autoritaria y ridícula pudo haber sido usado para atacar el problema real y poner en marcha medidas que de verdad pongan freno a la violencia. No sólo nos criminalizó a quienes disfrutamos este tipo de juegos, no sólo fue totalmente inútil, sino que sirvió para malgastar el tiempo y los recursos de la Asamblea, evitando así una solucióna esta plaga. Este adefesio legal llamado Ley de Videojuegos y Juguetes Bélicos es otro contribuyente a la violencia, la corrupción y la impunidad en este país. Las consecuencias no son sólo espacios vacíos en las paredes de las salas de video, donde estaban los juegos ofensivos, no sólamente la indignación de 3 pelagatos, sino también más violencia y muerte causada por la inacción de cretinos autoritarios que pensaban que prohibiendo los videojuegos iban a lograr algo más que demostrar su estupidez, estrechez de miras y falta de responsabilidad.