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Populismo (a la venezolana)

La génesis

El populismo en Venezuela nació junto a la burocracia y la corrupción, cuando nos dimos cuenta que éramos ricos y no lo sabíamos, y lo mejor, no teníamos que trabajarlo mucho, simplemente, extraerlo, aprendemos el Know how del negocio y listo.

El margen de ganancia es tan alto, que mientras el país retrocedía en todos los aspectos, logramos consolidar una de las mejores industrias petroleras del mundo. Por supuesto, eso algún día iba a terminar, por muy poderosa y solida que PDVSA fuese, ante la corrupción y el populismo tenía que caer, son más fuertes, son las fuerzas que mueven a este país que nos empeñamos en llamar nuestro.

El Pacto de Punto Fijo, frágil desde su comienzo, porque no se incluyó al Partido Comunista de Venezuela, y después la retirada de URD, naciendo así el bipartidismo Adeco-Copeyano, sin embargo fue un buen intento, no sólo de garantizar la democracia y propiciar una inclusión a medias, también se buscaba un programa de gobierno mínimo común, algo como fundar un capitalismo de estado que repartiera la renta petrolera para desarrollar a Venezuela: construir el país, educarlo, hacerlo productivo e independiente, cultivar sus campos y fortalecer su economía.

Pero la fortuna no estuvo de nuestro lado y poco de eso pasó. Desviamos el camino. Ese programa de gobierno mínimo común existió legalmente hasta la primera presidencia de Rafael Caldera (15 años no son nada). La construcción de obras importantes necesarias para el desarrollo fue decreciendo junto con la economía, y muchos señalan la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez como el comienzo del declive y el fin de la continuidad en políticas y proyectos.

Desde la década de los setenta comenzó en Venezuela lo que Moisés Naím y Ramón Piñango denunciaron en Venezuela: Una ilusión de armonía en 1984: El voluntarismo político (aquí hay dinero para todo, pues hagámoslo todo) y para evitar conflictos, y por las misma razón, se empezaron a crear instituciones innecesarias dando comienzo a nuestra legendaria burocracia.

El modelo económico rentista pasó sus facturas y para cuando sucedió el viernes negro los efectos de un estado hipertrofiado eran irreversibles. Los recursos provenientes del petróleo se utilizaron para subsidiar casi todo lo que se podía subsidiar. El estado se adueño de empresas que no requerían de su arbitraje, tales como líneas aéreas y hoteles.

No se diversifico la producción ni tampoco se aplicaron medidas agrarias que convirtieran la producción agropecuaria en una fuente de ingresos alternos que nos salvaran de una baja en los precios del petróleo. Las medidas populistas e inmediatas se comían recursos que pudieron haberse invertido en la preparación del recurso humano o tecnología.

Mientras la pobreza crecía, el populismo se convirtió en la manera más eficaz de conseguir votos. Y mientras la corrupción crecía, y las crisis se presentaban una tras otra, el descontento, la apatía y la anti política dominaban la escena. Para el periodo constitucional 1999-2003 los venezolanos escogieron a un teniente coronel dado de baja por golpista, un líder mesiánico que devolvería el orden perdido.

El país aplaudió cuando el presidente electo llamó a la constitución debajo de su mano: “moribunda”. Los venezolanos se sintieron esperanzados y esperaban con entusiasmo el prometido bienestar. Pensaron que ya lo habían visto todo y que la peor parte ya había pasado.

Después de 13 años en el poder, con Chávez no sólo se han profundizado los vicios que acabaron con el pacto de Punto Fijo, también se perdió la alternabilidad democrática. Hay países pobres pero pocos son tan violentos como Venezuela. No hay un conflicto armado ni una guerra entre carteles de droga, es una violencia que deriva de la descomposición social, la falta de instituciones y políticas de estado que favorecen el caos y la injusticia.

¿Qué nos pasó? ¿Es el trópico? ¿El síndrome del nuevoriquismo? ¿Somos débiles? ¿No podemos ver una partida de un ministerio porque se nos ponen los ojos en blanco? ¿Somos moralmente discapacitados? ¿Estamos malditos? ¿De dónde tanto egoísmo? ¿Por qué tanto desprecio? ¿Qué carajo nos pasó?

Puede ser una combinación de todo lo anterior, pero tal vez, la respuesta sea más simple y trágica: En Venezuela no existe un pacto social. Y hasta que nosotros, todos, no internalicemos que para alcanzar nuestro bienestar individual debemos funcionar como un colectivo y tener objetivos comunes que priven sobre los propios, va a ser prácticamente imposible alcanzar el desarrollo.

El populismo o la cosificación del individuo

El populista no convence a los votantes con argumentos, planes o explicando cómo logrará reducir a un digito la inflación, el populista ve a las personas en función de los votos que le dará o lo mantendrá en el poder. Y para eso utiliza los recursos del estado para comprar ese voto.

Pero el mayor capital de un populista es la promesa, vota por mí y verás. Mientras tanto, toma esta franela, este almuerzo, este papelito, este contacto, esta cesta de comida, esta lavadora, este celular barato, esta promesa y ya tú sabes qué hacer: vota por mí, porque si no lo haces olvídate del trabajo, la beca o la pensión.

En este punto la figura del funcionario público se desvaneció y entró en escena el benefactor del cual depende tu suerte, él y el estado son la misma cosa así que entra por el aro. Tú vives en país convulso, en crisis, y es mejor agarrar aunque sea fallo, total, no tienes nada que perder.

Todo es disfuncional a tu alrededor y hay más probabilidades de que un estado inmensamente rico te dé una tajada que andar por ahí dándotelas de independiente. Así funcionaba la maquinaria adeca, así funciona la maquinaria chavista. Así se cristalizó una cultura electoral.

Una vez almorzábamos, y una compañera de trabajo que vive en los Valles del Tuy nos contaba que Elias Jaua había ido de parte de Chávez a repartir tanques de agua a los habitantes de la zona. Le digo: “Chama, es que ese tanque de agua no es un regalo de Chávez, él no sacó plata de su bolsillo para comprarlo, ese tanque fue comprado con la plata de todos los venezolanos. Él no te está haciendo un favor, ése es su trabajo”. Fue la primera vez que presencié cómo se rompía un paradigma en una persona. Se quedó muda.

Y romper la lógica del populismo es tan fácil como eso: Si el estado funcionara no habría necesidad de montar un estado paralelo en nombre de un partido o una persona, para remendar la ineficiencia del comatoso original. Si la red de salud pública funcionara y creciera de acuerdo a la demanda, Barrio Adentro no tendría sentido. Si el sistema educativo público funcionara, las “misiones educativas” no tendrían razón de ser. Si la economía funcionara y hubiese poder adquisitivo, no tendrías que estar vendiendo tu voto por una “beca” miserable. Y así hasta el infinito.

Un populismo sin escrúpulos, respaldado con los ingresos petroleros, ha sido una de las razones por la que un casta militar fascista-religiosa se ha mantenido en el poder por trece años con respaldo popular, con un 30% de inflación anual y más de 100.000 asesinatos producto de la violencia. A todo esto habría que sumarle apartheid político, terrorismo de estado, control político y económico, y mucho, mucho dinero y capacidad de maniobra.

Dejamos de ser individuos, personas, para convertirnos en votos que son manipulados desde el poder para mantenerse en él. Más allá de ese objetivo no existen otras intenciones y el que a este punto no lo sepa, no ha entendido absolutamente nada de lo que está pasando en Venezuela y todo lo que nos estamos jugando este año.

Este país se ha convertido en un gigantesco portarretrato que promociona la imagen y bondades de una persona que, eventualmente, salvará tu pellejo. Respaldado por un aparto comunicacional poderoso, este Pop Star no ha dejado de recordarte, cada vez que puede, cuánto lo necesitas. Y en todo este espectáculo político, gasto fiscal, populismo, burocracia y corrupción se ha ida la mayoría de los recursos proporcionados por una bonanza petrolera sin precedentes.

¿Debe Capriles Radonski ser populista?

¿Habrá un camino para Panfletonegro? Y su respuesta, Panfletonegro, un lugar para hacer oposición surgen de una conversación en facebook sobre esta cuña de “Miranda encontró su camino”. Hablábamos de que era una cuña populista y muy bien hecha. En un punto Capriles dice algo que se me antoja revelador: “Si les llegó todo el material que yo les voy a dar y viene el gobierno y les ofrece material, se lo dan a otra persona. De donde venga, bienvenido”. Esa frase encierra toda una filosofía de país.

Ver a Capriles con ese carpetero entre los brazos espanta, porque es la prueba de que tenemos un estado fracasado, en coma, y que él está reforzando la imagen del benefactor. Pero ¿Cómo hace Capriles para darle la pelea al Pop Star? ¿Cómo borramos 50 años de cultura electoral populista? ¿Podemos esperar ganarle una elección a Chávez y pretender que Capriles no sea populista? ¿Podemos lograrlo? Como verán, estamos entrampados, somos víctima de nuestra historia y poder cambiar este comportamiento electoral y cambiar la relación disfuncional del venezolano con el estado va a tomar mucho más tiempo del que imaginamos.

Con este vídeo, en cambio, para quienes hemos vivido 13 años de chavismo, equivocaciones de la oposición y haber sufrido viendo las campañas electorales de lado y lado, por lo menos, para una political jonky como yo, es como ver porno. Está muy bien hecho, como el anterior, emotivo hasta decir basta, sí, ya lo sabemos, Capriles ganó y lo respalda una oposición unida que aprendió de sus errores. Pero sigue siendo solamente eso, emotivo, sin un discurso que nos explique cómo vamos a lograr “una Venezuela de justicia para todos”, de qué se trata el “camino” que hay.

Presiento que pocos saben (y menos han leído) los Lineamientos para el Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019) hecho por la Mesa de la Unidad Democrática y que todos los candidatos se comprometieron a respetar (menos Arria) antes de las elecciones primarias.

Es un documento de 166 páginas que habla de la situación actual de los diferentes ámbitos del país y los lineamientos a seguir para recuperarlos. ¿Ustedes ven a Capriles hablado de este plan de gobierno detalladamente? No, el anda de casa en casa haciendo campaña electoral a la venezolana, y está bien, poco podemos hacer al respecto si queremos ganar unas elecciones.

El problema en el que estamos metidos los venezolanos es muy serio y complejo. Por un lado, hay muchos intereses, adentro y afuera de Venezuela, que necesitan al chavismo en el poder para seguir manteniendo el flujo de dinero y garantizar que los negocios continúen. Por otro, las características de nuestra sociedad y el estado en el que nos encontramos actualmente.

La esperanza, por llamarlo de alguna manera, si Capriles ganas las elecciones, pasa por recuperar la alternabilidad en el poder, primero, y basados en ese documento, volver a ese punto donde desviamos el camino, concretar ese pacto social, esta vez, más sólido, efectivo y duradero. ¿Qué fue lo que falló la primera vez? La respuesta a esa pregunta es el reto de la próxima década y su entendimiento la única manera de no repetirnos.

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