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The Boss canta como obrero decepcionado

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Bruce Springsteen trae nuevo disco y gira sin el orgullo de aquel «Born In The USA» sino con la decepción de ver el colapso pandémico de la crisis. Acaba de publicar lo que es sin duda alguna su mejor disco de este siglo, y quizá más allá. The Boss  regresa con Wrecking Ball mostrándose molesto, rabioso, reivindicativo y harto de cómo se están manejando las cosas. La crisis bancaria, la del capitalismo, ha hecho que este creador se muestre incluso apenado de haberse dejado llevar por el optimismo de la primera elección de Obama.

Este es un disco marcado por la traición de los grandes y el reconocimiento de las repercusiones emocionales y económicas claras de la recesión convertida en pandemia mundial. Wrecking Ball es un disco oscuro de un hombre de 62 años que reclama lo que han perdido sus contemporáneos menos favorecidos.

En «We Take Care Of Our Own» critica que Estados Unidos diga que protege a los suyos lanzando no pocas preguntas incómodas como dónde están las promesas y dónde está el trabajo que da la tan manida libertad. Esa es una canción tan obviamente dedicada a los ideales abandonados y a la culpabilidad mutua y colectiva que en tiempos de campaña electoral norteamericana será difícil ver a algún candidato usarla porque simplemente nadie se salva. Este no es el mismo Bruce que hizo campaña en 2008.

En «Death To My Hometown», le canta a su propio pueblo que presentó en 1984 en aquel Born In The USA, aunque ahora la localidad estaría llevada a su mínimo por la ambición y la falta de acción política. El tema lo plantea como una canción irlandesa, robusta y con sabor a venganza. La letra es impresionante con un reto directo a los agresores a también armarse de canciones, que siguen siendo buenas como munición.

Otros temas son «Easy Money» donde alguien decide cometer crímenes para buscar el dinero fácil o «Jack Of All Trades» donde otro se compromete a hacer lo que sea por mantener a su familia a flote, incluso matando a cualquiera, descreído de la frase de que Dios proveerá y de que el mundo va a cambiar. Springsteen se convierte ya no en un Boss sino en un trabajador que pierde las oportunidades y, a fin de cuentas, la paciencia. El que está abajo en la cadena paga el precio de los que están arriba, y algún día esa ecuación pedirá sangre a cambio.

Toda esa sensación de caída, de abandono, de frustración, conduce a Bruce Springsteen a entregar esta canción a la vez confesional y acusadora. Se titula «This Deppresion«: esta depresión, económica y emocional de uno que creyó y ya no lo hace.

Wrecking Ball es el album más confrontacional y turbulento de Bruce Springsteen en toda su carrera. Sus acusaciones son serias sobre un Estados Unidos erosionado en su democracia, apenado por el manejo de su caridad y asaltada por los poderosos.

La producción corre a cargo de Ron Aniello y entre los invitados está Tom Morello, el guitarrista de Rage Against The Machine. Los solos de saxo también excepcionales son del ya fallecido Clarence Clemons, aquel legendario miembro de la E Street Band, en una suerte de homenaje de su compañero al incluirlo aquí con lo último que grabó antes de partir.

Wrecking Ball, un disco imprescindible en estos tiempos donde la innovación musical descansa para dar paso completo al reclamo político, del que no habrá un exponente mayor en este 2012 que el Boss, Bruce Springsteen. Él mismo ha dicho que está evidenciando la brecha entre el sueño americano y la realidad americana. Un ejemplo a seguir en todas partes.

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